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COLUMNA

Columna invitada

Descubrimiento de América

Con Cristóbal Colón llegó también la gracia y la Palabra de vida, y nuestro continente pasó de las tinieblas del paganismo a la luz la fe en Jesucristo.

15 octubre, 2020
El 12 de octubre es una fecha para conmemorar el encuentro de dos mundos; un día para redescubrir y agradecer nuestra identidad cultural. No todos se alegran por ello. El Descubrimiento de América y temas relacionados –como la Conquista de México–, encuentran rabiosa oposición en grupos que, con resentimiento, ven estos hechos como la gran invasión y masacre que perpetraron los europeos en tierras americanas. Muchos, por el contrario, afirmamos que aquel 12 de octubre de 1492 abrió la historia hacia mejores horizontes con la llegada del Evangelio y la civilización a los territorios del Nuevo Mundo. La humanidad siempre ha vivido en permanente inquietud. Salir de la propia tierra para explorar nuevos territorios es una constante en la historia de los pueblos. En el siglo XV los portugueses eran los reyes de los mares. El tratado de Alcacovas había puesto fin a la guerra entre Castilla y Portugal con el acuerdo de que Portugal dejaba de reclamar tierras a Castilla y ésta se comprometía a no meterse en la inmensidad del océano. Los portugueses obtuvieron del papa Sixto IV la bula en que ratificaba el acuerdo, y a Portugal se le atribuyeron los territorios "al sur de las Canarias", es decir, la mitad de Florida, las Antillas, casi México en su totalidad y el resto de centro y Sudamérica. Se cree que en 1481 ya los portugueses habían descubierto América. Un gran número de historiadores no creen que Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo, sino que fue el primero el obtener un documento jurídico que le concedió esos territorios. El historiador Christian Duverger afirma que Colón sabía, desde el inicio, hacia dónde navegaba en aquellas tres carabelas: la Pinta, la Niña y la Santa María. Buscaba Haití, y lo encontró, pero además sabía cómo regresar al viejo continente. Fue quien trazó la ruta de ida y de regreso, aunque otros ya habían ido. Después de 36 días de navegación, Colón descubrió las Bahamas. De allí tocó Cuba y después la isla de Haití, a la que llamaron La Española. En 1493 el Descubridor regresó a España donde fue recibido en Barcelona con un solemne Te Deum por la reina Isabel de Castilla. Entonces se trató el problema de la propiedad de aquellas tierras descubiertas. Juan de Portugal las reclamaba según el tratado de Alcacovas, pero la Providencia quiso que el Romano Pontífice en aquellos años fuera un español. Se trataba de Rodrigo Borja, conocido como Alejandro VI, quien fue clave en la historia del continente americano. La repartición del Nuevo Mundo tuvo algunas modificaciones. Al principio Juan de Portugal enfureció por la falta de respeto a los acuerdos de 1481, pero finalmente Alejandro VI terminó por conceder Brasil a Portugal, y el resto de América a España. Con los tratados de Tordesillas de 1494 quedó conformada la geopolítica de América. Mientras tanto Alejandro VI confirió el título oficial de "Reyes Católicos" a Fernando e Isabel y estableció con ellos un concordato llamado "el patronato", que permitía a los reyes el nombramiento de cargos eclesiásticos a cambio de cristianizar las "Indias occidentales", es decir, América. Convertir a los indígenas fue la otra cara de la moneda de la donación de los territorios, y será una misión de los Reyes Católicos y de sus herederos. Hoy los progres insisten en que el descubrimiento de América fue un hecho monstruoso, una brutal invasión y saqueo de los pueblos originarios del continente. Sin embargo ¿por qué tanta indignación si la historia del mundo está hecha de invasiones? Los europeos, al llegar a estas tierras, encontraron a su vez a otros usurpadores y opresores, que fueron los incas y los aztecas, quienes levantaron sus imperios a fuerza de sangre y violencia contra otros pueblos. Así ha sido el dinamismo de los acontecimientos humanos. Sin duda se deben señalar los errores y las atrocidades que se han cometido, pero toda civilización es fruto de mezclas que nunca fueron pacíficas, como sucedió con los mismos hebreos, quienes para ocupar la Tierra prometida tuvieron que invadirla. La bendición de Dios suele llegar por medio de las vicisitudes humanas. Con Cristóbal Colón llegó también la gracia y la Palabra de vida. Así nuestro continente americano pasó de las tinieblas del paganismo a la luz la fe en Jesucristo, con abundantes frutos de civilización y, sobre todo, de vidas santas que hoy, como faro, iluminan al mundo. El Pbro. Eduardo Hayen es un sacerdote de la Diócesis de Ciudad Juárez y director del periódico Presencia. ¿Ya conoces nuestra revista semanal? Al adquirir un ejemplar o suscribirte nos ayudas a continuar nuestra labor evangelizadora en este periodo de crisis. Visita revista.desdelafe.mx  o envía un WhatsApp al +52 55-7347-0775 Los artículos de opinión son responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe. Artículo publicado originalmente en el blog del P. Eduardo Hayen
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Autor

Ordenado sacerdote para la Diócesis de Ciudad Juárez, México, el 8 de diciembre de 2000, tiene una licenciatura en Ciencias de la Comunicación (ITESM 1986). Estudió teología en Roma en la Universidad Pontificia Regina Apostolorum y en el Instituto Juan Pablo II para Estudios del Matrimonio y la Familia. Actualmente es párroco de la Catedral de Ciudad Juárez, pertenece a los Caballeros de Colón y dirige el periódico www.presencia.digital 

El 12 de octubre es una fecha para conmemorar el encuentro de dos mundos; un día para redescubrir y agradecer nuestra identidad cultural. No todos se alegran por ello. El Descubrimiento de América y temas relacionados –como la Conquista de México–, encuentran rabiosa oposición en grupos que, con resentimiento, ven estos hechos como la gran invasión y masacre que perpetraron los europeos en tierras americanas. Muchos, por el contrario, afirmamos que aquel 12 de octubre de 1492 abrió la historia hacia mejores horizontes con la llegada del Evangelio y la civilización a los territorios del Nuevo Mundo.

La humanidad siempre ha vivido en permanente inquietud. Salir de la propia tierra para explorar nuevos territorios es una constante en la historia de los pueblos. En el siglo XV los portugueses eran los reyes de los mares. El tratado de Alcacovas había puesto fin a la guerra entre Castilla y Portugal con el acuerdo de que Portugal dejaba de reclamar tierras a Castilla y ésta se comprometía a no meterse en la inmensidad del océano. Los portugueses obtuvieron del papa Sixto IV la bula en que ratificaba el acuerdo, y a Portugal se le atribuyeron los territorios “al sur de las Canarias”, es decir, la mitad de Florida, las Antillas, casi México en su totalidad y el resto de centro y Sudamérica.

Se cree que en 1481 ya los portugueses habían descubierto América. Un gran número de historiadores no creen que Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo, sino que fue el primero el obtener un documento jurídico que le concedió esos territorios. El historiador Christian Duverger afirma que Colón sabía, desde el inicio, hacia dónde navegaba en aquellas tres carabelas: la Pinta, la Niña y la Santa María. Buscaba Haití, y lo encontró, pero además sabía cómo regresar al viejo continente. Fue quien trazó la ruta de ida y de regreso, aunque otros ya habían ido.

Después de 36 días de navegación, Colón descubrió las Bahamas. De allí tocó Cuba y después la isla de Haití, a la que llamaron La Española. En 1493 el Descubridor regresó a España donde fue recibido en Barcelona con un solemne Te Deum por la reina Isabel de Castilla. Entonces se trató el problema de la propiedad de aquellas tierras descubiertas. Juan de Portugal las reclamaba según el tratado de Alcacovas, pero la Providencia quiso que el Romano Pontífice en aquellos años fuera un español. Se trataba de Rodrigo Borja, conocido como Alejandro VI, quien fue clave en la historia del continente americano.

La repartición del Nuevo Mundo tuvo algunas modificaciones. Al principio Juan de Portugal enfureció por la falta de respeto a los acuerdos de 1481, pero finalmente Alejandro VI terminó por conceder Brasil a Portugal, y el resto de América a España. Con los tratados de Tordesillas de 1494 quedó conformada la geopolítica de América.

Mientras tanto Alejandro VI confirió el título oficial de “Reyes Católicos” a Fernando e Isabel y estableció con ellos un concordato llamado “el patronato”, que permitía a los reyes el nombramiento de cargos eclesiásticos a cambio de cristianizar las “Indias occidentales”, es decir, América. Convertir a los indígenas fue la otra cara de la moneda de la donación de los territorios, y será una misión de los Reyes Católicos y de sus herederos.

Hoy los progres insisten en que el descubrimiento de América fue un hecho monstruoso, una brutal invasión y saqueo de los pueblos originarios del continente. Sin embargo ¿por qué tanta indignación si la historia del mundo está hecha de invasiones? Los europeos, al llegar a estas tierras, encontraron a su vez a otros usurpadores y opresores, que fueron los incas y los aztecas, quienes levantaron sus imperios a fuerza de sangre y violencia contra otros pueblos.

Así ha sido el dinamismo de los acontecimientos humanos. Sin duda se deben señalar los errores y las atrocidades que se han cometido, pero toda civilización es fruto de mezclas que nunca fueron pacíficas, como sucedió con los mismos hebreos, quienes para ocupar la Tierra prometida tuvieron que invadirla.

La bendición de Dios suele llegar por medio de las vicisitudes humanas. Con Cristóbal Colón llegó también la gracia y la Palabra de vida. Así nuestro continente americano pasó de las tinieblas del paganismo a la luz la fe en Jesucristo, con abundantes frutos de civilización y, sobre todo, de vidas santas que hoy, como faro, iluminan al mundo.

El Pbro. Eduardo Hayen es un sacerdote de la Diócesis de Ciudad Juárez y director del periódico Presencia.

¿Ya conoces nuestra revista semanal? Al adquirir un ejemplar o suscribirte nos ayudas a continuar nuestra labor evangelizadora en este periodo de crisis. Visita revista.desdelafe.mx  o envía un WhatsApp al +52 55-7347-0775

Los artículos de opinión son responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

Artículo publicado originalmente en el blog del P. Eduardo Hayen


Autor

Ordenado sacerdote para la Diócesis de Ciudad Juárez, México, el 8 de diciembre de 2000, tiene una licenciatura en Ciencias de la Comunicación (ITESM 1986). Estudió teología en Roma en la Universidad Pontificia Regina Apostolorum y en el Instituto Juan Pablo II para Estudios del Matrimonio y la Familia. Actualmente es párroco de la Catedral de Ciudad Juárez, pertenece a los Caballeros de Colón y dirige el periódico www.presencia.digital