San Juan Pablo II: quién fue, qué hizo y por qué es importante para la Iglesia católica
San Juan Pablo II marcó la historia de la Iglesia católica con su testimonio de fe, su cercanía a los jóvenes y su devoción mariana. Fue un defensor incansable de la vida y la dignidad humana.
San Juan Pablo II, cuyo nombre de nacimiento fue Karol Józef Wojtyła, fue el Papa número 264 de la Iglesia católica y una de las figuras más influyentes del siglo XX, ya que su pontificado se extendió desde el 16 de octubre de 1978 hasta el 2 de abril de 2005, con lo que se ubicó como el tercero más largo de la historia, con casi 27 años de duración.
Debido a la gran labor que realizó como sucesor del Apóstol San Pedro, la Santa Sede y la Iglesia Universal recuerdan cada 22 de octubre al Papa San Juan Pablo II como un testigo incansable del Evangelio, un defensor de la dignidad humana y un pastor profundamente mariano.
¿Quién fue San Juan Pablo II?
Karol Wojtyła nació el 18 de mayo de 1920 en Wadowice, Polonia. En medio de la invasión nazi a su país, en 1942, al sentir la vocación al sacerdocio, ingresó al seminario clandestino de Cracovia y tras concluir la guerra continuó sus estudios en el seminario mayor de Cracovia, nuevamente abierto, y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal en Cracovia el 1 de noviembre de 1946.
Realizó estudios de doctorado en teología en la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, el Angelicum de Roma, con una tesis sobre la fe en san Juan de la Cruz. Esta formación mística marcó profundamente su espiritualidad, caracterizada por una vida de oración intensa, el amor a la Eucaristía y una devoción filial a la Virgen María bajo el lema “Totus Tuus” (“Todo tuyo”).
Antes de ser elegido Papa, fue profesor de ética y teología moral en la Universidad Católica de Lublin y participó activamente en el Concilio Vaticano II, donde colaboró en la redacción de documentos fundamentales como la Gaudium et spes (sobre la Iglesia en el mundo actual).
Obispo, Arzobispo, Cardenal y Papa
El 4 de julio de 1958 fue nombrado por Pío XII Obispo titular de Olmi y Auxiliar de Cracovia. Recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral del Wawel (Cracovia), de manos del Arzobispo Eugeniusz Baziak.
El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien le hizo cardenal el 26 de junio de 1967, con el título de San Cesareo en Palatio, Diaconía elevada pro illa vice a título presbiteral.
Además de participar en el Concilio Vaticano II (1962-1965), con una contribución importante en la elaboración de la constitución Gaudium et spes, el Cardenal Wojtyła tomó parte en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos anteriores a su pontificado.
Los cardenales reunidos en Cónclave le eligieron Papa el 16 de octubre de 1978. Tomó el nombre de Juan Pablo II y el 22 de octubre comenzó solemnemente su ministerio petrino como el 263 sucesor del Apóstol Pedro. Su pontificado ha sido uno de los más largos de la historia de la Iglesia y al durar casi 27 años.
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San Juan Pablo II, un Papa cercano a los fieles
Un aspecto que destacó en San Juan Pablo II fue su gran cercanía con los fieles, pues durante su pontificado, a diferencia de todos sus predecesores, se encontró constantemente con el pueblo de Dios y con los responsables de las naciones, y un ejemplo de ello lo es el hecho de que se estima que más de 17 millones 600 mil peregrinos participaron en las 1,166 Audiencias Generales que celebró únicamente los miércoles.
Ese número no incluye las otras audiencias especiales y las ceremonias religiosas, así como los millones de fieles que el Papa encontró durante las visitas pastorales efectuadas en Italia y en el resto del mundo. Hay que recordar también las numerosas personalidades de gobierno con las que se entrevistó durante las 38 visitas oficiales y las 738 audiencias o encuentros con jefes de Estado y 246 audiencias y encuentros con Primeros Ministros.
Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud y en las 19 ediciones de la JMJ celebradas a lo largo de su pontificado se reunieron millones de jóvenes de todo el mundo. Además, su atención hacia la familia se puso de manifiesto con los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994.
Otro aspecto relevante de Juan Pablo II fue que promovió el diálogo con los judíos y con los representantes de las demás religiones, convocándolos en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz, especialmente en Asís.
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Un pontificado histórico por su espíritu misionero
Es importante destacar que San Juan Pablo II ejerció su ministerio petrino con un incansable espíritu misionero, dedicando todas sus energías, movido por la “sollicitudo omnium Ecclesiarum” y por la caridad abierta a toda la humanidad.
Así, durante su pontificado realizó 104 viajes apostólicos internacionales, en los que visitó 129 países, y 146 por el interior de Italia, convirtiéndose en el Papa más viajero de la historia. Además, como Obispo de Roma, visitó 317 de las 333 parroquias romanas.
Entre los países que visitó con mayor frecuencia destacan:
- Polonia, su tierra natal, que visitó nueve veces.
- Francia, con ocho viajes apostólicos.
- México, en cinco ocasiones (1979, 1990, 1993, 1999 y 2002).
- España, que visitó en cinco ocasiones.
- Estados Unidos, al que acudió siete veces.
En cada visita, dejó mensajes de esperanza, defensa de la vida y compromiso con la justicia social. Su histórica primera visita a México en 1979, marcada por la frase “México, siempre fiel”, fortaleció el vínculo espiritual del país con el Papa polaco.
Virtudes humanas y espirituales de San Juan Pablo II
San Juan Pablo II destacó por su fortaleza física y espiritual, su capacidad de diálogo con creyentes y no creyentes, su espíritu de perdón y su defensa inquebrantable de la vida y la dignidad de toda persona. Fue un Papa profundamente alegre, cercano a los jóvenes y testimonio de esperanza incluso en medio del dolor.
De la misma manera, se reconoce el liderazgo que tuvo Juan Pablo II y que fue decisivo en la caída de los regímenes comunistas en Europa del Este, particularmente en su natal Polonia, gracias a su apoyo moral y espiritual al movimiento Solidarność.
El atentado y su fe en la Virgen
El 13 de mayo de 1981, mientras saludaba a los fieles en la Plaza de San Pedro, San Juan Pablo II fue víctima de un atentado: Mehmet Ali Ağca, un extremista turco, le disparó a quemarropa. Las balas perforaron su abdomen y su mano derecha, dejando graves secuelas que lo acompañaron por el resto de su vida, incluyendo dificultades para caminar y hablar, además del progresivo debilitamiento que agravó el Parkinson que padecía.
El atentado ocurrió el mismo día de la memoria de la Virgen de Fátima, y el Papa atribuyó su supervivencia a la intercesión de la Virgen María. Años más tarde, visitó el santuario de Fátima para agradecerle por salvarle la vida y colocó una de las balas que lo hirieron en la corona de la imagen de Nuestra Señora de Fátima. En sus memorias escribió: “Una mano disparó, pero otra mano guió la bala”.
Días después, el 17 de mayo, desde el hospital en el que se recuperaba, el Papa envió un mensaje grabado: “Rezo por el hermano que me disparó y a quien he perdonado sinceramente”. En 1983 Juan Pablo II visitó a Ağca en la cárcel de Rebibbia, en donde hablaron en privado durante 21 minutos; en un momento el Papa le tomó la mano, lo escuchó y lo perdonó, un gesto que se convirtió en símbolo mundial de misericordia cristiana.
Beatos, santos y cardenales, el legado de Juan Pablo II
Durante su ministerio petrino, San Juan Pablo II realizó numerosas canonizaciones y beatificaciones para mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran de estímulo a los hombres de nuestro tiempo y celebró:
- 147 ceremonias de beatificación -en las que proclamó 1338 beatos
- 51 canonizaciones, con un total de 482 santos
- Proclamó a santa Teresa del Niño Jesús Doctora de la Iglesia.
De la misma manera, amplió notablemente el Colegio Cardenalicio, creando 231 cardenales (más uno “in pectore”, cuyo nombre no se hizo público antes de su muerte) en 9 consistorios. Además, convocó 6 reuniones plenarias del colegio cardenalicio.
Presidió 15 Asambleas del Sínodo de los obispos: 6 generales ordinarias (1980, 1983, 1987, 1990, 1994 y 2001), 1 general extraordinaria (1985) y 8 especiales (1980, 1991, 1994, 1995, 1997, 1998 (2) y 1999).
Documentos y enseñanzas
San Juan Pablo II dejó un legado doctrinal inmenso, ya que durante su pontificado publicó 14 encíclicas, 15 exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas y 45 cartas apostólicas. Entre las más influyentes se encuentran:
- Redemptor hominis (1979) – sobre Cristo Redentor del hombre, su primera encíclica.
- Veritatis splendor (1993) – sobre la verdad moral.
- Evangelium vitae (1995) – sobre el valor inviolable de la vida humana.
- Fides et ratio (1998) – sobre la relación entre la fe y la razón.
También impulsó la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica (1992) y promulgó el nuevo Código de Derecho Canónico (1983), así como el Código de Cánones de las Iglesias Orientales (1990).
Beatificación y canonización de Juan Pablo II
Tras su muerte el 2 de abril de 2005, millones de fieles en la Plaza de San Pedro clamaron: “¡Santo súbito!” (“¡Santo ya!”).
El Papa Benedicto XVI lo beatificó el 1 de mayo de 2011, reconociendo un milagro atribuido a su intercesión: la curación de la religiosa francesa Marie Simon-Pierre, enferma de Parkinson.
Posteriormente, el Papa Francisco lo canonizó el 27 de abril de 2014, junto con San Juan XXIII, en una ceremonia multitudinaria en la Plaza de San Pedro.
Fiesta litúrgica y patronazgo
La Iglesia celebra la memoria litúrgica del Papa San Juan Pablo II el 22 de octubre, aniversario del inicio de su pontificado. Aunque no se le ha asignado un patronazgo universal, San Juan Pablo II es considerado patrono de la Jornada Mundial de la Juventud, que él mismo instituyó, y un intercesor especial por las familias, los jóvenes y la defensa de la vida.
San Juan Pablo II dejó una huella imborrable en la historia de la Iglesia contemporánea. Su testimonio de fe, su amor a Cristo, su devoción mariana y su defensa del ser humano desde la concepción hasta la muerte natural lo convirtieron en un faro espiritual para la humanidad.