¿Por qué la Iglesia no permite esparcir o tirar las cenizas de los difuntos?

Leer más
COLUMNA

Comentario al Evangelio

Evangelio 10 septiembre 2023: “Lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos”

Es necesario considerar que la corrección fraterna no significa estarse inmiscuyendo en la vida de los demás

8 septiembre, 2023

Evangelio 10 de septiembre 2023, según san Mateo 18, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
“Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.

En verdad les digo que todo lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. Les digo, además, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

La corrección fraterna

La frase que une el pasaje evangélico del domingo pasado con el texto de hoy es la siguiente: “Dios no quiere que ninguno de estos pequeños se pierda”; así, para que se lleve a la realidad esta exhortación surge el proceso caritativo de la corrección fraterna, compuesto por tres movimientos, y un punto conclusivo:

Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas.
Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas (testigos).
Si ni así te hace caso, díselo a la comunidad.
Y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él.

Si notamos, los tres primeros movimientos son conducidos hacia la realización de aquel “que ninguno se pierda”, el último también sigue siendo expresión de caridad, pues es el respeto a la decisión de quien decide alejarse.

De hecho, el Evangelio de este 10 de septiembre 2023 fue fundamental en la praxis de los primeros cristianos, quienes perseveraban a toda costa en el perdón que habían recibido en el bautismo, mismo que suscitaba en ellos la corrección como un signo de estar dentro de la comunidad y en un discipulado más auténtico en torno al Señor.

Al final, la corrección también se comprende como un ejercicio de perdón no solo a nivel individual, sino en una perspectiva comunitaria; pues la ofensa a uno de los hermanos constituye división en toda la comunidad.

Por eso, es importante considerar como se va implicando la comunidad en esta correción-perdón. Como escribe el teólogo Virgilio Elizondo: “Perdonar no significa olvidar; antes bien, si hubiese podido olvidar, no sería necesario perdonar. La verdadera virtud consiste en el perdonar propio recordando, porque perdonar significa ser liberados de la ira interior, de los resentimientos y de la búsqueda de la venganza que consuma cada fibra de mi ser”.

Por último, es necesario considerar que la corrección fraterna no significa estarse inmiscuyendo en la vida de los demás, pensando: “Yo soy perfecto y los demás no”. Si decimos que, es un ejercicio de caridad, buscando realizar el bien de la persona y de la comunidad, ésta tiene como aliada a la humildad; pues en la corrección la persona comprende también sus propios errores y lo que tiene qué trabajar. Que el Señor nos conceda, entonces, caridad para corregir, prudencia al hablar y humildad para trabajar lo que cada uno es. Así sea.

Más artículos el autor: Evangelio 13 de agosto 2023: Fija la mirada en Jesús: ¡No te hundas!

Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.