En cada vuelo comercial a los pasajeros se les dan una serie de indicaciones. Desde el uso de los cinturones de seguridad, ubicación de puertas de emergencia, restricciones en el uso de los teléfonos e instrucciones para colocarse las mascarillas de oxígeno, todo para estar prevenidos en el caso de una emergencia.
En cada vuelo se repiten las indicaciones, siempre con la disposición por parte de la tripulación del avión y tal vez debido a que muchos no ponen atención a las indicaciones, las aerolíneas incluyen una recomendación: No importa cuantas veces hayas escuchado este mensaje, te pedimos ponerle atención, ya que puede salvar tu vida.
Cuando viajo, a veces me fijo en las reacciones de algunos pasajeros: La mayoría no presta atención, indiferentes a las recomendaciones de la tripulación.
Por su parte, el personal del avión se comporta sonriente y amable, y si bien se puede decir que lo hacen por obligación, no se les nota.
Los católicos debemos compartir el evangelio, pero muchas veces nos desalienta la falta de interés de quienes nos escuchan. Debido a la desmotivación, podemos caer en el conformismo de decir que ya hemos mandado el mensaje y ya cumplimos, o también escudarnos para no darlo en el hecho de que los demás ya saben que Dios los ama y ya sabrán si aceptan o no ese mensaje.
No demos por hecho que los demás ya lo saben, o peor aún, que ya no vale la pena compartirlo. Seamos perseverantes como el personal de las aerolíneas. No importa cuantas veces demos el mensaje.
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