¿Quién le puso Guadalupe a la Virgen?
El Nican Mopohua nos cuenta la historia de quién le puso Guadalupe a nuestra querida Virgencita y cómo sabemos su nombre.
Nombramos y alabamos a la Virgencita de Guadalupe varias veces a lo largo de día, ¿alguna vez te preguntaste quién le dio ese nombre o cómo lo conocemos? Hay dos momentos en los que la Virgen de Guadalupe dio a conocer su nombre e identidad, según el Nican Mopohua que escribió Antonio Valeriano.
En el primero, ella se identifica con San Juan Diego como la Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive, pero su nombre completo lo revela a su tío Juan Bernardino, a quien le dice que es “la Perfecta siempre Virgen María de Guadalupe”, pero hay un tercer nombre que la identifica con la Inmaculada Concepción.
La razón por la cual reveló su nombre al tío Juan Bernardino, según explica uno de los mejores conocedores de la tradición Guadalupana, el canónigo y doctor Eduardo Chávez, fue porque al ser un anciano tenía mayor credibilidad en la sociedad, según las costumbres indígenas.
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El nombre de Guadalupe, sin embargo, no era náhuatl, sino que provenía del latín: Lupus, y significa Río de Lobos; este afluente pluvial se encuentra en la provincia de Cáceres, relativamente cerca del peñón de Gibraltar, y allí está el santuario de la Virgen de Guadalupe de España donde también es venerada. Otra traducción de la palabra Guadalupe proviene del árabe: wuad al luben que se traduce como Río Oculto.
Al dar a conocer la Virgen el nombre de Guadalupe, también estaba dando un mensaje claro a los españoles que vivían en América sobre que ella era la misma que se venera en España, es decir, que se trata de la única Virgen María, la madre de Jesús.
Hay otra hipótesis que apunta a que el Tío Bernardino había dicho en náhuatl que el nombre de la Virgen era Coatlalopeuh (la que aplasta a la serpiente) o Tequantlanopeuh (La que tuvo su origen en la cumbre de las peñas).
La Virgen de Guadalupe de México, en todos estos casos, es como un crisol de razas que une a toda la humanidad, como ella mismo la dijo. Al hermanarse los santuarios Guadalupanos de México y España, se confirma este deseo de integración cristiana bajo el amparo de la Virgen María.