La extraña sudación de la tumba de San Charbel que ayuda a sanar
La tumba de San Charbel no es la única a la que se le atribuyen estas exudaciones; también están las de otras santas y santos.
El aceite de San Charbel, es un sacramental al cual recurren con frecuencia los devotos de este santo libanés, y que se obtiene de la extraña sudación de un líquido que sale de su tumba que se encuentra en el monasterio maronita de Annaya.
Este líquido es mezclado con aceite de oliva —el cual abunda y distingue a los países mediterráneos—, al tiempo que es bendito por los padres de la orden a la que perteneció San Charbel Makhlouf con una oración muy especial. A este aceite se le atribuye la facultad de contribuir a que se realicen los milagros de Dios -muchos de ellos sanaciones inexplicables- por la intercesión de este santo que fue canonizado por Paulo VI en octubre de 1977.
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De acuerdo con Monseñor Rogelio Peralta, rector de la Catedral Maronita de Nuestra Señora de Balvanera, estudios científicos arrojaron el cuerpo de San Charbel transpiró mucha más agua de la que un humano puede contener. “Con aquel líquido comenzaron a ungir a enfermos que acudían al monasterio, y vieron que éstos presentaban mejorías. Así que determinaron mezclar el líquido de su trasudación con aceite de olivo; y de ahí fueron haciendo las siguientes mezclas, hasta lograr una cadena de mezclas que permite que hoy el aceite de San Charbel esté por todo el mundo”, asegura el rector de la Catedral maronita.
¿Dónde se consigue el aceite de San Charbel?
El aceite de San Charbel, por lo general, se consigue en aquellas parroquias que están dedicadas a este santo, o a las que asiste la comunidad libanesa, y en aquellas cristianas las de rito oriental. En Ciudad de México puede conseguirse en la Catedral de Balvanera. No se vende, pero se puede dar un donativo en agradecimiento.
La tumba de San Charbel no es la única a la que se le atribuyen estas exudaciones; también están las de santa Walburga, religiosa de la Orden de San Benito y quien es representada con una botella de aceite y de San Nicolás de Bari obispo, quien inspiró la figura de Santa Claus.
El aceite como sacramental
Desde tiempos bíblicos, el aceite era usado como un instrumento para santificar y mediante el cual también Dios realiza algunos milagros. Por ejemplo, en el libro de Génesis (28, 18 y 35, 14), Jacob consagró un altar utilizando aceite sobre la piedra donde Dios le había hablado, y en el libro del Éxodo (25, 6) el Señor dijo a Moisés: di a los Israelitas que recojan una ofrenda para mí, y entre las cosas que pidió estaba el aceite de consagrar.
En el Nuevo Testamento, el aceite figura en el Evangelio de las vírgenes prudentes de San Mateo (25, 1-4): “El reino de Dios será entonces como diez muchachas que, en una boda, tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran despreocupadas y cinco previsoras. Las despreocupadas llevaron sus lámparas, pero no aceite para llenarlas de nuevo…”
En la iglesia de Roma, cada Jueves Santo, en la misa del Santo Crisma, los obispos preparan y bendicen tres tipos de aceites que serán usados a lo largo de un año, durante las ceremonias de bautismo, consagración de templos, sacerdotes y obispos, y en el ritual de la unción a los enfermos. Este aceite es distribuido en las parroquias en todas las diócesis.