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Columna invitada

Ser mamá de una mujer, la más hermosa aventura

Ser mamá es una gran bendición, ser mamá de una mujer es además una hermosa aventura que implica un gran compromiso.

10 marzo, 2020
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Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos. 

La mujer de hoy enfrenta múltiples desafíos en los que puede competir a la par con los hombres o con otras mujeres. Hay grandes científicas, políticas, astronautas, comunicadoras, humanistas, técnicas… y el horizonte femenino se sigue ampliando según el tamaño de los anhelos y la voluntad de cada una.

Pero hay una profesión en la que la competencia no es con las demás, sino con ella misma. A diferencia de cualquier otra profesión, el amor a la otra persona nos impulsa a querer ser las mejores, en esta empresa somos insustituibles y nos esforzamos e intentamos hacerlo bien porque sabemos que la felicidad del otro es nuestro objetivo y es suficiente para la felicidad propia: ser mamá, la profesión exclusiva de las mujeres.

Una mamá requiere de todas las ciencias: un poco de psicología, otro poco de pedagogía, de medicina, enfermería, ética, antropología….. en fin, un poco de todo.  No existen fórmulas exactas que se puedan aplicar y darnos el resultado esperado.

Pero sin duda ser mamá de una hija requiere además una conciencia plena del importante papel que tenemos en la sociedad, con igual dignidad que los varones, pero con una sensibilidad imprescindible para lograr un mundo mejor.

Las chicas requieren una educación integral, que les brinde todas las oportunidades para un mejor futuro, pero también más que nunca necesitan una formación que abarque lo más profundo de sus sentimientos, sus emociones, su espíritu, de manera que puedan asumir toda la plenitud de su feminidad y todo el orgullo de ser mujeres.

Las madres requerimos de formación e información para ejercer con entusiasmo nuestra tarea educativa, pero no podemos ignorar que el ejemplo, el buen ejemplo compromete, forma hábitos y será la guía más efectiva y poderosa para nuestras hijas que “escuchan” más observándonos en el día a día, que los largos y tediosos discursos y los ‘te lo dije’.

Las hijas requieren más que a una amiga, una “colega” o una cómplice, a una madre dispuesta siempre a acompañar, a escuchar, a comprender y a poner límites, a perdonar, a reprender cuando se requiera; necesitan a cualquier edad de una mamá que conoce lo más profundo de su corazón, que siempre le recordará lo que es, lo que vale, lo que es capaz de hacer por el hecho de ser mujer.

No he conocido a la madre perfecta, pero sí he observado que basta la lucha personal diaria, el esfuerzo constante, la rectificación necesaria y la oración permanente para saber que vamos en el camino adecuado tejiendo las alas de libertad de nuestra hija.

Ser mamá es una gran bendición, ser mamá de una mujer es además una hermosa aventura que implica un gran compromiso porque “educando a una mujer se educa a toda la familia, y con las familias, a todo el país”, Ebele Okoye, premio Harambee 2018.


Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos.