Mons. Franco Coppola, audaz emisario de Dios en Tierra Caliente
El Obispo de Apatzingán, Mons. Cristóbal Ascencio, refiere que la idea de visitar Aguililla, territorio en conflicto, fue del propio Nuncio Apostólico.
Como un valiente emisario de Dios, el Nuncio Apostólico en México, Mons. Franco Coppola, en compañía del Obispo de Apatzingán, monseñor Cristóbal Ascencio, visitó el municipio de Aguililla (Michoacán), donde recientemente se han registrado lamentables episodios de violencia por parte del crimen organizado.
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El objetivo de esta visita, de acuerdo con el Obispo de Apatzingán, es llevar esperanza a los miembros de la comunidad y enviar un mensaje de paz a toda la región, que desde diciembre a la fecha ha registrado una escalada de violencia nunca antes vista.
¿Por qué Aguililla es la zona más afectada?
Monseñor Cristóbal Ascencio señala que este municipio, perteneciente a su Diócesis, desde hace unos 5 años ya se venía viendo afectado debido a que la sierra que lo rodea ha sido un lugar estratégico para los bandos, pues les ha quedado bien de escondite.
“Sin embargo, en los últimos meses, a la llegada de un nuevo grupo criminal, los anteriores grupos empezaron a contraatacar. Entonces, unos y otros comenzaron a zanjar territorios, ocasionando que la comunidad de Aguililla quedara totalmente aislada”
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El Obispo de Apatzingán señala que, por tratarse de un territorio aislado y en disputa, la comunidad de Aguililla está siendo estrangulada económicamente, pues los habitantes tienen muchas complicaciones para abastecerse de lo básico; no hay comida ni medicamentos, y esto hace el problema aún más urgente de atender.
Mons. Franco Coppola, hombre diligente
Como ex representante de la Iglesia en países como Colombia, Líbano, Burundi y República Centroafricana, monseñor Franco Coppola se había enfrentado ya a diversas situaciones de violencia, de manera que no fue extraño que esta vez quisiera hacer acto de presencia en Aguililla, ante lo recién acontecido.
Fue en el último día de la CX Asamblea de la CEM, cuando monseñor Cristóbal Ascencio, durante los “avisos varios”, explicó lo que se estaba viviendo en la Diócesis de Apatzingán, y muy especialmente en Aguililla.
“Ese mismo día -refiere-, pero en la noche, cuando salí de una Hora Santa, fui a ver mi celular que había dejado cargando, y me encontré con que el Nuncio me había escrito un mensaje: ‘Su Excelencia -decía-, me gustaría ir a su Diócesis a celebrar una Misa por la paz y la seguridad, de ser posible en una de las comunidades más golpeadas”.
Platica Mons. Cristóbal Ascencio que casi se desmayaba de la emoción, por la esperanza que su visita traería a la región. “Pensé que él aún tendría que preparar la visita, y que ésta ocurriría en los siguientes meses; pero él es hombre de hechos, así que me dijo que en una semana”.
Signo genuino de cercanía
Monseñor Cristóbal Ascencio refiere que en este tiempo él ha estado en contacto con el Gobierno Federal, que constantemente envía personal a rehabilitar los caminos que los grupos criminales destruyen en el afán por controlar la región. Así que ante los últimos estropicios, el Gobierno ofreció traslado en helicóptero para el Nuncio Apostólico y para él en el recorrido por la zona.
“Les agradecí, pero ya teníamos trazada la ruta vía terrestre. ¿Y por qué todo vía terrestre? Pues porque andar así es un testimonio genuino de cercanía con nuestro pueblo. Él quería ir visitando comunidad por comunidad, pasar por los seis pueblos y los dos ranchos que hay aquí, ver a los que están sufriendo, a los pobres, a los que están siendo victimizados. Y lo mismo yo. Esto habla de con quiénes queremos estar”.
Ante la respuesta de Mons. Cristóbal Ascencio, la gente del Gobierno Federal sólo mandó a rehabilitar nuevamente los caminos para que fuera posible hacer el recorrido que tenían planeado de Apatzingán a Aguililla.
Por la conversión de los victimarios
El Obispo de Apatzingán refiere que hasta ahora los miembros del crimen organizado han tenido respeto por las autoridades eclesiales. “No sé si a partir de esta visita se vaya a acabar ese respeto; pero nos queda claro que algo teníamos que hacer, porque no podemos dejar las cosas como están, que sigan matando a los habitantes de la región”.
Refiere que en ocasiones, al ir caminando, alguno o algunos jóvenes que trabajan para los bandos, lo han detenido, sin agresiones ni malos tratos, sólo para platicar, pues sienten esa necesidad.
Él les dice siempre que se arrepientan, que cambien sus armas por instrumentos de trabajo, podadoras, azadones. “Pero me han llegado a decir: ‘Estos son nuestros instrumentos de trabajo -refiriéndose a las armas-; nos los da la ‘compañía’ para trabajar’. Y es que los jóvenes están siendo engañados, hay quienes incluso están convencidos de que no hacen el mal”.
“Así que en la Misa presidida por Mons. Franco Coppola, no sólo oramos por las víctimas -señala-, sino también por la conversión de los victimarios, pues he escuchado el dolor de sus madres, señoras que al igual sufren porque los hijos han sido absorbidos por el crimen. ¡Qué bueno sería que uno se convirtiera! Sería bien para él, para su familia y para la sociedad”.
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