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Lectio Divina: El buen pastor da la vida por sus ovejas

Mons. Salvador Martínez Ávila   Lectura del Santo Evangelio En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas […]

Mons. Salvador Martínez Ávila

 

Lectura del Santo Evangelio

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Este es el mandato que he recibido de mi Padre”. (Jn 10,11-18).

 

 

El buen pastor da la vida por sus ovejas

 

Reflexión

Después de haber leído al menos tres veces el texto del Evangelio de este domingo, propongo que reflexionemos cómo reflejan estas palabras del Señor Jesús la manera en que decidió amar a su pueblo (Momento de silencio interior…). Como en todas las comparaciones, siempre es posible una interpretación incorrecta, pero veo que en la metáfora que usa el Señor para definir las relaciones entre Él y nosotros, es decir, la metáfora del pastor y la oveja, en primer lugar resalta la mutua pertenencia. Ocupando un poco la imaginación, la superioridad del pastor con respecto a cada oveja es innegable, el pastor defiende a la oveja y no al contrario. Pero “hasta dar la vida por ella” es lo que el Señor afirma como la característica del “buen pastor”. En este punto podríamos preguntar al Señor si más allá de la muerte en Cruz podríamos considerar otras acciones como dar la vida… (Momento de silencio interior…)

Un primer aspecto que yo consideraría como entregar la vida por otra persona sería estar presente con ella, dedicarle mi tiempo y mi atención a sus necesidades. Bajo este aspecto, la misma encarnación de Nuestro Señor Jesucristo es una forma específica de darme vida. También pienso que el beneficiar a otra persona poniendo a su servicio mis conocimientos y capacidades es otra forma concreta de dar mi propia vida. Bajo esta perspectiva, Nuestro Señor, especialmente durante su tiempo de ministerio, se dedicó a darse de forma extraordinaria, fue de pueblo en pueblo, a unas y otras casas con todo tipo de personas, ricas y pobres, buenos y malos, hombres y mujeres. Sanó enfermos, libró a los endemoniados, resucitó muertos, etc. Creo que así Jesús también entregó su vida para que nosotros tengamos vida.

Pero en este punto podemos reflexionar hacia el presente y hacia nuestras personas ¿Habrá alguna manera en que Jesús buen pastor se esté reflejando en mi manera de dar la vida por otros? (Momento de silencio interior…) El Señor, dentro del mismo discurso, puso un matiz de contraste entre sí mismo, con aspecto positivo, y el asalariado, cuyo aspecto es negativo. Me parece bastante obvio que no puedo pensar que mi ideal de vida fuera la del asalariado, por tanto, lo primero que puedo considerar es que mi afectividad se vive correctamente en la pertenencia amorosa con los demás y me lleva a que me importen, y en virtud de esa atención amorosa esté presente, y aporte con mis conocimientos y capacidades muchos beneficios al entorno en el que me encuentro. La perspectiva de vida para mí mismo y mi ganancia me coloca en el sitio radicalmente opuesto al del buen pastor, me vuelve alguien totalmente sometido a mis temores so pretexto de proteger mi integridad y la integridad de mis cosas. Pero en este punto queda un resquicio interesante, querer ser buen pastor de los míos y mercenario en contra del resto. (Momento de silencio interior…). Creo que a este respecto puedo entender por qué el Señor habla de “otras ovejas”, el Señor no fue buen pastor para unos y lobo feroz para otros, en atención al Evangelio mi intención necesariamente deberá ser convertirme en reflejo del buen pastor para todos.

 

Contemplación

Propongo como ejercicio repetir interiormente la frase “yo soy el buen pastor”, recordemos que este ejercicio no pretende reflexionar, pensar o discurrir, sino sintonizar (momento prolongado de silencio interior repitiendo pausadamente la frase propuesta…). Ahora probemos con algunas variantes “Tú, Señor, eres mi buen pastor”, “mi Buen Pastor me conoce y yo lo conozco”, etc.

 

Oración

Señor Jesús, enviado por el Padre para dar tu vida por todos nosotros, gracias te damos porque nos has amado con un amor eficaz. Desde el momento en que te hiciste hombre lo hiciste porque te importamos, y desde ese primer acto comenzaste a dar tu vida por nosotros. Gracias también porque a lo largo de tu vida nos hiciste beneficiarios de tus conocimientos y tu poder de tal manera que cada vez que te invocamos recibimos de Ti aquello que más conviene para nuestra salvación eterna. Concédenos, Señor Jesús, transparentar en nuestras obras tus mismas obras que nos hagan resplandor del Buen Pastor. A Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

 

Líneas de acción

En mi momento actual y con las personas a quienes soy más cercano, qué debo hacer para transparentar mejor al Buen Pastor.