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COLUMNA

Columna invitada

Vida Profesional y Espiritualidad Laical

La espiritualidad del laico debe vivirse con una actitud integradora que reconoce la diversidad, escuchando las diferentes voces y reconociendo que habitamos en un contexto multicultural, en donde como cristianos dialogamos con personas de otras creencias religiosas, sociales o políticas.

17 enero, 2023

La espiritualidad del laico tiene que ser una espiritualidad “en” y “para” la sociedad, desde una situación concreta. En este sentido, la espiritualidad del laico ha estado presente desde el Concilio Vaticano II, al asumir que “la vocación de los fieles laicos a la santidad implica que la vida según el Espíritu se exprese particularmente en su inserción en las realidades temporales y en su participación en las actividades terrenas” (§17 Christifideles Laici).

La vida cotidiana del laico no debería ser ajena a su espiritualidad, más bien es una “ocasión de unión con Dios y de cumplimiento de su voluntad, así como también de servicio a los demás hombres, llevándoles a la comunión con Dios en Cristo” (§17 Christifideles Laici).

La sacralización de lo mundano es una de las tareas de la espiritualidad del laico, ya que su campo de “actividad evangelizadora, es el mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de la economía, y también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios de comunicación de masas, así como otras realidades abiertas a la evangelización como el amor, la familia, la educación de los niños y jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento, etc” (§70 Evangelii Nuntiandi).

Hoy en día la mayor parte de la vida del laico, la vive en su espacio profesional que puede ser una oportunidad, para vivir desde esta situación concreta su espiritualidad, en medio de la sociedad y para la sociedad. La espiritualidad del laico se expresa, en este contexto, en el servicio a los demás, desde su profesión y en el ámbito de su trabajo. Las
relaciones laborales que establecemos mundanamente son sacralizadas al ser mediadas y reguladas por la caridad, pináculo de la espiritualidad laical, ya que la caridad “lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en la dimensión social que las une” (§207 CDSI).

De ahí que, como laicos, nuestra espiritualidad, situada en el ámbito de nuestra profesión debe tener una doble actitud, una que responde a la actividad propia de nuestro quehacer y otra actitud que ilumina esta actividad, desde una visión escatológica que dé testimonio del amor expresado en forma de caridad. Por ello, la Iglesia de Cristo exhorta a los laicos “a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espíritu
evangélico” (§43 Gaudium et Spes).

La espiritualidad del laico implica incorporar a su vida profesional, la experiencia de la vida según el Espíritu Santo, es decir, cada acción que emprendamos en nuestra labor profesional esté guiada por el amor del Espíritu Santo, al realizar, lo anterior, estamos cumpliendo con el mandato de cristianizar al mundo, dando testimonio de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana (§43 Gaudium et Spes).

Por tal motivo, la espiritualidad del laico debe vivirse con una actitud integradora que reconoce la diversidad, escuchando las diferentes voces y reconociendo que habitamos en un contexto multicultural, en donde como cristianos dialogamos con personas de otras creencias religiosas, sociales o políticas.

La espiritualidad del laico, en este tenor es un reto constante de persistir en la unidad en el día a día, de estar reconciliando en todo momento la fidelidad a Cristo con los deberes mundanos (§37 Gaudium et Spes), recordando siempre lo enunciado por el apóstol San Pablo, “todo cuanto hagáis, de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre” (Col 3, 17).

Escrito por:  Mtro. Jesús Valle Torres, docente de la Maestría en Misionología de la
Universidad Intercontinental (UIC)

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