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COLUMNA

Columna invitada

La pedagogía de Jesús

Presencia, silencio, escucha y diálogo, la pedagogía de Jesús que nos hace exclamar: “Quédate con nosotros Señor, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer”.

29 abril, 2020
En su homilía del pasado domingo, el Cardenal Carlos Aguiar, Arzobispo Primado de México, hizo una profunda meditación a propósito del pasaje del Evangelio que narra el encuentro de Cristo Resucitado con aquellos discípulos que, desolados y derrotados, se dirigían a Emaús. Habló de la pedagogía de Jesús para con aquellos desertores: presencia, silencio, escucha y diálogo, con la que logró que regresaran a Jerusalén y a su comunidad llenos de entusiasmo y fe. Vivimos una paradoja entre el azote del COVID-19 (enfermedad, muertes, carencias, encierro, incertidumbre) y la alegría de la Pascua que nos recuerda que Cristo, camino y vida, ha resucitado y con Él la esperanza permanece. Leer: Homilía del Arzobispo Carlos Aguiar en el III Domingo de Pascua Hay mucho que reflexionar y mucho por hacer en estos momentos en que el mundo se ha detenido y la realidad nos empuja a aquilatar el valor real de la vida, de las personas, de la naturaleza y de las cosas. Momento en que Jesús está presente y nos escucha. Estamos siendo testigos de la heroica labor que realizan instituciones, organizaciones civiles y personas que, arriesgando la propia vida, proveen al más necesitado de despensas, medicamentos y alimento para sobrevivir a la pandemia. Contribuir de la manera que podamos a éstas acciones es un deber de conciencia y una obra de misericordia. Pero como cristianos y siguiendo la pedagogía de Jesús, debemos también salir al encuentro personal, escuchar y dialogar con quienes nos necesitan. Cuando aparentemente nos sobra el tiempo, podríamos hacer nuestra la pedagogía de Jesús y hacernos presentes, escuchar y dialogar con aquellos que sufren, que viven en crisis o soledad, y quizá si esperanza… aquellos con los que no son las distancias o el encierro lo que nos separan, sino nuestro egoísmo para no reparar en su necesidad de sentir un acompañamiento. Los templos cerrados no nos impiden hacer y ser Iglesia desde nuestra Iglesia doméstica para salir al encuentro del que hoy se siente desolado, derrotado y abandonado. En estos tiempos de prueba y sacrificio, que ningún hermano deserte de la fe por mi indiferencia. En tiempos del COVID 19, quizá no tendremos el consuelo de recibir los Sacramentos o de asistir presencialmente a Misa; pero sí tenemos la enorme oportunidad de hacer vida más allá de las paredes que nos aprisionan, el Mandamiento del Amor, por el que nos dice San Juan de la Cruz, seremos juzgados al final de los tiempos. Presencia, silencio, escucha y diálogo, la pedagogía de Jesús que nos hace exclamar: “Quédate con nosotros Señor, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer”.
POR:
Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos. 

En su homilía del pasado domingo, el Cardenal Carlos Aguiar, Arzobispo Primado de México, hizo una profunda meditación a propósito del pasaje del Evangelio que narra el encuentro de Cristo Resucitado con aquellos discípulos que, desolados y derrotados, se dirigían a Emaús. Habló de la pedagogía de Jesús para con aquellos desertores: presencia, silencio, escucha y diálogo, con la que logró que regresaran a Jerusalén y a su comunidad llenos de entusiasmo y fe.

Vivimos una paradoja entre el azote del COVID-19 (enfermedad, muertes, carencias, encierro, incertidumbre) y la alegría de la Pascua que nos recuerda que Cristo, camino y vida, ha resucitado y con Él la esperanza permanece.

Leer: Homilía del Arzobispo Carlos Aguiar en el III Domingo de Pascua

Hay mucho que reflexionar y mucho por hacer en estos momentos en que el mundo se ha detenido y la realidad nos empuja a aquilatar el valor real de la vida, de las personas, de la naturaleza y de las cosas. Momento en que Jesús está presente y nos escucha.

Estamos siendo testigos de la heroica labor que realizan instituciones, organizaciones civiles y personas que, arriesgando la propia vida, proveen al más necesitado de despensas, medicamentos y alimento para sobrevivir a la pandemia.

Contribuir de la manera que podamos a éstas acciones es un deber de conciencia y una obra de misericordia. Pero como cristianos y siguiendo la pedagogía de Jesús, debemos también salir al encuentro personal, escuchar y dialogar con quienes nos necesitan.

Cuando aparentemente nos sobra el tiempo, podríamos hacer nuestra la pedagogía de Jesús y hacernos presentes, escuchar y dialogar con aquellos que sufren, que viven en crisis o soledad, y quizá si esperanza… aquellos con los que no son las distancias o el encierro lo que nos separan, sino nuestro egoísmo para no reparar en su necesidad de sentir un acompañamiento.

Los templos cerrados no nos impiden hacer y ser Iglesia desde nuestra Iglesia doméstica para salir al encuentro del que hoy se siente desolado, derrotado y abandonado.

En estos tiempos de prueba y sacrificio, que ningún hermano deserte de la fe por mi indiferencia.

En tiempos del COVID 19, quizá no tendremos el consuelo de recibir los Sacramentos o de asistir presencialmente a Misa; pero sí tenemos la enorme oportunidad de hacer vida más allá de las paredes que nos aprisionan, el Mandamiento del Amor, por el que nos dice San Juan de la Cruz, seremos juzgados al final de los tiempos.

Presencia, silencio, escucha y diálogo, la pedagogía de Jesús que nos hace exclamar: “Quédate con nosotros Señor, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer”.


Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos.