Charlie Kirk y tres preguntas para evaluar el valor de defender la fe
Reflexiona sobre cómo mantenerte firme en tu fe en una sociedad que exige respeto a todas las ideologías, con tres preguntas clave para defender tus creencias.
Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Valle de México y está certificada como Coach Ontológico por parte del Tecnológico de Monterrey CEM. También tiene una especialidad en Logoterapia por parte del Instituto Mexicano de Tanatología. Instructor y facilitador en temas de desarrollo humano y empresarial, tales como: Sentido de Vida y Trabajo, Inteligencia emocional, Liderazgo, Coaching, Comunicación Asertiva, entre otros. Actualmente es Socia Fundadora de Sensum, empresa especializada en estrategias de sentido para empresas y personas.
En un mundo en donde la diversidad y el respeto a las diferencias es una prioridad en la agenda política, social, económica y familiar, es importante encontrar cuál es nuestra postura ante esta realidad.
Recientemente, el asesinato del activista conservador Charlie Kirk nos deja ver que muchas veces quiénes exigen respeto a todas las ideologías, no necesariamente actúan así ante sus rivales de pensamiento. Entonces, resulta contradictorio que por un lado luchen por la libertad de expresión cuando por otro lado apagan de manera atroz la voz de quienes también tienen derecho a defender su postura de forma contundente, como lo hacía Kirk.
Más allá de entrar en debates, este tipo de sucesos nos pueden llevar a la introspección para reflexionar y examinar qué tanto valor tenemos nosotros mismos para defender nuestro credo, y hablar de Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida, no necesariamente ante las multitudes, sino dentro de nuestras esferas más cercanas, empezando por nuestra propia familia.
¿Cuántas veces no preferimos terminar una conversación sensible con la salida fácil de que sobre religión, política y futbol no se habla? No estoy proponiendo desenvainar la espada y llegar a plantear temas escabrosos en cada reunión social en la que se presente la oportunidad. Creo que habla más nuestro testimonio de vida que nuestras propias palabras y ese siempre debe ser el enfoque real de nuestro mensaje.
Sin embargo, tampoco se trata de evadir los temas y difuminar nuestra opinión en un discurso liberal y relativista disfrazado de respeto, que nos deje bien parados ante la sociedad, pero muy tambaleantes en nuestros valores como católicos.
“De nada sirve que una persona gane en este mundo todo lo que quiera, si al fin de cuentas pierde su vida. Y nadie puede dar nada para salvarla”. Mateo 16:25.
Es por eso que te invito a que te hagas tres preguntas que te permitan evaluar el nivel de valor que tienes para defender tu fe en medio de una crisis mundial de valores.
- ¿Cuál es la diferencia entre ser tolerante y laxo?
Ser tolerante significa reconocer y valorar las diferencias entre las personas, sin verlas como un atentado, pero la clave radica en que ninguna de estas ideas atente contra la dignidad humana. Éste es precisamente el punto de partida para entender si debemos o no emitir nuestra inconformidad ante ciertas posturas.
Por su parte, algo laxo se define como flojedad o falta de tensión de las estructuras elásticas de un tejido. En el contexto del tejido social, me parece un ejemplo muy claro hablar de la “falta de tensión”, cuantas veces por encajar fácilmente en los diferentes círculos sociales no eliminamos toda la tensión que puede conllevar ser autentico y defender nuestras creencias y opiniones.
- ¿Estoy abierto al conocimiento, tanto como a la sabiduría?
Entendiendo que el conocimiento informa y la sabiduría transforma, es necesario que busquemos un balance justo en nuestra búsqueda de ambas cualidades. Si bien es necesario estar enterado y al tanto de todas las tendencias mundiales y de la forma en que la sociedad ha evolucionado, es igual o más relevante no dejar atrás toda aquella experiencia que hemos adquirido a partir de la vivencia de miles de generaciones y las enseñanzas que nos han transmitido.
Dios no pasa de moda, sigue vigente y su mensaje es hoy más relevante que nunca, es la única respuesta ante el vacío existencial que experimentan las nuevas generaciones, quienes viviendo en la era de la información donde todo está a la mano de manera inmediata, también es la era en donde más tristeza y falta de sentido han experimentado, no en vano el inminente incremento en las tasas de suicidio entre los niños y jóvenes.
“En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera”. Santiago 3:17
- ¿Lo que digo me acerca a Dios o me aleja de Él?
Podemos engañar a todos, pero nunca a Dios ni a nosotros mismos, muy en el fondo somos conscientes de las veces que reímos ante un comentario burlesco o poco respetuoso contra la iglesia o contra el mismo Dios.
Recibimos en silencio algunos chistes o memes que agravian nuestra fe. Callamos ante posturas radicales que aseveran lo contrario a nuestro credo, muchas veces por ignorancia sobre los temas de nuestra religión, pero más aún por el miedo a ser rechazados o tachados de “mochos y persignados”.
Todos estos actos de omisión nos hacen sentir más lejos de Dios, en el fondo sabemos que lo estamos negando ante los hombres, aunque en la intimidad de nuestro corazón lo aceptemos como nuestro único Dios, pero ¿es esto lo que Él espera de nosotros?
“Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 10:33
En un mundo en el que reina la intolerancia no será una revolución en las ideas la que nos haga crecer como sociedad, sino una revolución en nuestra consciencia, en la búsqueda de Dios como el centro de nuestra existencia y las decisiones subsecuentes a este enfoque.