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¿Por qué celebrar el “Día del padre”?

16 junio, 2020
¿Por qué celebrar el “Día del padre”?
La vuelta al nido de los hijos suele complicar la vida de los padres.

En pocas ocasiones tenemos la oportunidad de hablar del papel del hombre como papá; quizá porque nuestra cultura tiene una arraigada tradición de exaltar a las madres, pero también y, sobre todo, porque ciertas ideologías y movimientos feministas se han encargado no sólo de pretender una supuesta “igualdad de sexos”, sino también de denostar, agredir y menospreciar la figura del hombre, su masculinidad y su trascendente papel dentro de la familia, como esposo y padre.

Si bien la comunicación y la intimidad con el hijo inicia nueve meses antes para la mamá que lo lleva y lo nutre en su vientre, la aventura y la responsabilidad de ser padres inicia para ambos desde el momento de la concepción. La paternidad es un acto de fe, y la espera y el acompañamiento a la madre durante el embarazo, es la primera lección de amor de papá que recibe el pequeño bebé que ya reconoce su voz.

Un papá amoroso crea un vínculo cálido y estrecho con su pequeño, como hombre reafirma la masculinidad o feminidad de su hijo o hija, con su presencia y participación en la tarea educativa modela su temperamento y su afectividad; al hacerle sentir incondicionalmente amado y aceptado, y al ejercer su autoridad le permite crecer con los límites adecuados a su edad en su largo camino hacia la libertad.

Poco sabemos de san José, que en su gran humildad y sencillez ha pasado de una manera casi silenciosa en la vida pública de Jesús; sin embargo, hablar de él es hablar del más grande de los santos, el que amó profundamente a María y a su Hijo. San José debió ser un hombre recio y protector, responsable y educador que enseñó a su Hijo un oficio para vivir.

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Proporcionar al Niño los primeros cuidados, enseñarle las primeras palabras, los primeros pasos, las primeras letras, fueron naturalmente una tarea compartida entre María y José, como fue también enseñar al pequeño Jesús las primeras oraciones que con profunda devoción repetían su Madre y su padre terrenal.

La vocación del papá en la época actual no ha cambiado en su esencia: amar, proteger, educar, formar hombres y mujeres de bien, y ser ejemplo de Fe.



¿Qué tan grande será Dios -decía un niño- que mi padre se arrodilla ante Él?

En una época de crisis mundial, en que se ha cuestionado el valor de la vida, el valor de la familia y el valor de la maternidad y la paternidad, el coronavirus nos ha obligado a volver los ojos a nuestras propias familias y a reencontrar en el hogar el refugio en que todos nos cuidamos y protegemos, porque finalmente es el lugar de encuentro de quienes se aman.

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El ya próximo “Día del padre” en cuarentena será seguramente un día diferente. La prudencia nos dicta festejarle en la intimidad, y el corazón nos grita que es la gran oportunidad de revalorar la vocación de la paternidad y su urgente labor en la formación de hombres y mujeres de bien para la construcción de una mejor sociedad.

¡GRACIAS PAPÁS!

 





Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos. 

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