El adiós al Card. Lozano a los pies de la Virgen de Guadalupe
Las palabras de sus sobrinos y los aplausos al cardenal Lozano hicieron muy emotiva la Misa de exequias en la Basílica de Guadalupe.
Nueve días después de que falleciera en la ciudad de Roma, Italia, por fin este viernes 29 de abril, el cuerpo del cardenal mexicano Javier Lozano Barragán llegó a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe, en medio de aplausos.
El lunes 25 de abril tuvo lugar una Misa de exequias en El Vaticano, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, y al final de la celebración eucarística, el Santo Padre Francisco presidió el rito de la Ultima Commendatio y la Valedictio.
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Se tenía previsto que la Misa de exequias a los pies de la Morenita del Tepeyac se celebraría el 27 de abril, pero debido a una demora en el traslado de los restos mortales, fue necesario posponer la celebración un par de días.
Este viernes, en la Basílica de Guadalupe, la Eucaristía fue presidida por el cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo de México, y concelebrada por el arzobispo emérito, el cardenal Norberto Rivera Carrera, algunos obispos mexicanos, los obispos auxiliares de la Arquidiócesis Primada y los venerables Cabildos de Guadalupe y Metropolitano.
El recuerdo de un gran tío
En la homilía, que fue pronunciada por el sobrino del cardenal Javier Lozano, el padre Álvaro Lozano Platonoff, Vicario de Pastoral de la Arquidiócesis de México, recordó que cada vez que el cardenal venía a su natal México -pues el radicaba en Roma donde ocupó un alto cargo en la curia romana- lo primero que hacía era visitar el santuario guadalupano.
¿Que hacía el cardenal mexicano cuando visita a la Morenita? en primer lugar le daba gracias -reflexionó el p. Álvaro Lozano– pero seguramente también pedía por su familia, por la Iglesia “para que obispos y sacerdotes estuvieran siempre dispuestos a servir a Dios”, y por la conversión de todo el pueblo.
El cardenal Barragán –dijo– solía decir que primero está la obediencia a Dios antes que a los hombres. Era un apasionado de la verdad.
Recordó que en la Arquidiócesis de México prestó sus servicios como obispo auxiliar en la III Vicaría Episcopal, donde le gustaba convivir con los sacerdotes y los fieles; los exhortaba a trabajar con alegría, e incluso, a hacer deporte. “Él no se cansaba de celebrar Misas.”
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El sobrino del cardenal Lozano Barragán hizo referencia a su habilidad teológica, y repetía con frecuencia las palabras de San Pablo: “Dios vive en mí”.
Por su parte, otra sobrina del señor Cardenal, Rosisel Flores Lozano, agradeció a Dios por el don de la vida de su tío, quien siempre infundió a su familia mensajes de fe con alegría, amor y entrega.
Lo recordó como un hombre de fe, tenaz, defensor de sus principios, alegre, que con el ejemplo de vida se ganó el título de Su Eminencia, y también le agradeció que le permitiera llamar solo como tío.
Asimismo, agradeció a “sus ángeles”, Maru y Estela, las religiosas que cuidaron de él durante muchos años, a quienes reconoció su entrega y respeto.
El Cardenal Javier Lozano Barragán será sepultado en los próximos días en Zamora, Michoacán.