Angelus dominical: Si el año te dejó heridas…
Si el año te dejó heridas de cualquier tipo, tal vez puedas curarlas debidamente y ni te preocupes de las cicatrices, que durarán sensibles un rato, pero luego se integran a la vida como si siempre hubieran sido parte de nuestro cuerpo.
HACE UN AÑO -y justamente al inicio de enero- me fui de bruces tan tremendamente que la rodilla izquierda floreció en tremenda llaga como nunca la había tenido; y como me caí en dirección a la playa y el sol apenas levantaba, pues no cambié mi rutina de media hora y me sumergí al mar bajo la sospecha de que me ardería hasta el fondo del alma, pero no: todo resultó más sencillo de lo que pensé y la costra no tardó en aparecer –unas tres horas después- firme, limpia y homogénea; ya por la noche vi al médico y dijo que mi herida estaba muy bonita…
NO FALTÓ UN TREMENDISTA que rápido –a pocos minutos de la caída- me dijo que esa herida estaba espantosa, que se me iba a infectar, que debía tomar antibióticos, que me pusiera tal o cual medicamento con nombre como de demonio metafísico, que debía guardar reposo, que si el polvo, que si el aire, que si la infección, que por ahí se me saldrían las tripas, que si las arañas…
¡UF!, ¡QUÉ FASTIDIO oir tanta perorata ansiogénica (¡epa!, creo que esa palabra no existe pero no encontré otra, y si no la entiendes ni te preocupes); yo no tuve mejor respuesta que tirarlo de a loco y esperar para ver cómo evolucionaba mi llaga luego de mi baño marítimo: no le puse absolutamente nada y bendije a Dios por su criatura, el agua de mar, que a pesar de tanta contaminación no deja de ser saludable…
Y DESDE HACE UN AÑO siguen sucediéndose en el ámbito nacional y local –como retahíla inevitable e inacabable- hechos y acontecimientos que darían material como para unos 10 filmes de terror, otros 8 de comedia, tal vez 12 de drama, 15 de ciencia ficción, apenas 2 románticos, solamente uno de género policiaco (podrían ser muchos pero fastidian rápido) y como 58 de fantasía (o de hiperrealidad, da lo mismo)…
MUCHOS DE LOS DICHOS HECHOS y acontecimientos sin duda han provocado heridas, contusiones y hematomas o chipotes que derivan en materia preferida de opinólogos y analistas de toda calaña; pero también se han dado hechos y acontecimientos exquisitos, enjundiosos, de filigrana y virguería que a cualquiera colmarían de gozo y satisfacción: tales dichosos hechos –por favor- no los pierdas de vista en tu entorno inmediato…
VUELVO A LAS HERIDAS –personales, familiares, sociales- para invitarte que las asumas y las respetes, que ni te angusties ni te apaniques, que ya la naturaleza nos ha dotado de anticuerpos y defensas internas, así como de remedios y medicinas de tantas calidades y virtudes que antes o después vendrá la salud, a como dé lugar… LA OTRA RODILLA y el resto del cuerpo siguieron funcionando adecuadamente, así como continúan haciendo su tarea tantos empleados federales y privados, tantos y tantos obreros y campesinos, multitud de mineros, barrenderos, panaderos, arquitectos, médicos, bailarines, bibliotecarios, paileros, pepenadores, artesanos, escultores, varilleros o barilleros…
AGRADEZCO LA PALABRA última –me la sugirió porque lo tengo frente a mí- al padre Darío Bragado, arcediano de la Catedral, que con su experiencia y conocimiento, con su broma y buen humor, a muchos nos sigue dando lata sin que obsten sus 64 años de vida sacerdotal y sin que mermen sus ganas de seguir sirviendo; y desde aquí le agradezco –a nombre propio y de quien se peque a estas líneas- su paciencia y ejemplo, su ministerio y fraternidad…
SIEMPRE QUEDARÁ una huella –cicatriz- ciertamente imborrable, y aunque estéticamente parezca o sea fea, también quedará tanto la experiencia de haber superado un mal, como la satisfacción de haber recuperado la salud; y para que la herida no se infecte y sane más rápido, pues ni la rasques ni la reseques: ¡dale su tiempo debido como buena medicina que lo es!…
SI EL AÑO QUE YA acabó (¡újale!, ya vamos a mitad del primer mes) te dejó heridas de cualquier tipo, tal vez puedas curarlas debidamente y ni te preocupes de las cicatrices, que durarán sensibles un rato, pero luego se integran a la vida como si siempre hubieran sido parte de nuestro cuerpo…
SIMÓN PEDRO CORTÓ la oreja de Malco (Jn 18, 12), pero Jesús rechazó la violencia y, tocando al herido, lo sanó (Lc 22, 51); yo no sé si habrá quedado cicatriz, pero al criado del sumo sacerdote jamás se le olvidó –más bien recordaría con enorme gratitud- lo sucedido, y hasta sospecho que se ha de haber convertido en enfermero profesional o algo parecido; otras heridas en la Biblia -¡gloriosas!- son las de Jesús Resucitado, heridas que mostró sin pena ni dolor, como garantía de la entrega hasta el extremo, como muestra incontestable de amor y superación (Jn 20, 24); ¿qué te parece si buscas que tus heridas sean como las de Jesús?…