En febrero, la comunidad católica mundial estará orando por las parroquias, en respuesta a las intenciones de oración del Papa Francisco para este mes, a fin de que crezcan como comunidades de fe y fraternidad, así como lugares de acogida a los más necesitados.
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Y es que históricamente las parroquias han sido los principales espacios de vida cristiana, lugares de encuentro y comunión. Desde las parroquias se impulsa la misión de la Iglesia en el servicio a los demás, y se promueve la caridad y la justicia social bajo los principios evangélicos de justicia, verdad y solidaridad.
En varios países de Europa, como Holanda y Francia, debido a la baja asistencia de fieles a las celebraciones religiosas, muchos templos católicos han terminado convertidos en museos o centros culturales. En cambio, en México y otros países de Latinoamérica, la gran mayoría de los templos siguen siendo una gran riqueza que es necesario preservar.
Nuestras parroquias, como espacios donde se transmiten los principios cristianos, históricamente han tenido un impacto directo en la constitución moral de nuestras familias y de nuestras comunidades.
En las últimas décadas, las parroquias mexicanas han registrado un paulatino y silencioso éxodo.
Ante esa realidad, es necesario escuchar las inquietudes de la sociedad, de los niños, de los jóvenes y adolescentes, hablar su lenguaje, llegar a sus espacios digitales.
Es preciso hablarles a las comunidades que se sienten rechazadas, a quienes se sienten excluidos, a quienes erróneamente han entendido que el cristianismo no es para ellos. Pero sobre todo, es necesario salir al encuentro, pues las parroquias no se reducen a una construcción física con una comunidad que trabaja de puertas hacia adentro.
El Cardenal Carlos Aguiar, Arzobispo de México, y sus Obispos Auxiliares llevan cerca de un año y medio caminando por las calles de la ciudad. Un tiempo que nos ha llenado de aprendizajes y lecciones, que nos ha permitido ver directamente la necesidad de las personas por sentir cerca a Dios a través de sus parroquias, y el valor tan grande que pueden tener en la comunidad, algunos como espacios de acogida al pobre, otras como centros de atención médica y psicológica, otras como espacios educativos, otras más que abrazan a sectores rechazados, otras como centro de escucha.
Unámonos, pues, a las intenciones de oración del Papa Francisco por nuestras parroquias, por las de México y de todo el mundo, poniendo la comunión en el centro, para que nuestros espacios parroquiales sean comunidades de fe, fraternidad y acogida a los más necesitados.
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