A cumplir y trabajar por la unidad social
Los próximos gobernadores deben trabajar por la unidad social, el fortalecimiento de la familia y buscar el bien común de todos sus gobernados
Este domingo 4 de junio se llevan a cabo elecciones en dos estados de la República Mexicana: el Estado de México y Coahuila. Quienes resulten electos, tienen importantes retos en sus manos, como la pacificación de sus estados y la reducción de la inseguridad.
Ambos estados presentan importantes retos para sus futuros gobernantes que, sin importar su orientación política, deben recordar y cumplir sus compromisos de campaña y atender las problemáticas específicas de cada región, siempre con miras al bien común y a tender puentes, dejando de avivar la llama de la polarización.
Los próximos gobernantes deben trabajar en fortalecer la institución más importante que existe: la familia. Tal y como lo ha externado el Papa Francisco, “el pleno reconocimiento y un apoyo adecuado a la familia debe ser el primer interés por parte de las instituciones civiles”, pues corresponde a ellas promover el crecimiento de familias fuertes a partir de la educación formal que otorgan a los niños.
TE PODRÍA INTERESAR:
Los tres consejos del Papa Francisco para las familias con problemas
Un niño formado por el amor y los valores prodigados desde la familia, y fortalecido con una educación de calidad, al paso del tiempo aprenderá a vivir relaciones auténticas dentro del entorno familiar y serán más capaces de vivirlas en contextos más amplios como la escuela y el trabajo.
Retomando las palabras del Santo Padre, si “la actividad política es una alta responsabilidad que tienen los políticos y gobernantes”, ha llegado el momento de que los candidatos ganadores se dediquen desde el momento en que saben que obtuvieron el triunfo a buscar el bien común de sus gobernados.
TE PODRÍA INTERESAR:
La educación, el antídoto contra la violencia en México
Recordemos que la Iglesia tuvo su origen en la familia, aquella que acogió a Nuestro Señor Jesucristo, y es por ello que, como cristianos, hoy más que nunca debemos defenderla y evitar a toda costa que se contamine con el egoísmo, el individualismo, la indiferencia y el descarte.
De no fortalecer a la familia, continuará el deterioro del tejido social y sus consecuencias que hoy vemos, derivadas del incremento de la pérdida de valores.