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Dos años después, ¿hemos cambiado?

El 23 de marzo se cumplirán 2 años del inicio del confinamiento que el Gobierno estableció como medida de contención frente al alza de contagios de Covid-19.

20 marzo, 2022
Dos años después, ¿hemos cambiado?
A dos años del inicio del confinamiento. Foto: Cuartoscuro.

Vivimos un momento de la historia que parece marcado por la apertura de un tiempo nuevo, en el que se percibe más claramente la luz al final del largo túnel que representó la pandemia de Covid-19, causada por el virus SARS-CoV-2.

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El próximo 23 de marzo se cumplirán dos años de que el Gobierno de México recomendara a todos los habitantes confinarse ante el alza acelerada de contagios, como medida para contener el virus. Dos años después, por primera vez desde que inició esta pandemia todo el país está “en verde” del semáforo epidemiológico.

Desde que inició esta emergencia sanitaria, el Papa Francisco advirtió que podríamos salir mejores o peores personas, dependiendo de nuestras acciones. Con la esperanza del fin de la pandemia, tenemos la oportunidad de preguntarnos: ¿de qué forma cambiamos? ¿Verdaderamente fue para bien?

El Covid-19 despertó en nosotros un sentimiento de solidaridad que parecía olvidado. Fuimos conscientes de que cuidar de la salud de nuestro prójimo es velar también por la nuestra. El Papa Francisco, en su histórica bendición Urbi et Orbi de marzo 2020, nos recordó que estamos juntos en la misma barca, y solo remando juntos saldríamos adelante.

Pero también hizo más evidentes las grandes brechas que existen en nuestra sociedad: los países más ricos acapararon las vacunas y, de acuerdo con un estudio de Oxfam, la riqueza de los 10 hombres más ricos se duplicó en la pandemia, mientras que el desempleo y la pobreza aumentaron entre las clases bajas.

Ante esta oportunidad que hoy se nos brinda, hacemos un llamado a retomar las acciones que nos encaminan a salir de esta experiencia siendo mejores. No seamos indiferentes al hambre de tantos hermanos y hermanas que no tienen que comer, o que abandonan sus países y sus pertenencias huyendo de la pobreza o la violencia.

Dejemos de pensar que el dolor de una guerra geográficamente lejana, no es asunto nuestro, y hagamos oración para que reine la paz en todos los lugares y para que el Señor consuele a las personas que sufren, especialmente a los niños, que -como dice el Papa Francisco- son víctimas de la “soberbia de los adultos”.

Cambiemos nuestros estilos de vida, que propician un mundo presa del consumismo, y sumergen a tantos en la pobreza. Animémonos a llevar y a promover una vida más austera y humana, que posibilite paulatinamente un mejor reparto de los recursos.

Adoptemos medidas, en lo personal y en lo colectivo, que permitan frenar la devastación del medio ambiente, para que las generaciones venideras puedan disfrutar de nuestra “casa común”, un mundo que el Creador ha puesto bajo nuestro resguardo.

Hoy estamos presenciando un momento crucial donde se nos exige tomar grandes decisiones. O continuamos alimentando el egoísmo y sus manifestaciones consumistas, hedonistas e individualistas, o salimos más solidarios y hermanos todos, abriendo una nueva etapa marcada por la fe, el amor y la esperanza.



Autor

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