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Las manos que han tejido por más de 100 años afuera de Catedral

14 abril, 2019
Las manos que han tejido por más de 100 años afuera de Catedral
Seis generaciones de tejedores de palmas para el Domingo de Ramos. Foto: Ricardo Morales.

Con tan solo ocho años, Aldo forma parte de la sexta generación que ha tejido las palmas del Domingo de Ramos afuera de la Catedral Metropolitana, una tradición que lleva más de un siglo en su familia.

En apenas 10 minutos, Aldo –acompañado de su primo José, de 11 años- teje con gran destreza cerca de 10 tiras de palma para formar un ramo, el cuerpo de Jesús o simplemente la forma de una palma tradicional.

Foto: Ricardo Morales

Foto: Ricardo Morales

“No soy muy bueno para la escuela, pero me gusta mucho tejer la palma; siento muy bonito. Mi mamá me enseñó a los seis años, me gusta más que escribir”, comenta un poco apenado, pues no está acostumbrado a las entrevistas.

Estos pequeños viven en San Cristóbal Huichochitlán, Toluca, Estado de México, un pueblo que se dedica a tejer la palma fresca y la seca, y la familia Casiano Mauricio no es la excepción.

Foto: Ricardo Morales

Foto: Ricardo Morales

Una orgullosa familia

Con una semana de anticipación, los Casiano llegan a la Ciudad de México para asistir a la Feria de la Soledad, la cual se lleva a cabo en la iglesia del mismo nombre en el Centro Histórico, donde se reúnen cientos de vendedores de palma, del Estado de México, Michoacán, Puebla y otros estados, para ofertar sus productos.

“Toda la familia nos dedicamos a esto. Mi mamá me trajo a la capital cuando tenía seis años, y fue la primera vez tejí. A ella le enseñó mi abuela, y a ella su mamá, es decir, mi tatarabuela, y a ella, su mamá”, comenta Marcela, la abuela de Aldo, mientras elabora con sus manos maltratadas una palma con la figura de Jesús.



El Domingo de Ramos es el día de la venta, pues aunque gran parte de sus productos ya los comercializaron en la Feria de la Soledad, se quedan con mercancía para el Domingo de Ramos en la Catedral.

Foto: Ricardo Morales

Foto: Ricardo Morales

Guadalupe, la hija de Marcela y mamá de Aldo, asegura que en su familia es un orgullo trabajar la palma, porque es una labor que les ha dado de comer por más de 100 años. “Aunque ya no se vende como antes, yo voy a seguir este oficio, porque es parte de la historia de mi familia y me siento orgullosa de poder enseñarle a mi hijo esta tradición”.

La abuela María no habla español; sin embargo, sus manos describen la destreza obtenida por más de sesenta años de labor artesanal que transmitió a sus hijos, tanto hombres como mujeres. Y  al parecer, sus bisnietos, Aldo y Jesús, continuarán con la tradición de la familia Casiano Mauricio.

Lee: Pájaros cantan para Jesús en Domingo de Ramos





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