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Columna invitada

El papa y la revista América (IV)

La entrevista muestra a un hombre enterado de lo que sucede en la Iglesia y el mundo y que de manera abierta, sin dar vueltas, ofrece su punto de vista. Se abre al diálogo. No se refugia en el dogma y la ortodoxia.

16 enero, 2023
El papa y la revista América (IV)
Rubén Aguilar
POR:
Autor

Rubén Aguilar Valenzuela es profesor universitario y analista político. 

El papa Francisco concedió una entrevista a la revista América, que desde 1909 publican los jesuitas de Estados Unidos, donde fija su posición sobre temas difíciles y de gran importanica para la Iglesia universal y en particular para la de ese país.

La entrevista, dada a conocer por la Agencia Zenit (28.11.22) en español de la versión original en inglés, fue realizada en el Vaticano por Matt Malone, S.J., Sam Sawyer, S.J., Gerard O’Connell, Kerry Weber, Gloria Purvis y Elisabetta Piqué.

En la primera entrega (26.2.22) el papa habla de la polarización, la Conferencia Epsicopal de EEUU y el aborto y en la segunda (02.01.23) trata de manera amplia el problema de los abusos sexuales de menores en la iglesia y en la tercera (02.09.23) toma posición sobre la guerra de Ucrania y la realidad de los católicos afroamericanos en Estados Unidos.

La cuarta y última entrega realiza un muy amplio desarrollo del  tema del papel de la mujer en la Iglesia desde una reflexión teológica, responde a las acusaciones de ser un comunista, habla de las bienaventuranzas, el acuerdo con el gobieno Chino sobre el reconocimiento de la Iglesia, el diálogo y los derechos humanos. 

Kerry Weber: (…) Y usted ha designado muchas mujeres en el Vaticano, lo cual es muy bueno. Sin embargo, muchas mujeres se sienten dolidas porque no pueden ser ordenadas sacerdote. ¿Qué le diría a una mujer que ya está sirviendo en la vida de la Iglesia, pero que siente específicamente estar llamada al sacerdocio?

 Papa Francisco: Es un problema teológico. Creo que amputamos el ser de la Iglesia si consideramos solo la vía de la ministerialidad. El camino no es sólo la ministerialidad. La Iglesia es mujer. La Iglesia es la esposa. No hemos desarrollado una teología de la mujer que refleje esto. La vía de la ministerialidad podríamos decir que es la de la Iglesia Petrina. Estoy usando una categorización de los teólogos. El principio petrino es el de la ministerialidad. Pero hay otro principio que es más importante todavía, del que no hablamos y es el principio Mariano, que es el principio de la femineidad en la Iglesia, de la mujer en la Iglesia, donde la iglesia se espeja a sí misma porque ella es mujer y es esposa.

Una Iglesia con solo el principio Petrino sería una Iglesia que se puede pensar reducida a la ministerialidad, nada más. Pero la Iglesia es más que un ministerio, es el pueblo de Dios todo. La Iglesia es mujer. La Iglesia es esposa. Entonces la dignidad de la mujer va espejada en esta línea.

Hay un tercer camino que es el administrativo. El camino ministerial; el camino eclesial, digámoslo así, Mariano; y el camino administrativo, que no es una cosa teológica, es una cosa de administración normal. Y en este aspecto, creo que hay que dar más lugar a la mujer. Y acá, en el Vaticano, los lugares donde hemos puesto mujeres está funcionando mejor.

Por ejemplo, en el Consejo de la Economía, que son seis cardenales y seis laicos, hace dos años nombré a cinco mujeres entre los seis laicos y eso es una revolución. La vice gobernadora del Vaticano es una mujer. Cuando una mujer entra en política o en gestionar cosas, generalmente lo hace muy bien. Y son las mujeres, hay muchas economistas, las que están renovando la economía en sentido constructivo.

Entonces son tres principios, dos teológicos y uno administrativo. El principio Petrino que es el de la ministerialidad, pero la Iglesia con solo eso no funciona. El principio Mariano, que es el del esponsalicio de la Iglesia, la Iglesia esposa, la Iglesia mujer. Es mariano porque María es superior a Pedro y marca toda esa línea mística de la Iglesia mujer. Y el principio administrativo, que no es teológico, sino que es de administración, que es lo que se hace.

¿Y por qué una mujer no puede entrar a los ministerios, a la ordenación? Es porque el principio Petrino no da cabida a eso. Sí, tiene que estar en el principio Mariano, que es más importante. La mujer es más, asemeja más a la Iglesia, que es mujer y que es esposa.

Yo creo que aquí en nuestra catequesis hemos fallado mucho en explicar estas cosas, que en última instancia la hemos explicado con un principio administrativo que, a la larga, no funciona. Esto es una cosa muy reducida, pero quise marcar los dos principios teológicos, el principio Petrino, el principio mariano que conforman la Iglesia.

Entonces, que la mujer no entre en la vida ministerial no es una privación, no. Tu lugar es aquello, que es mucho más importante y eso es lo que nosotros no hemos desarrollado todavía, la catequesis sobre la mujer en la línea del principio Mariano.

Y sobre esto, sobre el carisma de la mujer, me permito una experiencia personal. Para ordenar sacerdotes se piden informes a personas que conozcan al candidato. Los mejores informes que yo he recibido, los más justos, o son de hermanos coadjutores, hermanos legos que no son sacerdotes o de las mujeres. ¡Tienen un olfato! Un olfato eclesial para ver si este hombre es o no apto para el sacerdocio.

Una anécdota: una vez pedí informes de un muchacho brillante, brillante, que estaba por ordenarse sacerdote y pedí a los profesores, a los compañeros y también a la gente de la parroquia donde él iba. Y me dieron un informe muy negativo, diciendo «es un peligro, este chico no va a funcionar» en general, de una mujer. Yo la llamé y le pregunté «pero por qué». «Mire, no sé por qué, pero si fuera mi hijo, yo impediría que se ordenara sacerdote. Le falta algo». Y yo le hice caso y le dije al muchacho «mirá, este año no te vas a ordenar». A los tres meses tuvo una crisis y se fue. La mujer es madre y ve mejor el misterio de la Iglesia que nosotros los varones. Por eso el consejo de una mujer es tan importante. Y la decisión de una mujer es mejor.

Matt Malone, S.J.: En Estados Unidos hay quienes interpretan sus críticas al sistema capitalista de mercado, como críticas a Estados Unidos. Incluso hay quienes lo llaman un socialista, un comunista, un marxista. Usted ya dijo muchas veces que sigue el Evangelio, pero ¿cómo le respondería a quienes dicen que lo que usted o la Iglesia dicen sobre la economía no es importante?

Papa Francisco: Yo siempre me pregunto ¿de dónde viene la calificación? Por ejemplo, cuando regresábamos de Irlanda en el avión, había explotado una carta de un jerarca americano, que me decía de todos los colores. Yo trato de seguir el Evangelio. A mí me ilumina mucho las bienaventuranzas, pero sobre todo el protocolo con el cual vamos a ser juzgados: Mateo 25. Tuve sed y me diste de beber, estuve preso y me visitasteis, estuve enfermo y me cuidaste. ¿Jesús es comunista entonces? El problema que está detrás de esto, que usted tiene razón en tocarlo, es el reduccionismo sociopolítico del mensaje evangélico. Y si yo veo el Evangelio, solamente en modo sociológico, y, sí, soy comunista y Jesús también. Detrás de esas bienaventuranzas y de Mateo 25 hay un mensaje que es propio de Jesús. Y eso es ser cristiano. Los comunistas nos robaron algunos valores cristianos (risas). Algunos otros, un desastre lo que están haciendo.

Gerard O’Connell: Hablando de comunismo, usted fue criticado en cuanto a China. Usted firmó un acuerdo con China sobre la designación de obispos. Algunos y usted mismo dijeron que no es un gran resultado, pero es un resultado. Algunos en la Iglesia y en política dicen que usted está pagando un precio elevado por mantener silencio sobre los derechos humanos.

Papa Francisco: No es problema de hablar o silencio. Eso no es la realidad. La realidad es dialogar o no dialogar. Y uno dialoga hasta el punto que se puede. Para mí el modelo más grande que tuvo la época moderna en la Iglesia es el Arzobispo Casaroli.

Hay un libro que es todo el trabajo que hizo él con la Europa del Este, que se llama «El martirio de la paciencia». Los papas, sean Pablo VI como Juan XXIII, lo mandaron sobre a los países de media Europa para tratar de restablecer relaciones durante el comunismo, durante la Guerra Fría. Y este hombre dialogaba con los gobiernos, lentamente, y hacía lo que podía y lentamente fue reestableciendo la jerarquía católica en esos países.

Por ejemplo, pienso en un caso, no siempre podían poner como arzobispo de la capital al mejor, sino al posible, según el gobierno. El diálogo es el camino de la mejor diplomacia.

Con China yo he optado por la vía del diálogo. Es lento, tiene sus fracasos, tiene sus éxitos, pero no encuentro otra vía. Y esto quiero subrayarlo: el pueblo chino es un pueblo de gran sabiduría y que merece mis respetos y mi admiración, chapeu. Y por eso trato de dialogar, porque no es que vamos a conquistar gente, no. Hay cristianos ahí, hay que cuidarlos, que sean buenos chinos y buenos cristianos. El diálogo siempre abre puertas, siempre.

Una cosa muy linda de cómo la Iglesia hace también este apostolado es la anécdota de la última vez que Casaroli vino a ver a Juan XXIII y le rindió cuenta de cómo iban las negociaciones en esos países. Casaroli los fines de semana iba a una cárcel de menores a Casal del Marmo a visitar a chicos. Entonces en esa audiencia con Juan XXIII hablaron del problema de tal país, de tal otro, de tal otro. Había que tomar decisiones difíciles, por ejemplo, el hacer venir a Roma a Mindszenty que estaba en la embajada de Estados Unidos en Budapest. Fue un problema, una decisión muy dura, pero la preparó Casaroli. Y cuando se estaba por ir, Juan XXIII le preguntó: «Eminencia, una cosita. ¿Usted sigue yendo los fines de semana a ese instituto de menores?». «Sí». «Déle mis saludos y no los deje».

En el corazón de estos grandes hombres era tan importante reestablecer relaciones con Praga, con Budapest o con Viena, que ir a una cárcel de menores a atender a los chicos. Estos son los grandes. Eso los pinta de cuerpo entero.

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En el pontificado de Francisco como ningún otro se han integrado mujeres a las tareas adminsitrativas de la Iglesia en cargos de muy alta responsabilidad, pero el papa sigue sosteniendo que no es posible la ordenación de las mujeres, que ellas se hagan cargo de lo que llama la “ministerialidad”. Ahora en todas las grandes iglesias de la Reforma existe la ordenación de las mujeres. Sectores de la Iglesia católica consieran que se debe caminar en esa dirección. Son cada vez más.

A la crítica de grupos de la Iglesia católica de Estados Unidos que lo acusan de ser enmigo del capitalismo y lo ven como un comunista, el papa responde que trata de seguir el camino de las bienaventuranzas que traza el Evangelio. Y si eso para algunos es ser comunista pues él lo es.

Sobre el acuerdo con el gobierno chino del reconocimeento deuna solo Ilesia católica que implica el tema del nombramiento de los obisos, el papa considera que es un paso adelante y asume los costos. A la pregunta de por qué no condena la violación de los derechos humanos en China responde que ha optadopor el diálogo, que es un camino lento pero es el que conisdera le toca impulsar. 

Con las respuestas que el papa da a las preguntas de la revista América se puede estar o no de acuerdo. Son temas complejos que tiene múltiples ángulos de mirada. La entrevista muestra es a un hombre enterado de lo que sucede en la Iglesia y el mundo y que de manera abierta, sin dar vueltas, ofrece su punto de vista. Se abre al diálogo. No se refugia en el dogma y la ortodoxia.

 

 

Más artículos del autor: El papa Francisco y la revista América (III)

*Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

 


Autor

Rubén Aguilar Valenzuela es profesor universitario y analista político.