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En la Biblia, ¿qué es el Antiguo Testamento?

El Antiguo Testamento nos muestra la presencia de Dios en cada uno de los acontecimientos ahí narrados. Es como seguirle la pista en una apasionante labor detectivesca.

20 octubre, 2020
En la Biblia, ¿qué es el Antiguo Testamento?
Antiguo Testamento

La Biblia tiene dos partes: El Antiguo y el Nuevo testamento. En este artículo nos ocuparemos del Antiguo Testamento.

“Toda la Escritura divina es un libro, y este libro es Cristo, porque toda la Escritura divina habla de Cristo, y toda la Escritura divina se cumple en Cristo”. (Catecismo de la Iglesia Católica 134)

Podríamos pensar que el Nuevo Testamento es más importante que el Antiguo porque nos habla directamente de Cristo, pero ambos son igualmente importantes porque el protagonista oculto del Antiguo Testamento es siempre Cristo. Ambos se complementan y el Nuevo supone al Antiguo.

De los 73 libros de la Biblia, 46 corresponden al Antiguo Testamento y se dividen en Históricos, Didácticos y Proféticos. A través de ellos conocemos el inicio de la Historia de la Salvación.

Sigamos las pistas de Dios

Es emocionante leer el Antiguo Testamento e ir descubriendo la presencia de Dios en cada uno de los acontecimientos en él narrados. Es como seguirle la pista en una apasionante labor detectivesca.

Las constantes en esta historia de amor son: la promesa del Mesías, el acompañamiento divino al pueblo elegido y la alianza de mutua fidelidad entre Dios y su pueblo.

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Algunas personas

Abraham (Génesis, desde el capítulo 12)

Abraham fue un anciano pastor sin hijos al que Dios se reveló y con el que hizo una alianza: lo haría padre de un gran pueblo a cambio de que lo reconocieran como único Dios. Le dio un hijo en su ancianidad y allí comenzó la historia del pueblo elegido del que nacería Jesús, nuestro Salvador. Abraham es nuestro padre en la fe.

Moisés (Libro del Éxodo)
Moisés es el forjador de la nacionalidad del pueblo elegido. Enviado por Dios es el liberador de los hebreos a los que sacó de la esclavitud de Egipto, los guió por el desierto y los condujo a la tierra prometida. Dios le da la ley y renueva con él y con su pueblo la alianza.

Los profetas y los pobres de Israel

El pueblo elegido por Dios para ser el heredero de la promesa de un Salvador universal, el pueblo hebreo, era, en realidad, un  pueblo teocrático (gobernado por Dios) aún cuando eligiera reyes o jefes. Dios se hacía presente en su historia a través de los profetas.

Misión de los profetas era denunciar la injusticia del pueblo y anunciar la voluntad de Dios.

Misión de los profetas era consolar al pueblo en sus tribulaciones y darle esperanzas de salvación.

Pero, ante todo, la misión del profeta fue el ir dando pistas para que el pueblo fuera capaz de reconocer a Jesús, el Mesías, el Cristo, cuando viniera en la plenitud de los tiempos.

Pero no siempre eran bien aceptados. El pueblo de Israel era un pueblo de corazón duro, rebelde, que con frecuencia se apartaba de Dios y coqueteaba con los otros dioses de los pueblos vecinos.

Era, además, un pueblo que sufría la opresión de las naciones poderosas y que anhelaba la liberación. El deseo de la libertad política lo llevó a no comprender la misión de Jesús que ofrecía una liberación mejor que la simplemente política.

Pero había, siempre lo hubo, un pequeño resto de Israel, los pobres de Yahvé, que esperaban una salvación del ser humano íntegro y una libertad que nacía del corazón del hombre, puesta allí por un Dios compasivo y misericordioso que nos ama en su Hijo, Jesucristo.

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La historia de un pueblo singular

La historia del pueblo hebreo podría parecerse a la de cualquier otro pueblo de la tierra si no fuera por una circunstancia: la convicción que ellos tenían de que Dios estaba presente en cada página de su historia: un Dios que los acaudillaba en su huída de Egipto, un Dios que luchaba con ellos para conquistar la tierra prometida, un Dios que les elegía el rey idóneo, un Dios que los acompañaba en la deportación y los regresaba a su tierra para reconstruirla, un Dios que vivía en medio de su Ciudad Santa, y cuya casa visitaban ellos con asiduidad.

Eran el pueblo de Dios y Él era el Dios de su pueblo.

El Antiguo Testamento nos permite penetrar en el corazón de ese gran pueblo de la predilección de Dios.

El nuevo pueblo de Dios

La historia del pueblo elegido nos lleva a apreciar más la historia de la salvación en la que nos toca desempeñar el papel de el nuevo pueblo de Dios (la Iglesia) heredero de la promesa de una salvación universal; es decir, para todos los hombres y no sólo para los miembros de una raza.

Dios no retira su predilección y debemos seguir viendo al Pueblo de Israel como el pueblo primeramente elegido, interesarnos por su historia y orar por ellos, por nuestros hermanos mayores en la fe. El antisemitismo (persecución de los judíos) ha hecho mucho daño y los cristianos les debemos una reparación.

Un compromiso práctico, como fieles católicos, será el ponernos a leer algunos libros del Antiguo Testamento para ir descubriendo en ellos el anuncio de Cristo en nuestra propia historia. Estos son los libros:

Los nombres de los 46 libros del antiguo testamento son:

Pentateuco (5).

Génesis
Éxodo
Levítico
Números
Deuteronomio

Históricos (16).

Josué
Jueces
Ruth
I Samuel
II Samuel
I Reyes
II Reyes
I Paralipómenos o Crónicas
II Paralipómenos o Crónicas
Esdras
Nehemías
Tobías
Judit
Ester
I Macabeos
II Macabeos

Poéticos y sapienciales (7)

Job
Salmos
Proverbios
Eclesiastés
El Cantar de los Cantares
Sabiduría
Eclesiástico

Profetas mayores (6).

Isaías
Jeremías
Lamentaciones de Jeremías
Baruc
Ezequiel
Daniel

Profetas menores (12).

Oseas
Joel
Amós
Abdías
Jonás
Miqueas
Nahúm
Habacuc
Sofonías
Ageo
Zacarías
Malaquías

El antiguo testamento fue realizando antes de Cristo, con la llegada del mismo se forma el Nuevo testamento.

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Autor

Nació el 23 de Octubre de 1943. Entró al Seminario Conciliar de México en el año de 1957 y se ordenó en 1969. Dio clases por ocho años de Pastoral Parroquial en el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos. Fue Director del Periódico Criterio de la Arquidiócesis de México y de la Comisión del Diaconado Permanente de la Arquidiócesis de México. Fue columnista en varias revistas y periódicos católicos con temas sobre la religiosidad popular, hasta el día de su muerte, en septiembre de 2021. Actualmente la redacción de Desde la fe lleva su nombre: Redacción Sergio Román del Real, por su invaluable colaboración en este proyecto.