Con hábito, fe y tenis: las religiosas que corren para ayudar a quienes más lo necesitan
Fe, amor y devoción por la Virgen es lo que las hermanas de la Congregación Esclavas de la Virgen Dolorosa dieron en la primera carrera arquidiocesana "Pies en camino" y lo que a diario imprimen en su apostolado. Foto: Luis Aldana/DLF
Fe, amor, acompañamiento y devoción por la Virgen de Guadalupe, es lo que hidrató por tres kilómetros la fuerza de voluntad de tres religiosas de la Congregación Esclavas de la Virgen Dolorosa, quienes participaron en la primera competencia deportiva arquidiocesana “Pies en camino”, pero su carrera no acabó ese día, su reto es continuo.
Para las hermanas “andar a la carrera” no es algo desconocido, pero sí fue un reto importante el hacer un espacio en sus actividades diarias para poder entrenar y dedicarse un tiempo a entrenar.
“Fue nuestra primera vez en una carrera de este tipo, y el desafío físico fue importante, pero lo que nos motiva a diario es ver como las mamás a las que acogemos, salen adelante con sus hijos y se recuperan de situaciones muy difíciles”, comenta la hermana Cecilia Vázquez, ecónoma de las Esclavas de la Virgen.

Su objetivo: extender el amor materno de la Virgen
El carisma de la Congregación Esclavas de la Virgen Dolorosa es dar asilo a madres solteras y sus hijos -de cero a cinco años-, mujeres con discapacidad cognitiva y mujeres de la tercera edad, siendo únicamente seis religiosas las que atienden a 20 mujeres y sus hijos.
“El día a día es bastante ajetreado porque tenemos un bazar que abrimos todos los días de 9 a 17:00 horas que nos sirve para captar ingresos para la manutención de la Casa Hogar. Vendemos ropa, zapatos, accesorios, muebles y todo tipo de cosas de segunda mano. Nuestro día comienza en la madrugada y acaba una o dos de la mañana”, dice la hermana Cecilia.
Sin duda que los dolores de la Virgen Dolorosa se hacen presentes en el apostolado de las hermanas, pues la mayoría de las mujeres que atienden llegan en situaciones muy lastimosas, pero la oración, el trabajo y la fe en Dios es lo que las mantiene fuertes para brindar su amor a quienes más lo necesitan.

La fe no está peleada con el deporte
“Nuestro día inicia muy temprano, atendemos a las mamás, preparamos desayunos, organizamos la casa y el bazar. Estamos en movimiento todo el día, incluso en la noche, por eso fue complicado encontrar un tiempito libre para salir a entrenar”, detalla.
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El deporte es otra manera maravillosa de vivir la vida consagrada y les queda claro que la fe no está peleada con el ejercicio, al contrario, es otra manera de demostrar la mano de Dios, dice la hermana Marcela Lote Ríos.
“Igual que mis hermanas, estoy acostumbrada al movimiento, y a dormir poco. Antes me gustaba bailar y salir a caminar, pero las actividades diarias nos absorben. Al principio fue raro darnos un espacio para hacer ejercicio, que es muy bueno para el cuerpo y el alma, porque es un momento que te dedicas”, dice la hermana Marcela.

Ser religiosa no sólo es orar
“Ser religiosa no es sólo orar y trabajar, también es hacer deporte. Yo aprovecho el entrenamiento para profundizar mi relación con Dios, pues le pido mucha fortaleza para continuar, le pido por las vocaciones y para correr por una ‘corona que no se marchita’, que es la fe”.
La religiosa espera que pueda motivar a las juventudes a seguir la vida consagrada, pues hacen falta vocaciones en las diferentes congregaciones del mundo, y para ella, es una parte muy triste que ahora los jóvenes estén extraviados en el mundo exterior.
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“Yo espero que nos conozcan y que vean que se puede hacer una vida maravillosa dentro de alguna congregación, pues somos carismas diferentes. El deporte y mi vocación es algo que disfruto mucho, ambas se asemejan en algo: es otra manera de estar con Dios”, dice la religiosa.

Ellas siguen corriendo
Aunque la carrera arquidiocesana concluyó, para ellas la carrera continúa, dice la hermana Hortensia Allende, quien formó parte del equipo de las hermanas corredoras.
La labor de cuidados a grupos vulnerables de mujeres continúa, y aunque fue una manera de hacer presente a la vida consagrada en espacios donde nunca se han visto, ellas y otras congregaciones forman parte de la vida cotidiana de cientos de personas.
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Si te interesa apoyar a la Casa Hogar para madres solteras, a cargo hermanas Esclavas de la Virgen Dolorosa, puedes realizar donativos como ropa, accesorios, bolsas, zapatos y otros artículos en buen estado, así como despensa. Toda ayuda es bienvenida en Av Renato Leduc 82, Toriello Guerra, Tlalpan, CDMX, de lunes a viernes de 9:00 a 17:00 horas.