Ángelus: poner la otra mejilla no significa quedar a merced del agresor
No siempre entendemos a la primera ciertas palabras de Jesús, y más bien solemos acomodar su sentido a nuestra conveniencia.
NO SIEMPRE ENTENDEMOS -a la primera y así de fácil- ciertas palabras de Jesús, y más bien solemos acomodar su sentido a nuestra conveniencia, como aquellas palabras de “den al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”: ¡cuántos políticos –sobre todo- han utilizado tal expresión con la intención de recluir a la Iglesia en un ámbito meramente devocional o religioso, olvidando que el mensaje de Jesús también incide en los múltiples campos del quehacer humano!…
CIENTÍFICOS DE BUENA CEPA no tienen reparo alguno en profundizar su investigación y experimentación dejando un debido margen a lo que escapa al ámbito de su especialidad: un astrofísico serio jamás dirá que Dios no existe solo porque en la exploración del cosmos no lo haya encontrado detrás de una galaxia o un cuásar, más bien seguirá dedicando su estudio y trabajo al campo propio del “césar”…
DE MODO SEMEJANTE un médico jamás podrá negar la existencia del alma argumentando que al hacer miles y miles de cirugías nunca ha encontrado el alma; es más, se han dado tantos casos en los que se hace humanamente inexplicable la curación instantánea y total de algún enfermo en situación crítica y extrema, al punto que no dudan en hablar de un “milagro”; tales médicos le dan a Dios lo que es de Dios…
HOY QUIERO REFERIRME a una palabra de Jesús que sigue siendo incomprendida, rechazada y manipulada, al punto que cuando la leas –en seguida ciertamente arquearás las cejas como diciendo “no, yo no”, o pondrás cara como de sope de antier y hasta te den ganas de darle la vuelta; en el evangelio de San Mateo (5,39) leemos: Si alguien te golpea en una mejilla, preséntale la otra…
¡QUIÚBOLE!, ¡YA TE VI poniendo ambas manos sobre los cachetes en señal clara de autocuidado o poniéndolas al frente para evitar la agresión!; entiendo perfectamente tu respuesta espontánea y yo mismo calificaría de saludable una actitud de autodefensa, pues la más lejana intención de Jesús es que nos quedemos abúlicos o le juguemos al indolente…
MUCHO SE EQUIVOCAN quienes afirman que la venganza hay que dejarla en manos de Dios, que será Él quien les dé su merecido, que no dejará sin castigo al agresor; otros más –que si se dicen católicos no dejan de ser ingenuos y/o fantasiosos- llegan a hablar del “karma” y lo entienden como una fuerza espiritual originada por las acciones del individuo y que no va más allá de una “venganza cósmica o espiritual”…
UNA BUENA COMPRENSIÓN de las palabras particulares y concretas de Jesús no se dará cuando las aislemos del resto de su predicación, ni cuando las pongamos fuera del amplio y bello marco de lo que él mismo llamó el “Reino de Dios” o “Reino de los cielos” y que no consiste en una realidad supraterrenal o empírea o misticoide…
ESTABA YO MUY EN PAZ hasta que escribí la última palabra del párrafo anterior y que no repetiré; de hecho, tuve que interrumpir la escritura para salir a que me diera el sol en ambas manos y me pasara el entumecimiento emocional que sufrieron mis pobres deditos: hablar de algo tan especial como la mística y pensar que se puede deformar, fue la causa de la crisis digital que ya pasó…
PONER LA OTRA MEJILLA jamás debe entenderse como quedarse a merced del agresor o permitir que el violento siga con sus tropelías, de ahí que la reciente expresión que tanto le ardió a quien le ardió, sencillamente viene a desenmascarar el poco seso de las fingidas estrategias de seguridad que ya evolucionan a “extranecias de inseguridad”: Ya no nos alcanzan los abrazos para tantos balazos…
DICHOSOS LOS QUE TRABAJAN por la paz, porque se les llamará hijos de Dios (Mt 5,9): basta y sobra esta palabra del mismo Jesús para entender que los brazos cruzados y los ojos en blanco no resolverán absolutamente nada; y miremos a Gandhi que puso pies en marcha y sin provocar violencia logró la independencia de su país, y miremos a Mandela que con su palabra y testimonio logró vencer siglos de irracional discriminación y desprecio, y miremos a quienes luchan por respetar la vida humana desde el vientre materno y sin matar ni agredir a nadie…
HOY PEDIMOS A DIOS –en todo el país- para que los victimarios puedan llegar a la conversión y dejen de ser nuevos Caínes para sus semejantes; y aunque llegue a su término la Jornada de Oración por la Paz a la que nos convocaron los obispos del país, seguiremos poniendo la otra mejilla una y mil veces, es decir, seguiremos en el trabajo por la reconciliación y la paz, en el esfuerzo por establecer caminos concretos y eficaces para que cese loa violencia y la inseguridad, sobre todo la que se justifica desde el miedo imprudente o desde la indiferencia cómplice de quien no es capaz de poner orden y respeto en la sociedad…
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