‘Niño Terremoto’: la historia de Jesús Flores, el bebé que nació en 1985 gracias a la fe de su abuela
Entre los escombros y con el impulso de su fe, Brenda Medina abrió el vientre de su hija fallecida y salvó a su nieto: así nació el ‘Niño Terremoto’, tras el sismo de 1985 en la Ciudad de México.
El 19 de septiembre de 1985, un sismo devastador sacudió la Ciudad de México, dejando una gran destrucción, miles de muertos y decenas de miles de familias con afectaciones económicas y emocionales; pero también surgieron historias de esperanza y una de ellas es la de Jesús Francisco Flores, a quién se le conoció como el ‘Niño Terremoto’.
Jesús Francisco no sólo sobrevivió al fatal terremoto en el que murieron su padre y su madre, sino que nació en medio del caos, pero sobre todo gracias a la valentía de su abuela que no dejó de buscar a su hija entre el polvo, los escombros y los fierros retorcidos del edificio en el que vivía, hasta que la localizó, pero además debido a su perseverancia, a la fe, al amor y a la esperanza, pudo ser testigo de un milagro.
Esa mañana, del 19 de septiembre de 1985, Brenda Medina Colín, salió a las 7 de la mañana a comprar leche, pero 19 minutos después, cuando se encontraba en la calle, un terremoto de magnitud 8.1 azotó a la Ciudad de México y provocó la caída de numerosos edificios.
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“Nací entre los muertos”: Jesús Francisco
En uno de esos inmuebles, ubicado en la Plaza de San Camilito, en Garibaldi, vivía Martha, una joven de 17 años embarazada de siete meses, e hija de Brenda. Cuando el edificio colapsó la joven quedó atrapada entre los escombros sin vida, junto a 24 familiares. Sin embargo, dentro de su vientre aún se encontraba una vida: la de Jesús Francisco Flores.
En medio del desastre, y a pesar de que habían pasado tres días del devastador sismo, Brenda Medina seguía buscando a su hija en medio de los escombros, consciente de que eran mínimas las esperanzas de encontrar sobrevivientes.
Así, el 22 de septiembre, Brenda encontró el cuerpo sin vida de Martha, quien tenía sus manos sobre su vientre de siete meses de embarazo. Movida por el amor, la fe y la urgencia, la abuela decidió actuar: tomó una navaja de afeitar, abrió el vientre de su hija fallecida y extrajo al bebé, Jesús, justo antes de entregarlo a un paramédico de la Cruz Roja.
“Nací de entre los muertos”, aseguró Jesús Francisco Flores durante una entrevista que concedió a la BBC News en 2015, lo cual fue del todo cierto, ya que a su alrededor se encontraban los cuerpos de sus 24 familiares, incluidos su madre y su padre, todos ellos mariachis.
Así fue la vida del “Niño Terremoto” después del milagro
Jesús Francisco Flores creció bajo la tutela de su abuela Brenda, a quien él considera como su madre, y que quedó profundamente afectada por la tragedia, lo que ocasionó que perdiera la cordura en cierto momento, enfermara de los nervios y padeciera esquizofrenia como consecuencia del dolor y el trauma, por la pérdida de sus familiares y seres queridos, y que incluso la impulsó a tratar de quitarse la vida.
En su infancia, el ‘Niño Terremoto’ enfrentó muchas carencias materiales, razones que lo llevaron, de acuerdo a diversas entrevistas, a limpiar parabrisas, vender chicles en la calle e incluso cantar en el transporte público canciones de Juan Gabriel o Pedro Infante para juntar dinero.
Respecto a su educación, Jesús Flores sólo completó la primaria, en la modalidad nocturna, y la secundaria, en tanto que en lo laboral, durante varios años trabajó en un comité del Partido Revolucionario Institucional de la Ciudad de México.
Su abuela lo bautizó como Jesús para encomendarlo al Dios
Según recuerdos que alberga en su memoria, al momento de la tragedia, su madre y su padre aún no tenían pensado un nombre para él, por lo que su abuela decidió llamarlo Jesús: “Lo elige mi abuela para encomendarme a Jesús, para encomendarme al Señor”.
Así, pese a las dificultades que ha enfrentado en su vida, Jesús Francisco se considera un afortunado y no deja de dar gracias porque “Dios me permitió que viviera…, Diosito me permite ser un milagro de esta vida porque a lo mejor me necesita en algo, para hacer algo bueno”.
El llamado ‘Niño Terremoto’ reconoce que lo que le permitió vivir fue una combinación de diversas circunstancias: por un lado la valentía de su abuela que no se rindió hasta que encontró a su madre y logró sacarlo con vida de su vientre; la fe, porque “Dios me permitió que viviera”; y la esperanza de que su vida tiene un fin y eso lo define Dios.
A lo largo de los años el llamado ‘Niño Terremoto’ ha asegurado que el sismo de 1985 le marcó profundamente, no sólo por la pérdida de su madre, su padre, primos, tíos, sino también por vivir con la certeza de que su existencia se debe a “un verdadero milagro” porque fue “Dios quien me dejó vivir”.
El caso de Jesús Francisco Flores nos recuerda que en medio de los desastres más grandes, de la destrucción y del dolor, florecen también historias de amor, decisiones valientes, fe y esperanza, de resistencia emocional y espiritual.