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La Virgen de Guadalupe y la verdad de las flores

El padre Eduardo Chávez reflexiona sobre el papel de las flores en el Acontecimiento Guadalupano.

28 noviembre, 2019
La Virgen de Guadalupe y la verdad de las flores
Imagen de la Virgen de Guadalupe rodeada de flores. Foto: Cathopic

La Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe se plasma en la tilma de Juan Diego cuando este cargaba las flores que había cortado en la punta del cerro del Tepeyac, como se lo ordenó la Virgen y posteriormente, Ella misma acomodó estas hermosas y extraordinarias flores con sus propias manos y manda a Juan Diego llevar esta señal al Obispo; cuando el mensajero fiel de la Virgen llegó hasta el Obispo, cabeza de la Iglesia, a quien le entrega estas flores que son la señal que ahora le pertenece; por lo que Juan Diego le entrega la verdad que pertenece ahora al Obispo; y la gran sorpresa es que con estas flores se ha plasmado la imagen de la misma Reina del Cielo en la humilde tilma de Juan Diego; por lo que Ella misma decora la pobre tilma, cubriendo y abrazando con tanto amor a su dueño, es decir al pueblo humilde representado por Juan Diego, es un pueblo verdaderamente noble, ya que el ser humano es hijo de Dios, esta es la identidad real y verdadera que, gracias a la Madre de Dios, se recobra.

Por ello, para la mentalidad indígena, las flores son uno de los más importantes signos; ya que la verdad era “flor y canto”, así que las flores significaban la simplicidad profunda de la verdad, de algo que era inalcanzable como la Verdad máxima de Dios, que cuando se cortaba una flor y se le tenía en mano, ésta empezaba a desaparecer en ese momento, el hombre, por su limitación no la podía conservar ni abarcar plenamente; podía contemplar su belleza, podía embriagarse de su aroma, pero no podía poseerla del todo; sólo Dios lo podía hacer, Él era y es la Verdad Eterna, Plena, Total. Con estos breves rasgos podemos acercarnos a esta realidad simbólica indígena en donde se está delante de una Imagen que se ha impreso por el contacto de las variadas flores, que de manera milagrosa florecieron en el árido, polvoso, pedregoso y helado Tepeyac, signo de muerte; de donde parecía que sólo reinaba el Mictlan, ahora era un vergel lleno de vida con flores que estaban bien arraigadas en esta tierra y en una tilma que es la persona misma del indio, del humilde, del ser humano que se encontraba señalado por la muerte ahora está lleno de vida.

La imagen de la Virgen de Guadalupe. Foto: Ricardo Sánchez

La imagen de la Virgen de Guadalupe. Foto: Ricardo Sánchez

Viene a ser una Imagen que proclama la verdad impresa en el corazón de un indio que se ha dejado unir a la verdad de Dios; y no sólo eso, sino que es un indio que goza de la confianza de lo divino, ha sido rescatado en la unidad de su propia persona y en su dignificación; es decir, para Dios, Juan Diego, el indio, es digno de todo crédito, para ser el mensajero de esta verdad que está en su propia persona. La Virgen de Guadalupe retoma las semillas del Verbo en la cultura y religiosidad india, y la renovación y conversión de la cultura y religiosidad española, para que puedan tener plenitud. Juan Diego explícitamente es el embajador de esta gran verdad, la Virgen de Guadalupe es signo de unidad y plenitud.