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Un camión de basura le cayó encima y sobrevivió para dar gloria a Dios

En 2010, un camión de basura cayó encima del auto de José Villela causándole graves heridas; hoy es un atleta que halló en el amor a Dios su razón de ser.

21 febrero, 2019
Un camión de basura le cayó encima y sobrevivió para dar gloria a Dios
José Villela. A la izquierda, edición impresa del periódico Reforma, un día después del accidente.

La vida de José Villela cambió cuando, en un accidente, un camión de basura le cayó del cielo.

El 19 de enero de 2010, el entonces joven de 23 años conducía por los carriles laterales del Periférico, al sur de la Ciudad de México, cuando el chofer del vehículo de grandes dimensiones perdió el control en una curva y cayó del segundo piso sobre su automóvil. A raíz de ese accidente, José entendió que debía descubrir el plan que Dios tenía para él, el sentido de su vida.

“Recuerdo todo. Estaba esperando la luz verde, de repente sentí un golpe muy fuerte y quedé completamente a oscuras (…) era como si el tiempo transcurriera más despacio. No podía moverme”.

“Me fracturé el cuello y eso ocasionó una lesión en la médula espinal. Quedé sin movilidad en una gran parte de mi cuerpo”. Estudiaba el último año de medicina en la Universidad Panamericana.

A los pocos segundos y al notar que no podía moverse, comenzó a desesperarse. Un policía llegó casi inmediatamente, lo acompañó y llamó a su padre, quien se encontraba a unas cuantas cuadras y llegó justo a tiempo para acompañarlo al hospital. “Sin decirnos una sola palabra, sólo viéndonos, entendimos muy bien que era providencial que estuviera tan cerca”.

La importancia de la fe

José es católico y, aunque Dios siempre ha sido importante para él, reconoce que el accidente significó una conversión que continúa día con día.

“Nunca hasta ese momento había visto con tanta claridad la magnitud del impacto que tenía la fe en mi vida”. El mismo día fue operado para reconstruir su cuello y detener el daño en la médula espinal y los doctores decidieron inducirle el coma por diez días.

Al despertar se enteró que había perdido definitivamente la movilidad en ambas piernas y cayó en una profunda depresión. “Fueron días de mucha confrontación, pasé por todas las emociones negativas que puede haber. Me sentí triste, me sentí frustrado, desesperado, enojado”, dice.

Un plan para su vida

Cuando José aún estaba en terapia intensiva, conectado a un respirador y sin poder hablar, una compañera de la universidad fue a visitarlo y le leyó mensajes que amigos y familiares habían escrito para él.

Uno de esos mensajes fue clave en su proceso de despertar interior. “Una amiga de mi mamá me escribió una frase de Santo Tomás Moro: ‘Nada puede pasarme que Dios no quiera, y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor’”.

Esa hoja estuvo pegada en la pared frente a su cama. “La leí cientos, quizá miles de veces (…) aunque todavía no entendía muy bien su significado”.

Sin embargo, cuenta, sí comprendió que Dios tenía un plan para él y debía descubrirlo, aunque debía ir paso a paso: quejarse lo menos posible y poner todo su empeño en la rehabilitación.

Asegura que prácticamente todo 2010 lo pasó “viviendo en el hospital”, lo que incluyó sesiones de hasta ocho horas diarias de ejercicios que estaban destinados a que recuperara parte de la movilidad y a que pudiera fortalecer los músculos de su cuerpo.

Descansar en Dios

Con el tiempo volvió a la universidad para terminar la carrera. Ahora es psiquiatra, profesor y miembro de la selección paralímpica de natación.

José Villela en una competencia de natación. Foto: Facebook José Villela Vizcaya.

José Villela en una competencia de natación. Foto: Facebook José Villela Vizcaya.

También es conferencista. Allá donde lo invitan acude a contar su historia y animar a quienes, como él, han enfrentado grandes momentos de adversidad. La primera fue una plática informal un año después del accidente. Desde entonces ha dado más de 450 charlas.

“He descubierto que el sentido de mi vida es vivir ¿Para qué nací? Para vivir, pero vivir amando”.

“Aprendí a descansar completamente en manos de Dios y ver detrás de esto algo que puede darme un sentido de vida trascendente; aprendí que Dios permite que sucedan cosas en nuestras vidas que no entendemos, o que nos duelen, pero tiene grandes planes para nosotros, porque nos ama y no nos deja solos en ningún momento, y menos cuando estamos enfrentándonos a una situación adversa”.

Desde marzo de 2019 está felizmente casado con Susana: “De nada te sirve ganar o tener éxitos si no tienes con quién compartirlo, ese es mi más grande motor”.



Autor

Periodista. Ha trabajado en radio, agencias de noticias y prensa escrita.