Influencer Danny Alfaro vuelve a Misa tras 10 años: la historia detrás de su regreso a la Iglesia

Leer más
COLUMNA

Columna invitada

“Guerreras K-pop”: por qué ver la película con los hijos y claves para convertirla en aprendizaje

La película “Guerreras K-pop” atrae a los niños con canciones y personajes fascinantes, pero muchos de sus mensajes pueden ser confusos si se ven sin acompañamiento.

28 octubre, 2025
“Guerreras K-pop”: por qué ver la película con los hijos y claves para convertirla en aprendizaje
Las neurociencias advierten que antes de los 12 años el cerebro no procesa los símbolos como metáforas. Foto: Especial
POR:
Autor

Sacerdote de la Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico. Actualmente cursa estudios doctorales en la Pontificia Academia Alfonsiana de Roma en teología moral. Es Licenciado en Teología Moral por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y Maestría en Bioética por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma y estudios de investigación en el Edmund D. Pellegrino Center for Clinical Bioethics de Georgetown University en Washington D.C. Graduado de Maestría (MDiv.) en teología por el Centro de Estudios Dominicos del Caribe en Puerto Rico (Bachillerato en teología por la Pontificia Universidad Angelicum de Roma) y Bachillerato en Artes y Humanidades con concentración en filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. Ha desempeñado sus labores pastorales como sacerdote en la Arquidiócesis de San Juan como administrador de la parroquia Santa María de los Ángeles, rector interino del Seminario Mayor Arquidiocesano, profesor de filosofía y ética en la Universidad de Central de Bayamón en Puerto Rico, además de ser profesor de teología moral, ha desarrollado actividades de presentador en diversas conferencias en temas de teología moral, bioética, neuroética, neurociencias, ética de la inteligencia artificial y promoción de espacios seguros y protección de menores y personas vulnerables contra los abusos. 

Laura entró al cuarto de su hija Sofía, de nueve años, y la encontró frente al espejo, maquillándose mientras repetía una canción: “I’m the only one who’ll love your sins, feel the way my voice gets underneath your skin”. (Soy el único que ama tus pecados, siente cómo mi voz se mete bajo tu piel). —Es de las Guerreras K-Pop, mamá —dijo Sofía—. ¡Está de moda! Esa noche, Laura buscó la película. Era la más vista en Netflix, sus canciones triunfaban en Spotify y los bailes eran tendencia en TikTok.

Los «demonios» tenían apariencia humana; son unos chicos atractivos con voces hipnóticas, que «amaban los pecados» de las protagonistas. El demonio jefe se infiltraba en las mentes y susurraba los miedos y las inseguridades emocionales: «no vales nada», «eres un fracaso», «nadie te quiere». Aunque al final el bien triunfaba, Sofía no había llegado a esa parte.

Se había quedado donde el mal parecía fascinante. Laura decidió no prohibir, sino acompañar. Vieron juntas la película, y le ayudó a discernir el mensaje positivo de la canción más famosa: «Golden». Las guerreras cantan al bien, al trabajo en equipo a la valentía de sanar heridas del pasado. Nacimos para brillar, sin miedo y sin mentiras, cazadoras del mal que intentan apagar la luz.

En el fondo, «Golden» es un himno al bien, a esa voz esa voz de Dios que también nos conoce y nos habla al corazón: «tu vales todo mi amor», amor que se encarna, redime y muere por nosotros. La luz de Dios es la única que nos hace brillar: «Dios es la Luz y todos somos hijos de la luz” (1 Tes 5,5).

Leer la cultura con discernimiento

Las neurociencias advierten que antes de los 12 años el cerebro no procesa los símbolos como metáforas. Cuando un niño escucha que «el mal te ama» o «entra bajo tu piel», lo entiende literalmente. El neuropsiquiatra Bruce D. Perry explica que las imágenes y emociones repetidas crean mapas neurológicos que luego usamos para interpretar la realidad. Por eso, lo que parece «fantasía» puede convertirse en modelo emocional.El sociólogo Zygmunt Bauman decía que la cultura líquida disuelve las fronteras morales al hacer el mal «bello». En Demon Hunters, los demonios cantan, brillan y seducen. El mensaje es sutil pero peligroso, el mal puede parecer comprensivo, incluso amable. Y aquí está el riesgo: esa es la lógica del abuso. Los depredadores se presentan como amigos, no como amenazas.

No toda batalla espiritual es para niños

La tradición cristiana enseña prudencia ante lo demoníaco. Santo Tomás de Aquino recordaba que la verdad debe presentarse según la capacidad y madurez del oyente. Exponer el mal sin raíces de fe sólida solo confunde. El Catecismo (CIC 2847-2849) enseña que el diablo seduce y engaña, pero esa enseñanza está dirigida a creyentes formados, no a niños que aún viven en el terreno de la fantasía.

¿Cómo discernir en casa?

Evalúa la madurez: ¿tu hijo distingue ficción y realidad? Si no, el contenido es prematuro.

Acompaña: haz pausas, pregunta, contrasta con el Evangelio: —¿Jesús usa el pecado para dominar o para liberar?

Aprovecha para educar: enseña que quienes manipulan afectivamente actúan igual que esos personajes. Que aprendan a desarrollar una sana autoestima y a saber escuchar la voz de Dios en la oración.

Mirar con fe

El problema no es que existan películas así, sino que muchos padres las dejan como niñera digitale. San Pablo aconseja: «Examínenlo todo y quédense con lo bueno» (1 Tes 5,21). Pero esa tarea es de adultos. Hasta que la conciencia de los hijos madure, debemos discernir por ellos y con ellos. No se trata de prohibir ni de temer, sino de formar. Solo una voz merece habitar el corazón de nuestros hijos: la del Cordero que venció al dragón, no con seducción, sino con amor que da la vida.

Tres ideas para reflexionar

  • La belleza puede educar o confundir. Enseñemos a distinguirla.
  • No basta amar a los hijos: hay que acompañar sus pantallas.
  • La libertad cristiana consiste en elegir lo que edifica.

Autor

Sacerdote de la Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico. Actualmente cursa estudios doctorales en la Pontificia Academia Alfonsiana de Roma en teología moral. Es Licenciado en Teología Moral por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y Maestría en Bioética por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma y estudios de investigación en el Edmund D. Pellegrino Center for Clinical Bioethics de Georgetown University en Washington D.C. Graduado de Maestría (MDiv.) en teología por el Centro de Estudios Dominicos del Caribe en Puerto Rico (Bachillerato en teología por la Pontificia Universidad Angelicum de Roma) y Bachillerato en Artes y Humanidades con concentración en filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. Ha desempeñado sus labores pastorales como sacerdote en la Arquidiócesis de San Juan como administrador de la parroquia Santa María de los Ángeles, rector interino del Seminario Mayor Arquidiocesano, profesor de filosofía y ética en la Universidad de Central de Bayamón en Puerto Rico, además de ser profesor de teología moral, ha desarrollado actividades de presentador en diversas conferencias en temas de teología moral, bioética, neuroética, neurociencias, ética de la inteligencia artificial y promoción de espacios seguros y protección de menores y personas vulnerables contra los abusos.