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La oración de san Juan Pablo II a la Virgen de Guadalupe

El Papa viajero tuvo gran amor para la Morenita del Tepeyac

15 julio, 2020
La oración de san Juan Pablo II a la Virgen de Guadalupe
San Juan Pablo II dio a conocer esta oración a la Virgen de Guadalupe en su primera visita a México. Foto Especial

Durante la primera visita de san Juan Pablo II a la Basílica de Guadalupe, en enero de 1979, el Pontífice dirigió una oración a la Virgen de Guadalupe. Desde ese momento, él fue su más ferviente devoto.

El Papa viajero mantuvo un amor muy especial a la Morenita del Tepeyac, tanto que en 1999 la proclamó Patrona de todo el continente Americano. Él también fue el primer Papa en ver la tilma en el camarín, y proclamó el 12 de diciembre como fiesta en toda América. 

Compartimos esta hermosa oración que san Juan Pablo II dirigió a la Virgen de Guadalupe.

El Nican Mopohua es el texto más antiguo sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe.

La imagen original de la Virgen de Guadalupe.

Oración de san Juan Pablo II a la Virgen de Guadalupe

¡Oh Virgen Inmaculada
Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!
Tú, que desde este lugar manifiestas
tu clemencia y tu compasión
a todos los que solicitan tu amparo;
escucha la oración que con filial confianza te dirigimos,
y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso,
a Ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores,
te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor.
Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos,
nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos;
ya que todo lo que tenemos y somos lo ponernos bajo tu cuidado,
Señora y Madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino
de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia:
no nos sueltes de tu mano amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas,
te pedimos por todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos
de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda
hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes
vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe
y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

Concede a nuestros hogares
la gracia de amar y de respetar la vida que comienza.
con el mismo amor con el que concebiste en tu seno
la vida del Hijo de Dios.
Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias,
para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.

Esperanza nuestra, míranos con compasión,
enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos
a levantarnos, a volver a El, mediante la confesión de nuestras culpas
y pecados en el sacramento de la penitencia,
que trae sosiego al alma.
Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos sacramentos
que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.

Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia,
con nuestros corazones libres de mal y de odios,
podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz,
que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
que con Dios Padre y con el Espíritu Santo,
vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

México, enero de 1979.

Fuente: Sitio oficial del Vaticano

 

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