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COLUMNA

Comentario al Evangelio

Evangelio y lecturas de la Misa del domingo 24 de noviembre 2024

“Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”.

6 noviembre, 2024
Evangelio y lecturas de la Misa del domingo 24 de noviembre 2024
“Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí”. Foto Especial.

Estas son las Lecturas, el Salmo y el Evangelio de la Misa dominical del 24 de noviembre 2024. ¡Conócelas!

Lecturas y Evangelio del 24 de noviembre de 2024

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Daniel (7, 13-14)

Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Palabra de Dios.

Te recomendamos: ¿Qué significado tiene la Fiesta de Cristo Rey?

Salmo

Salmo 92

R/. El Señor reina, vestido de majestad.

El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.

Segunda lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (1, 5-8)

Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Mirad: El viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén.
Dice el Señor Dios: “Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso”.
Palabra de Dios.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Juan (18, 33b-37)

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: “¿Eres tú el rey de los judíos?”.
Jesús le contestó: “¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?”.
Pilato replicó: “¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?”.
Jesús le contestó: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí”.
Pilato le dijo: “Conque, ¿tú eres rey?”.
Jesús le contestó: “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”.
Palabra del Señor.

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Comentario al Evangelio: El servidor de todos

Fuera de Dios, toda creatura es temporal. La comunidad cristiana está inmersa en la temporalidad y tiene un comienzo y un final.

El sentido de la celebración de esta solemnidad el trigésimo cuarto domingo del tiempo ordinario es subrayar que el término temporal de la Iglesia no radica en una fecha del calendario, sino en el hecho de Cristo cabeza de todo, rey de toda la creación.

A lo largo de la historia de la Iglesia, no han sido pocas las tentaciones de asimilar el reino de Dios a los reinos humanos, pero esto ha demostrado ser un gran error, que la comunidad cristiana ha pagado caro con el descrédito, pues invariablemente los reinos humanos han llegado a la decadencia y la corrupción.

Decir que Cristo es rey no es bautizar, ni mucho menos canonizar a los gobernantes que se dicen cristianos, ni siquiera al Papa. Esto lo constatamos en el desuso de la tiara (triple corona) desde el Papa Juan Pablo primero, quien la usó por última vez fue Paulo VI (1964).

Nuestra fe en el reinado de Cristo no contradice el ejercicio del poder político sobre nosotros los cristianos. San Pablo en su carta a Tito (3,1) pide que los cristianos seamos obedientes a los gobernantes, la carta a Diogneto (s. III d.C.), corrobora esta obediencia diciendo que los cristianos cargamos las responsabilidades de este mundo como todos los demás, pero al mismo tiempo vivimos como extranjeros, pues anhelamos una patria eterna.

Para quienes aspiran a servir como gobernantes del pueblo, es todo un reto profesar su fe cristiana, pues Jesús fue radical al proponer que el mayor debe ser el servidor de todos, a ejemplo suyo: “yo estoy entre ustedes como el que sirve” (cfr. Lc 22,26-27).