Papa Francisco: Aléjense de la hipocresía, enfermedad peligrosa del alma
El Santo Padre nos invita a mirar a la viuda pobre que describe el Evangelio.
Al reflexionar sobre la lectura del Evangelio de este domingo que nos habla de la ofrenda de la viuda pobre, el Papa Francisco advirtió que la hipocresía, es una enfermedad peligrosa del alma. Y pidió estar particularmente atentos en no vivir la fe con duplicidad.
“Es un doble pensar, un doble juzgar, como dice la propia palabra: “juzgar debajo”, aparecer de una manera e “hipo”, debajo, tener otro pensamiento. Dobles, gente con doble alma, doblez de alma”, explicó.
La escena en la lectura de este domingo ocurre en el Templo de Jerusalén. Jesús ve cómo a los escribas les gusta caminar para hacerse notar, ser saludados y reverenciados, y para tener lugares de honor. Y Jesús añade que “devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones” (Mc 12,40).
Al mismo tiempo, nota otra escena: una pobre viuda, una de las explotadas por los poderosos, echa en el arca del Tesoro del Templo “todo cuanto poseía” (v. 44).
“El Evangelio nos pone delante de este sorprendente contraste: los ricos, que dan lo superfluo para hacerse ver, y una pobre mujer que, sin aparentar, ofrece todo lo poco que tiene. Dos símbolos de actitudes humanas”, expresó el Papa en su mensaje previo al rezo del Ángelus.
“Jesús mira dos escenas. Y es precisamente este verbo –’mirar’- que resume su enseñanza: a quien vive la fe con duplicidad, a esos escribas, ‘debemos mirar’ para no convertirnos como ellos; mientras que a la viuda debemos ‘mirarla’ para tomarla como modelo. Detengámonos en esto: tener cuidado con los hipócritas y mirar a la pobre viuda”
Evitar los ‘síntomas’ de la hipocresía
El Papa Francisco pidió sobre tener cuidado en no volverse hipócrita. ¿Cómo evitarlo? Dio algunos puntos:
-Estar atentos a no basar la vida en el culto de la apariencia, de la exterioridad, sobre el cuidado exagerado de la propia imagen.
-Estar atentos a no doblegar la fe a nuestros intereses. Esos escribas cubrían, con el nombre de Dios, la propia vanagloria y, aún peor, usaban la religión para atender sus negocios, abusando de su autoridad y explotando a los pobres.
– No aprovecharse nunca del propio rol para aplastar a los demás, ¡nunca ganar sobre la piel de los más débiles!
-No caer en la vanidad, para no obsesionarnos con las apariencias, perdiendo la sustancia y viviendo en la superficialidad.
-Preguntémonos, nos ayudará: en lo que decimos y hacemos, ¿deseamos ser apreciados y gratificado o dar un servicio a Dios y al prójimo, especialmente a los más débiles?
¿Cómo sanar de la enfermedad de la hipocresía?
Para sanar de esta enfermedad, Jesús nos invita a mirar a la pobre viuda, aseguró el Santo Padre.
“Ya lo había dicho Jesús, en otro lugar: no se puede servir a dos señores. O tú sirves a Dios – y nosotros pensamos que diga ‘o el diablo’, no – o Dios o el dinero. Es un señor, y Jesús dice que no debemos servirlo”.
“Esto nos hace pensar también en esa otra viuda, la del profeta Elías, que iba a hacer pan con la última harina que tenía y el último aceite; Elías le dice: ‘Dame de comer’ y ella le da; y la harina no disminuirá nunca, un milagro (cfr 1 Re 17,9-16). El Señor siempre, delante de la generosidad de la gente, va más allá, es más generoso. Pero es Él, no nuestra avaricia”.
Las monedas de la viuda pobre tienen un sonido más bonito que las grandes ofrendas de los ricos, porque expresan una vida dedicada a Dios con sinceridad, una fe que no vive de apariencias sino de confianza incondicional, explicó el Santo Padre.
Aprendamos de ella: una fe sin adornos externos, sino sincera interiormente; una fe hecha de humilde amor a Dios y a los hermanos.