“Que mi generación no se canse de amar”: el deseo de los jóvenes
Durante el Jubileo de la Juventud 2025, miles de jóvenes se reunieron en Huipulco y colgaron sus intenciones en el Árbol de la Paz.
“Que mi generación no se canse de amar”, esa fue una de las muchas frases que colgaron los jóvenes en el Árbol de la Paz, una de las actividades más conmovedoras del Jubileo de la Juventud 2025.
Más de 6,000 jóvenes provenientes de la Provincia Eclesial de México —que agrupa a la Arquidiócesis Primada y a las diócesis de Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco— se congregaron en el Seminario Mayor de Huipulco para vivir con entusiasmo y alegría esta celebración del Año Santo. Durante el encuentro, lleno de música, dinámicas y momentos de fe, el Árbol de la Paz se convirtió en uno de los puntos clave del día.
Aunque la intención era escribir mensajes de paz, las ramas se llenaron también de agradecimientos, deseos personales y súplicas por el mundo. Muy pronto, el blanco y azul de los listones cubrió por completo las ramas.
Incluso el Padre Guilherme Guimarães, mejor conocido como el “Cura DJ” —el sacerdote portugués que ha unido música electrónica y evangelización— participó en la actividad: escribió su propia intención.
Entre los mensajes se podían leer frases como:
- “Que mi ansiedad no me robe la fe”
- “Por los que ya no creen en el amor”
- “Gracias por no soltarme cuando estuve en la oscuridad”
- “Por los migrantes”
- “Paz en el mundo entero”
Y, por supuesto, cada listón tenía detrás un rostro y una historia.

Mariana, de 16 años, proveniente de Xochimilco, escribió: “Pido paz para mi papá, porque aunque ya no vive con nosotros, quiero que esté bien.” Cuando le preguntamos por qué, respondió: “Antes me enojaba mucho con él, pero ahora solo quiero que esté en paz. Yo ya estoy aprendiendo a perdonar.”
Óscar, de 18 años, de Azcapotzalco, colgó un listón blanco con una sola palabra: “Sanar”. Él explicó: “Pedí que Dios me ayude a perdonar a una amiga que me traicionó. No quiero cargar con rencores. Siento que si dejo esto aquí, ya no lo tengo que cargar yo solo.”
Fernanda, de 17 años, de la Arquidiócesis de México, escribió: “Gracias por no soltarme cuando estaba en la oscuridad.” Un año antes, atravesó una crisis de salud mental. “Este Jubileo fue mi primer encuentro masivo después de mucho tiempo. Estar aquí me hizo sentir viva otra vez.”
Así, entre risas, abrazos y oraciones compartidas, el Árbol de la Paz se volvió un símbolo vivo del Jubileo: un lugar donde los jóvenes no solo alzaron la voz, sino que la colgaron con amor, confianza y fe.