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La parroquia en CDMX que encontró un nuevo camino en Juan Pablo II

La parroquia en CDMX que encontró un nuevo camino en Juan Pablo II
La Parroquia de San Juan Pablo II y Santo Tomás Moro. Foto: Hilda Santiago
  • Cuando la comunidad alemana dejó esta iglesia de la delegación Álvaro Obregón, el Papa se hizo presente para darle una nueva identidad.

Valeria Ordoñez Ghio

La Parroquia de San Juan Pablo II y Santo Tomás Moro fue una de las más populares de la Ciudad de México en la década de los setenta y ochenta. Conocida como “la parroquia alemana”, la feligresía era respaldada y financiada por la Arquidiócesis de Colonia, de la región ubicada en el país europeo.

Pero en 2012, cuando el último párroco alemán regresó a su país y el templo fue entregado a la Arquidiócesis de México, la comunidad se sintió abandonada y disminuyó. “Estaban inconformes, no les gustó el cambio. Tuvimos que tejer la nueva identidad de la parroquia”, dijo Luis Monroy, párroco del templo.

Poco después, San Juan Pablo II apareció en escena a través de una serie de coincidencias —que el párroco describe como “diosidencias”— y ahí se formaron una nueva identidad e historia. Comenzó en 2013, cuando este templo se volvió hogar temporal durante casi dos años de la Virgen de Czestochowa, de quien Juan Pablo II era devoto.

Tras la llegada de la imagen, la feligresía comenzó a hablarle al párroco sobre varios milagros que relacionaban con el Papa santo, entre ellos la mejora de una persona con cáncer.



“Yo dije ‘parece que ya se puso en la puerta y está tocando, son muchas coincidencias’”. Ante el aumento en la devoción y la feligresía, “en octubre de 2015, Monseñor Crispín -el actual Obispo de la Diócesis de Tehuantepec, entonces Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México – determinó que San Juan Pablo fuera copatrón de esta parroquia”, explicó.

En los seis años que lleva como párroco, el Padre Monroy ha sido el ejecutor de muchos cambios y los esfuerzos continúan. Entre las actividades que mantienen unida a la comunidad están una librería católica y una cafetería; talleres donde enseñan un oficio a indigentes; un comedor para madres de familia y niños en situación de vulnerabilidad; un taller de tareas para niños de primarias aledañas y un grupo de alcohólicos anónimos, entre otros.

“Estoy muy contento de ser parte de este cambio. Esta es una parroquia que va fuerte, viene grande y está dando frutos que permanecen”.

Leer: Una fiesta que unió a la comunidad





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