Nuestra Santa Madre Iglesia nos enseña que, al morir, nuestra alma inmortal recibe un juicio particular de toda nuestra vida en el que se define si pasaremos la eternidad en el cielo, en el infierno o en el purgatorio.
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El cielo es el destino inmediato –nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica- de quienes mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven “tal cual es”, cara a cara.
El infierno, por el contrario, es el destino de aquellos que mueren en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra “infierno”.
Pero, ¿qué es el purgatorio?
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La purificación final
Entre los que mueren en la gracia de Dios y están perfectamente purificados, y aquellos que mueren en pecado mortal sin arrepentimiento, hay otras tantas personas que también están en gracia de Dios, pero la purificación de su alma es imperfecta.
Retablo Cerámico de las Ánimas benditas del purgatorio.
“La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados” explica el Catecismo, y añade que la doctrina de fe relativa al purgatorio se profundizó principalmente en los concilios de Florencia y de Trento.
“Desde los primeros tiempos –agrega el Catecismo de la Iglesia Católica-, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios”.
La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos.
Se puede ayudar a las almas del Purgatorio
La Iglesia Católica nos enseña que podemos ayudar a nuestros difuntos a llegar a Dios, pero únicamente a quienes se encuentran en el purgatorio, pues quienes están en el cielo no necesitan ayuda, y ya nada se puede hacer por un difunto que ha caído en el Infierno.
Una forma es a través de la Indulgencia Plenaria. El alma que está en el purgatorio no puede ganar la indulgencia para sí, pero nosotros sí le podemos alcanzar este regalo.
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