Papa Francisco en el Ángelus: Solos no podemos mantenernos a flote
El Santo Padre reflexionó sobre la lectura del Evangelio de hoy que narra el episodio de la tempestad calmada por Jesús.
En su mensaje previo al Ángelus de este domingo, el Papa Francisco reflexionó sobre la lectura del Evangelio de hoy que narra el episodio de la tempestad calmada por Jesús (Mc 4,35-41), y recordó a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro que sin Dios no podemos mantenernos a flote.
La barca en la que los discípulos atraviesan el lago es asaltada por el viento y las olas y ellos temen hundirse. Jesús está con ellos, sin embargo, se queda en la popa durmiendo sobre un cabezal. Los discípulos, llenos de miedo, le gritan: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?”.
“Muchas veces también nosotros, asaltados por las pruebas de la vida, hemos gritado al Señor: “¿Por qué te quedas en silencio y no haces nada por mí?”, expresó el Santo Padre.
Hay situaciones que nos causan temor: las olas de la ansiedad, o los momentos en que falta trabajo, o en que se teme por la salud nuestra o de nuestros seres queridos.
“En estas situaciones y en muchas otras, también nosotros nos sentimos ahogados por el miedo y, como los discípulos, corremos el riesgo de perder de vista lo más importante. En la barca, de hecho, incluso si duerme, Jesús está, y comparte con los suyos todo lo que está sucediendo”.
Es necesario alzar la voz con Él
Para ser discípulos de Jesús, no basta con creer que Dios está, que existe, sino que es necesario involucrarse con Él, es necesario también alzar la voz con Él, dijo el Santo Padre a los fieles en el Vaticano.
“Escuchen esto: es necesario gritarle a Él. La oración, muchas veces, es un grito: ‘¡Señor, sálvame!'”
“Hoy podemos preguntarnos: ¿cuáles son los vientos que se abaten sobre mi vida, cuáles son las olas que obstaculizan mi navegación y ponen en peligro mi vida espiritual, mi vida de familia, mi vida psíquica también? Digamos todo esto a Jesús, contémosle todo”.
Solos no somos capaces de estar a flote
Por ello, el Santo Padre pidió volver a la base de toda fe, que es “reconocer que solos no somos capaces de mantenernos a flote, que necesitamos a Jesús como los marineros a las estrellas para encontrar la ruta. La fe comienza por el creer que no bastamos nosotros mismos, con el sentir que necesitamos a Dios”.
“Cuando vencemos la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, cuando superamos la falsa religiosidad que no quiere incomodar a Dios, cuando le gritamos a Él, Él puede obrar maravillas en nosotros. Es la fuerza mansa y extraordinaria de la oración, que realiza milagros”.
El miedo nos lleva a ver a los problemas y no a Dios
El Papa Francisco también recordó en su mensaje que el miedo nos lleva a mirar a los problemas y no a Dios.
“Los discípulos se habían dejado llevar por el miedo, porque se habían quedado mirando las olas más que mirar a Jesús. Y el miedo nos lleva a mirar las dificultades, los problemas difíciles y no a mirar al Señor, que muchas veces duerme. También para nosotros es así: ¡cuántas veces nos quedamos mirando los problemas en vez de ir al Señor y dejarle a Él nuestras preocupaciones!”
“¡Cuántas veces dejamos al Señor en un rincón, en el fondo de la barca de la vida, para despertarlo solo en el momento de la necesidad!”.
“Pidamos hoy la gracia de una fe que no se canse de buscar al Señor, de llamar a la puerta de su Corazón. La Virgen María, que en su vida nunca dejó de confiar en Dios, despierte en nosotros la necesidad vital de encomendarnos a Él cada día”.