Cielo y tierra

¿Harto de tus defectos? Tres pasos para decirles adiós

En los partidos de deportes como futbol o basketball es común ver que al jugador estrella, del que el equipo contrario teme que pueda hacer muchas anotaciones, éste asigne a uno o varios jugadores que se dediquen a hacerle la vida imposible: se le ponen delante para interceptar la bola antes de que enceste o meta gol, incluso llegan a taclearlo o meterle el pie para que se caiga e impedir así una jugada que le daría a su equipo la victoria.

A los fans de esa estrella deportiva les desespera ver que sus contrarios le aplican lo que se conoce como ‘marcaje personal’, que consiste en no dejarlo ni a sol ni a sombra para que no pueda anotar, pero a nosotros puede provocarnos el efecto contrario, si aplicamos ese ‘marcaje personal’ a la vida de fe.

Considera esto: los directores espirituales insisten siempre en que quien no avanza, retrocede, que no nos podemos conformar con quedarnos como estamos, así que tenemos que estar siempre luchando por erradicar nuestros defectos. Y recomiendan que no intentemos eliminarlos todos a la vez pues nos resultará imposible y nos desanimaremos. Proponen que elijamos uno, el principal, el peor, y lo trabajemos. ¿Cómo? Haciéndole ‘marcaje personal’, es decir, traerlo corto, impedirle anotar, no dejarle ganarnos la partida.

¿Cómo se logra esto? San Francisco de Sales sugería estas 3 cosas:

1. En la mañana pide ayuda al Espíritu Santo. Que te ayude en este combate, que te dé luz para captar situaciones en las que tu defecto te puede ganar, y te dé la fuerza de voluntad para evitarlas.

Considera lo que vas a hacer durante el día, y si habrá momentos en que te verás en mayor riesgo de caer, prepárate de antemano para evitar la caída. Por ejemplo, si tu defecto es que te gusta chismear, y justo vas a verte con amistades a las que les encanta el chisme, lleva en mente varios temas que puedas introducir en la conversación para desviarla si empiezan a hablar mal de alguien.

2. A lo largo del día (por ejemplo a media mañana y a media tarde) examina cómo vas, si caíste en ese defecto y por qué, o si lograste mantenerte firme, y qué te ayudó a lograrlo. Y que tus caídas no te desanimen, sino te animen a tomarte más firmemente de la mano de Dios. Sigue pidiéndole Su gracia.

3. En la noche, al ir a dormir, examina cómo te fue con respeto a ese defecto. Da gracias a Dios por las veces en que no caíste, y si caíste y tu caída amerita acudir al Sacramento de la Confesión, proponte ir lo más pronto posible. Y sigue pidiendo ayuda.

Si haces esto diario se cumplirá en ti lo que decía Tomás de Kempis en su libro ‘Imitación de Cristo’ que si cada año desarraigamos un vicio, pronto seremos santos.

Más artículos del autor: ¿Cómo iluminar el mundo con tu oración?

*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe

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Alejandra Sosa

Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años.

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