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COLUMNA

Columna invitada

Pin parental, piedra de tropiezo

El debate sobre el pin parental está encendido por la simple razón de que la educación sexual que se imparte hoy es escandalosa y un desastre educativo.

23 julio, 2020
En México, en este momento histórico, más importante que el debate sobre el aborto y la defensa de la vida, es el debate sobre el pin parental. Este pin es un veto, un indicador a los maestros de parte de los padres de familia que, en materia de educación sexual, ellos no podrán educar a sus hijos. El pin es la desautorización de los padres de familia a la educación sexual escolar que hoy se imparte en las aulas; una señal de que son ellos, los progenitores del niño, los que tienen el derecho natural de educar a sus hijos en materia de valores, afectividad y sexualidad. El pin parental es una herramienta para defender a la familia natural de un sistema dictatorial que pretende destruirla. El debate está encendido en algunos Estados de la república por la simple razón de que la educación sexual que se imparte hoy en las escuelas es escandalosa y un desastre educativo. Desde edades tempranas a los niños se les enseña a explorar su cuerpo y a experimentar tocamientos y sensaciones. Se les inculca que la masturbación es inofensiva. Aprenden que tener sexo con responsabilidad es saber utilizar condones y anticonceptivos. Son instruidos con la idea de que existe una gama de preferencias y gustos sexuales con los que es bueno experimentar y que la relación hombre–mujer es sólo una de tantas, ya un poco pasada de moda. Los niños y adolescentes van captando que no somos lo que nuestro sexo biológico nos indica, sino que podemos ser lo que nuestra fantasía nos sugiera. En esta mentalidad es lógico que la pornografía se convierta en la instructora de la niñez y de la juventud en materia sexual. El debate sobre el pin parental es un debate sobre quién ejerce la patria potestad de los niños y adolescentes. El derecho natural afirma que son los padres de familia quienes tienen el derecho de brindar educación a sus hijos, según sus principios y valores familiares, y que en una materia tan delicada como es la sexualidad y la afectividad, al sistema escolar no le corresponde hacerlo. Por otra parte los gobiernos y escuelas, así como la misma Comisión Nacional de los Derechos Humanos, presionados por grupos internacionales que promueven el aborto y la ideología de género, tienen como gran objetivo apropiarse de la educación sexual escolar por la sencilla razón que haciéndolo, se apoderarán de las mentes de los niños y jóvenes, crearán individuos débiles, manipulables y con una identidad confusa, derribarán la estructura de la familia natural como célula básica de la sociedad y podrán construir una nueva sociedad en la que las diferencias sexuales sean irrelevantes. Entonces el aborto libre será automáticamente una realidad para todos. Como ciudadanos de este país creemos que la Secretaría de Educación Pública debe brindar educación científica y no ideológica. Hoy la educación en materia sexual se ha alejado  de la ciencia y del verdadero humanismo para convertirse en instrumento de la ideología de género. Reconocemos que el pin parental es una genuina expresión del derecho que tienen los padres de familia para decidir –por encima de la autoridad escolar– si sus hijos asisten a las clases de sexualidad o si se abstienen de ellas. Son los padres quienes tienen el derecho a ser informados sobre los contenidos de las asignaturas y también a impartir esas materias a sus hijos, si ellos así lo deciden. Afirmamos que el sistema educativo no puede obligar a ningún alumno a tomar esos cursos, los cuales han de ser optativos. Consideramos que el simple hecho de impartirlos es empujar a la niñez hacia la confusión y a vivir experiencias que les dejarán daños irreversibles para toda su vida; imponerlos de manera obligatoria es hacer que México se encamine hacia la dictadura de género. *El P. Eduardo Hayen Cuarón es director del periódico Presencia de la Diócesis de Ciudad Juárez. Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe. Artículo publicado originalmente en el blog del P. Eduardo Hayen ¿Ya conoces nuestra revista semanal? Al adquirir un ejemplar o suscribirte nos ayudas a continuar nuestra labor evangelizadora en este periodo de crisis. Visita revista.desdelafe.mx  o envía un WhatsApp al +52 55-7347-0775
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Autor

Ordenado sacerdote para la Diócesis de Ciudad Juárez, México, el 8 de diciembre de 2000, tiene una licenciatura en Ciencias de la Comunicación (ITESM 1986). Estudió teología en Roma en la Universidad Pontificia Regina Apostolorum y en el Instituto Juan Pablo II para Estudios del Matrimonio y la Familia. Actualmente es párroco de la Catedral de Ciudad Juárez, pertenece a los Caballeros de Colón y dirige el periódico www.presencia.digital 

En México, en este momento histórico, más importante que el debate sobre el aborto y la defensa de la vida, es el debate sobre el pin parental. Este pin es un veto, un indicador a los maestros de parte de los padres de familia que, en materia de educación sexual, ellos no podrán educar a sus hijos.

El pin es la desautorización de los padres de familia a la educación sexual escolar que hoy se imparte en las aulas; una señal de que son ellos, los progenitores del niño, los que tienen el derecho natural de educar a sus hijos en materia de valores, afectividad y sexualidad. El pin parental es una herramienta para defender a la familia natural de un sistema dictatorial que pretende destruirla.

El debate está encendido en algunos Estados de la república por la simple razón de que la educación sexual que se imparte hoy en las escuelas es escandalosa y un desastre educativo. Desde edades tempranas a los niños se les enseña a explorar su cuerpo y a experimentar tocamientos y sensaciones. Se les inculca que la masturbación es inofensiva. Aprenden que tener sexo con responsabilidad es saber utilizar condones y anticonceptivos. Son instruidos con la idea de que existe una gama de preferencias y gustos sexuales con los que es bueno experimentar y que la relación hombre–mujer es sólo una de tantas, ya un poco pasada de moda. Los niños y adolescentes van captando que no somos lo que nuestro sexo biológico nos indica, sino que podemos ser lo que nuestra fantasía nos sugiera. En esta mentalidad es lógico que la pornografía se convierta en la instructora de la niñez y de la juventud en materia sexual.

El debate sobre el pin parental es un debate sobre quién ejerce la patria potestad de los niños y adolescentes. El derecho natural afirma que son los padres de familia quienes tienen el derecho de brindar educación a sus hijos, según sus principios y valores familiares, y que en una materia tan delicada como es la sexualidad y la afectividad, al sistema escolar no le corresponde hacerlo.

Por otra parte los gobiernos y escuelas, así como la misma Comisión Nacional de los Derechos Humanos, presionados por grupos internacionales que promueven el aborto y la ideología de género, tienen como gran objetivo apropiarse de la educación sexual escolar por la sencilla razón que haciéndolo, se apoderarán de las mentes de los niños y jóvenes, crearán individuos débiles, manipulables y con una identidad confusa, derribarán la estructura de la familia natural como célula básica de la sociedad y podrán construir una nueva sociedad en la que las diferencias sexuales sean irrelevantes. Entonces el aborto libre será automáticamente una realidad para todos.

Como ciudadanos de este país creemos que la Secretaría de Educación Pública debe brindar educación científica y no ideológica. Hoy la educación en materia sexual se ha alejado  de la ciencia y del verdadero humanismo para convertirse en instrumento de la ideología de género. Reconocemos que el pin parental es una genuina expresión del derecho que tienen los padres de familia para decidir –por encima de la autoridad escolar– si sus hijos asisten a las clases de sexualidad o si se abstienen de ellas. Son los padres quienes tienen el derecho a ser informados sobre los contenidos de las asignaturas y también a impartir esas materias a sus hijos, si ellos así lo deciden.

Afirmamos que el sistema educativo no puede obligar a ningún alumno a tomar esos cursos, los cuales han de ser optativos. Consideramos que el simple hecho de impartirlos es empujar a la niñez hacia la confusión y a vivir experiencias que les dejarán daños irreversibles para toda su vida; imponerlos de manera obligatoria es hacer que México se encamine hacia la dictadura de género.

*El P. Eduardo Hayen Cuarón es director del periódico Presencia de la Diócesis de Ciudad Juárez.

Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

Artículo publicado originalmente en el blog del P. Eduardo Hayen

¿Ya conoces nuestra revista semanal? Al adquirir un ejemplar o suscribirte nos ayudas a continuar nuestra labor evangelizadora en este periodo de crisis. Visita revista.desdelafe.mx  o envía un WhatsApp al +52 55-7347-0775


Autor

Ordenado sacerdote para la Diócesis de Ciudad Juárez, México, el 8 de diciembre de 2000, tiene una licenciatura en Ciencias de la Comunicación (ITESM 1986). Estudió teología en Roma en la Universidad Pontificia Regina Apostolorum y en el Instituto Juan Pablo II para Estudios del Matrimonio y la Familia. Actualmente es párroco de la Catedral de Ciudad Juárez, pertenece a los Caballeros de Colón y dirige el periódico www.presencia.digital