¿Cómo será la resurrección después de esta vida material?
Conoce las respuestas a muchas de las preguntas que las personas nos hacemos sobre cómo será la "vida después de la vida".
La resurrección: La vida después de la muerte
¿Cómo será la resurrección después de la vida material? Muchas personas se preguntan esto. Hablar de que hay una vida después de esta vida, desde el punto de vista del cristianismo, presupone una respuesta afirmativa: todo cristiano está de acuerdo en esto. Por esta razón, quisiera abordar el tema de la resurrección del cuerpo desde un enfoque que ofrezca certezas aún a los no creyentes de que la muerte terrena no es el final del camino, sino que hay otra vida después de esta vida.
“Vida después de la vida”
Lo haré, entonces, citando un libro titulado “Vida después de la vida”, del médico psiquiatra Raymond A. Moody, cuyo prólogo fue elaborado por la doctora Elizabeth Kübler-Ross, bastante conocida por sus trabajos en el ámbito de la tanatología. La investigación está basada en pacientes que han muerto y han regresado a la vida.
¿Qué dicen las investigaciones?
En primer lugar, la investigación señala que muchas de las personas que han experimentado la muerte y han vuelto a la vida, no pueden expresar con sus propias palabras el trance que han tenido. Otros, afirman haber escuchado los informes que daban los médicos. Y unos más aseguran haber experimentado una sensación de paz.
Otros, de acuerdo con dicha investigación, describen el paso a la muerte como un túnel oscuro. Mientras que unos más hablan acerca de ruidos violentos y desagradables. Bastante interesante resulta la declaración de quienes describen a la muerte como la sensación de haberse separado del cuerpo, con una impresión de soledad. Y todavía más quienes narran haber tenido un encuentro con un ser luminoso.
Sin embargo, algo de lo que más llama la atención es que algunas personas que habían sido declaradas clínicamente muertas y que volvieron a la vida, lamentan este retorno debido a la sensación de paz que tenían antes de volver. Y otros que agradecen por la nueva oportunidad de estar con vida para realizar el bien.
De ahí que, tanto el Dr. Moody como la Dra. Kúbler-Ross, desde sus trabajos de investigación, estarían confirmando lo que desde nuestra experiencia de fe se nos ha dicho: “que existe vida tras la muerte”.
Concluyo este punto con una recomendación: no necesitamos una experiencia de muerte para aprovechar las diversas oportunidades que Dios nos presenta en la vida cotidiana.
La resurrección después de la vida: La pervivencia del alma
Tanto en el Magisterio del Papa Paulo VI, como de Su Santidad Juan Pablo II y el del Papa Benedicto XVI se subray la pervivencia del alma de todo ser humano después de la muerte. El Papa Paulo VI, por ejemplo, en sus catequesis sobre la Profesión de fe, afirma que todo ser humano es cuerpo y alma, y agrega que esta última es espiritual e inmortal.
Por otra parte, en el magisterio del Papa Juan Pablo II la Congregación para la Doctrina de la Fe expresó, en una carta dirigida a todas las Conferencias episcopales, que: “La Iglesia afirma la supervivencia y la subsistencia, después de la muerte, de un elemento espiritual que está dotado de conciencia y de voluntad […] la Iglesia designa la palabra “alma” consagrada por la Sagrada Escritura y la Tradición”. De hecho, en la parábola de ‘Lázaro y el rico’ se expresa esta característica: la pervivencia del alma (Lc 16,19-31).
Preguntas sobre la resurrección después de la vida
¿Todos resucitaremos?
A este propósito, el Papa Benedicto XVI expresó que la resurrección de los muertos, en efecto, es para todos, sólo que el desenlace será diferente: de acuerdo con lo que la Sagrada Escritura nos presenta: “unos resucitarán para la vida eterna, y otros para la eterna condenación” (Jn 5,28-29).
Ahora bien, el tema central es lo que se le conoce teológicamente como la Parusía del Señor; es decir, la segunda venida de Jesús, quien ahora vendrá con toda su gloria. Cuando este acontecimiento suceda, tendrá lugar el fin del mundo, la resurrección de los muertos y el juicio final.
Sin embargo, es necesario precisar que el acento no está en una visión catastrófica, sino en el encuentro definitivo con el Señor, mismo que tiene que ser motivo de alegría y esperanza. Tan es así, que esto está presente en nuestra liturgia: cuando se realiza la consagración, el sacerdote dice:
“Este es el Sacramento de nuestra fe”, y la asamblea responde: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!”. Esta última exclamación, que alude a la esperanza del creyente, pide que el Señor venga en su gloria.
2. ¿Al resucitar tendremos cuerpo?
San Pablo hace el siguiente planteamiento: “Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Y con qué clase de cuerpo vienen?” (1Cor 15,35). De modo que el apóstol subraya, en primer lugar, la transformación que experimentará nuestro cuerpo (v.42), habiendo una continuidad en la misma identidad.
A este propósito, el teólogo Cándido Pozo escribe: “La resurrección implica la reasunción del cuerpo que hemos llevado en esta vida”. Esto quiere decir que entre la muerte y la resurrección sobrevivimos en un estado de desnudez corpórea, la cual perdura hasta el día de la segunda venida del Señor (Parusía).
Es así que la resurrección supone recibir de nuevo el mismo cuerpo, aunque transformado: “Esto que es corruptible tiene que revestirse de incorruptibilidad, y esto que es mortal revestirse de inmortalidad” (Ver 1Co 15,53).
3. ¿Ya hay quienes gozan de la vida eterna?
Los santos son testimonio de que ya hay algunos hermanos nuestros gozando de la presencia de Dios. La Comunión de los Santos (Communio Sanctorum) se entiende como la unión en Cristo, misma que no se rompe con la muerte, sino que se ve fortalecida, como el mismo San Pablo lo expresa: “Para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia» (Flp 1,21).
En este sentido, los santos no sólo contemplan, en el amor, el misterio de Dios, sino que también son nuestros intercesores: “La Iglesia, por su parte, nos exhorta con empeño a invocarlos con nuestras súplicas” (Cándido Pozo, Teología del más allá, p. 588).
4. ¿Por qué es importante orar por las almas de los difuntos?
La práctica de orar por nuestros difuntos es antiquísima. Por una parte, cuando se ofrece la Misa por el eterno descanso de nuestros seres queridos, sin duda que les aprovecha a ellos, pero también se concede a quien la ofrece el consuelo y la paz que sólo el Señor puede dar.
Los católicos también acostumbramos orar por las almas del Purgatorio. Ratzinger a este respecto dirá que el Purgatorio “no se trata de una especie de campo de concentración en el más allá […] donde el hombre tiene que purgar penas que se le imponen de una manera más o menos positiva. Se trata más bien del proceso radicalmente necesario de transformación del hombre, gracias al cual se hace capaz de la unidad con toda la Comunión de los Santos”, pues como dice San Juan de la Cruz: “Al atardecer de nuestra vida seremos juzgados en el amor”.
5. ¿Sólo los seres humanos resucitamos?
De acuerdo con la doctrina de Santo Tomás de Aquino, quien retoma la filosofía de Aristóteles, hay diversos tipos de alma: el alma vegetativa, propia de las plantas, la cual puede ser divisible. ¿Qué significa que sea divisible? Que puede seguir subsistiendo hasta que complete su ciclo, sin necesidad de que dependa de su raíz.
También se encuentra el alma sensitiva, que es propia de los animales, cuyas características son su memoria, instinto y deseo. Es necesario precisar que, cuando la planta o el árbol, así como el perrito o los gatos mueren, su alma también muere. Por lo tanto, no hay cielo ni infierno para tus mascotas, sino sólo el precioso recuerdo que tendrás de ellas.
Mientras que la persona humana es un ser compuesto de cuerpo y alma; de ahí que se precise que todo ser humano es alma y es cuerpo. De acuerdo con la filosofía tomista, el alma de todo hombre y mujer es racional y espiritual. Por lo tanto, con la muerte se da la separación entre el alma y el cuerpo, pero a diferencia del alma vegetativa y sensitiva, el alma racional de suyo es la inmortalidad.