Papa Francisco: Las conclusiones del Sínodo deben aplicarse en toda la Iglesia

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El drama de los migrantes ¿Cómo quedarte en casa si no tienes una?

Los migrantes están especialmente vulnerables y desprotegidos ante la pandemia del coronavirus COVID-19, pues no tienen un hogar ni derecho a la salud.

30 abril, 2020
El drama de los migrantes ¿Cómo quedarte en casa si no tienes una?
El drama de los migrantes. Foto: humberto chavez on Unsplash

En este tiempo de la pandemia de COVID 19, nos han recomendado de quedarnos en casa, pero qué pasa con las personas más vulnerables y desprotegidas es: ¿dónde está mi casa? 

Una de las razones de la migración forzada es que las personas quieren tener su casa o, por desgracia, el crimen organizado les arrebató su hogar.

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Muchos migrantes que fueron detenidos en las estaciones migratorias de México han sido liberados para evitar un brote de COVID-19 dentro de las instalaciones. La libertad es, sin lugar a dudas, uno de los derechos fundamentales de los seres humanos, pero también lo son la seguridad y la salud física, emocional y mental.

Religiosos asisten a la caravana migrante. Foto: Ricardo Sánchez

Religiosos asisten a la caravana migrante. Foto: Ricardo Sánchez

Las autoridades tienen la obligación de salvaguardar la dignidad de las personas migrantes, pero lamentablemente ha empeorado la situación y los han dejado más vulnerables y desprotegidos. Según su criterio, al liberarlos de las estaciones, cumplen con su mandato, pero en realidad están haciendo lo contrario. Sobra mencionar las terribles condiciones que viven las personas migrantes en la zona sur, varados en la frontera sin poder regresar a sus países.

Otros más lograron seguir su camino hacia la frontera norte y, al llegar allá, otra vez se quedaron sin salida: ni para adelante ni para atrás.

Ante este contexto, la Iglesia mantiene su llamado a estar de lado de los pobres (la viuda, el huérfano y el extranjero), con acciones de caridad, solidaridad e incidencias políticas a favor de las y los migrantes.

Gracias a tantas personas de buena voluntad que no se cansan de dar la mano al prójimo, nuestra Iglesia sigue siendo la casa de todos, pues ninguna persona es extranjera en la Iglesia.

 

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