La voz del profeta Joel en tiempos de calamidad
El profeta Joel (2, 12-13) habla de la actitud propia de quien de verdad confía en la misericordia de Dios.
Participa cada lunes a las 21:00 horas (tiempo del centro de México) en La Voz del Obispo en Facebook Live. Este lunes 1 de marzo podrás conversar con el autor de este texto sobre el profeta Joel, el Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar Retes.
El pasado Miércoles de Ceniza dio inicio la Cuaresma, y en la primera lectura de la Liturgia, tomada del Profeta Joel, presenta un criterio y una actitud que, sin duda alguna, nos ayudará a convivir con la actual pandemia que pareciera no tener fin.
Este es el texto del profeta Joel (2, 12-13):
“Esto dice el Señor: “Todavía es tiempo. Diríjanse a mí con todo su corazón, con ayunos, con lágrimas y llanto; rasguen su corazón y no sus vestidos. Diríjanse al Señor Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso, … rico en clemencia, y se conmueve ante la desgracia”.
a) Primera observación sobre la expresión: “diríjanse a mí con todo su corazón”
Esta insistencia en dirigirse a Dios desde el corazón manifiesta la intención de llegar al campo de la conciencia, a la sede del pensar y del querer, para que el pueblo reflexione sobre la situación, y tome la firme decisión de recurrir a Dios.
Joel hace suya la definición del profeta centinela. No hay que esperar a que peque el hombre para amonestarlo, es obligación grave del profeta hacerlo antes de que peque.
El pueblo no ha pecado aún, lo que explica la ausencia de denuncia, que habitualmente señalaban siempre los profetas, pero la situación de extrema gravedad lo puede llevar a caer.
Esto es lo que hace Joel, no quiere dejar al pueblo caer en la desesperanza, ya que ésta lo llevaría al abandono de Dios, y por eso alerta al pueblo para advertirle que, ante la catástrofe de la prolongada hambruna en la población, no basta decretar un estado de lamentación nacional.
b) Segunda observación sobre la expresión: “rasguen su corazón y no sus vestidos”.
Para Joel, “rasgar el corazón” es afrontar la catástrofe con una actitud de aceptación y de confianza en Dios, aceptación de los males y adversidades, no sólo presentes, sino también futuros, con la confianza de que Dios es compasivo, al punto de transformar el mal en bendición.
“Rasgar el corazón” es abrirlo al dolor de quien sufre actualmente las consecuencias de un desastre natural, cuya responsabilidad no es de Dios, ni del pueblo, ni de algún enemigo.
“Rasgar el corazón” es ser sensible a lo que acontece, es tomar conciencia del mal que aflige a toda la comunidad. Por esta razón, porque es nueva la circunstancia que vive el pueblo, el profeta presenta con una fórmula original su mensaje: “rasguen su corazón y no sus vestiduras”, es decir, asuman la adversidad sin desesperarse, aunque duela el alma vivirla. El dolor es un medio eficaz de educación en la mano de Dios, y es precisamente esto lo que le da sentido al sufrimiento.
Se trata de una actitud que debe aprender el pueblo, y si la persona desde que es niño aprende a ser sensible y solidario con los demás miembros de la familia, y compañeros de la escuela, se irá preparando y forjando una sociedad solidaria y fraterna.
c) Tercera observación sobre la expresión: “Diríjanse al Señor Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso… rico en clemencia, y se conmueve ante la desgracia”
Joel recuerda al pueblo, las características de Dios, compasivo y misericordioso, y que, por serlo, seguramente atenderá́ su suplica y cambiará la actual situación.
La compasión conmueve ante la desgracia e induce a dar auxilio al necesitado. La misericordia mueve el corazón a la clemencia, para actuar en favor de quien se encuentra en peligro grave o de muerte.
El profeta pide asumir la actitud propia de quien de verdad confía en la misericordia de Dios, y ciertamente, no es la actitud de tristeza, abatimiento y desconsuelo.
Preguntémonos si ante la Pandemia he asumido este llamado del profeta Joel.
Aprovechemos este Mes de la Familia, que coincide con la Cuaresma para promover la vida de familia, llamada a ser la cuna del amor. Si el hijo recibe amor de sus padres, adquirirá́ con facilidad un corazón sensible y compasivo, que se conmoverá́ ante las desgracias que le toque confrontar, y actuará en consecuencia de quien posee un corazón compasivo y misericordioso.
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