El padre que se hizo pasar por traficante de órganos para salvar a un niño
En las montañas de El Salvador, el padre Ignacio María Doñoro se hizo pasar por traficante para salvar a un menor con discapacidad. Esta es su historia.
Cuando el padre Ignacio se enteró de que, en las montañas de El Salvador, una familia en extrema pobreza había puesto en venta a su hijo discapacitado por sólo 25 dólares a un grupo de traficantes de órganos, su vida cambió para siempre.
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Se dejó crecer la barba por unos días, eligió la ropa adecuada para hacerse pasar por traficante y tocó a la puerta con una oferta superior en solamente un dólar. Después del intercambio, se llevó consigo al niño.
“Ahí –aseguró en entrevista con el diario español El Pais– fui muy consciente de que aquel niño me iba a cambiar la vida”.
Pese a la crudeza de la historia, el padre Ignacio aseguró que no puede juzgar a los padres de ese chico, que padecía parálisis parcial en el cuerpo. Estaban luchando desesperadamente por alimentar al resto de la familia.
“Algo que aprendes con el tiempo es que no puedes juzgarlos: aquel niño iba a morir y lo vendían fruto de la desesperación”.
Esta historia ocurrió hace 25 años. Hasta entonces, el padre Ignacio María Doñoro de los Ríos había dedicado su vida sacerdotal al servicio del ejército español como capellán militar.
Asistió espiritualmente a los militares de las Misiones Españoles en diversas partes del mundo: estuvo en Kosovo, Bosnia, Marruecos y Mozambique.
“Pasé todo el miedo del mundo”, recuerda en una entrevista concedida al diario El País de España; pero aquel encuentro en las montañas salvadoreñas de Panchimalco lo marcó para siempre.
Entonces decidió que se dedicaría, en cuerpo y alma, a salvar a los niños en situaciones extremas. Consiguió apoyo –agradece especialmente a la ministra española Carme Chacón, que falleció a los 46 años por una cardiopatía congénita- y fundó en Perú el Hogar Nazaret, ubicado en la zona amazónica.
Ahí, dice, ha encontrado situaciones límites y, con la ayuda de su equipo, han logrado salvar muchas vidas.
“Cada vez que llega una niña o un niño digo: ‘Esto es lo más bestia que me ha pasado en la vida’, y luego llega otro y vuelve a ocurrirme”.
“Niños que no parecen niños, que reptan porque tienen el cuerpo paralizado; con heridas que te dice el médico que no tienen solución. Muchos de ellos no saben hablar porque nadie les ha enseñado y emiten gritos y golpes, que es su manera de comunicarse, o dan mordiscos y puñetazos”.
El padre Ignacio compite por el Premio Princesa de Asturias de la Concordia, cuyo galardonado se dará a conocer el 30 de junio. Por ello, su historia ha salido a la luz nuevamente, principalmente en España, su país natal.
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Pero el Hogar Nazaret lleva más de 10 años de trabajo.
“Sacar a los niños y las niñas del basurero (…) para que puedan ser ingenieros, no te puedes imaginar lo que significa, no solo para ellos, sino para su familia, la comunidad y la sociedad. Esa es la verdadera revolución social”, dijo a El País.
Pero, ¿qué pasó con aquel chico salvadoreño al que rescató de los traficantes de órganos? Muchos años después, recuerda el presbítero, recibió una carta suya en la que le decía que él había sido la persona más importante en su vida.
“Cuando trabajas con los más pobres de los pobres no esperas nada, pero ellos son mi mayor recompensa”.