Un Papa sin extraños
La Iglesia es amplia, es universal. Todos caben en ella. La Iglesia es alegre. No esa cosa fofa que a veces nos quieren endilgar los puritanos.
Muchos se habrán de preguntar –tras el documental Amén— por qué el papa Francisco aceptó este encuentro con jóvenes que van desde una exmonja lesbiana hasta una muchacha de 20 años del Camino Neocatecumenal, pasando por un muchacho que sufrió abusos en una escuela de religiosos, una abortista, una chica que hace pornografía en línea y un musulmán.
Hay quienes piensan que el Papa se vio rebasado por temas como las personas no-binarias, el abuso clerical, los sitios de citas online, etcétera. El documental es duro, a veces dan ganas de dejarlo, sobre todo cuando los jóvenes discuten entre sí y Francisco solamente escucha. Pero hay algo muy importante en todo esto: un Papa que no se hace extraño a los extraños. Escogidos con tino por el productor del documental, los muchachos representan el variopinto panorama de la juventud moderna. Y se expresan sin trabas. Solo la fraternidad, esa amistad social que proclama Francisco, aquieta sus odios, sus tristezas, su capacidad sensible y crítica en contra de la Iglesia.
¡Qué ejemplo de apertura nos da a todos! Apertura desde la tradición. Pues como dice Borges en un prólogo a las obras de Eugene O’Neill, es la tradición la única forma de innovar los lenguajes. Sin servilismos zalameros y sin moralismos ramplones. La Iglesia es amplia, es universal. Todos caben en ella. La Iglesia es alegre. No esa cosa fofa que a veces nos quieren endilgar los puritanos.
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