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COLUMNA

Comentario al Evangelio

No quedará piedra sobre piedra, pero ustedes tendrán vida

Las crisis como las personas pasan, y siempre una crisis se convierte en Dios, en una gran oportunidad, haciendo experiencia de su consuelo.

12 noviembre, 2022
No quedará piedra sobre piedra, pero ustedes tendrán vida
Las dificultades, enfermedades y problemas, no deben impedirnos captar la presencia amorosa de Dios. Foto: Cathopic

No quedará piedra sobre piedra, pero ustedes tendrán vida  (Lc 21, 5-19)

En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”. Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?”. Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”. Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá
grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles. Pero antes de todo esto los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes. Los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.

Comentario al Evangelio

Falsas seguridades

Estamos en el penúltimo domingo del tiempo ordinario; y el evangelio nos prepara para la conclusión de este ciclo litúrgico, ubicándonos en la llegada de Jesús a Jerusalén, como escuchamos el domingo anterior. De modo que, Jesús clarifica el significado de su presencia, y la seriedad de nuestra existencia cristiana.

La batalla de la crisis: pensar en ti o en los demás

El evangelista Lucas utiliza un lenguaje apocalíptico, es decir, que “revela algo” sobre algún acontecimiento último. En este caso nos encontramos con la profecía sobre la destrucción del templo de Jerusalén y la persecución de las primeras comunidades cristianas. ¿Cuáles son las posibilidades de respuesta? Evadir y huir de la crisis o afrontarla en la prospectiva de la fe. En este sentido, es bastante interesante la pregunta de los discípulos: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?”. No es tanto una pregunta que entre en la simple curiosidad, al contrario, tal pareciera que ellos comienzan a calcular para salvaguardar sus propios intereses. En tiempos de crisis, generalmente las personas se olvidan del bien común; como escribe el novelista francés George Bernanos: “Un vientre miserable tiene más necesidad de ilusiones que de pan”.

Ante la crisis permanece firme en el amor

Este cuadro de supervivencia de los discípulos contrasta con aquella viuda que da todo de sí en aquellas dos moneditas, y que constituye la prefiguración de lo que Cristo hará en la Cruz. En la crisis no es fácil mantener un equilibrio, pues todas las falsas seguridades comienzan a tambalearse.

De ahí que, Jesús invite a “permanecer firmes”; de hecho, este verbo en griego (ὑπομονῇ – hypomone) significa literalmente “permanecer bajo”, en otras palabras, es la evocación a sostener y soportar. Podríamos decir que no es liberarse del peso de la crisis, sino saberlo llevar o cargar. Así, permanecer firmes, nos ayuda a entender que es mucho más importante la fidelidad a Dios que la lealtad a los hombres, al igual que la existencia cristiana consiste en perseverar en la esperanza de Dios, erradicando el vientre miserable de las ilusiones de grandeza, que lleva al olvido del Evangelio y del bien común.

Cuando Lucas escribe este texto, muy probablemente, la comunidad ya se encuentra en la crisis de la persecución; de modo que las palabras de Jesús constituyen una luz de esperanza para ese momento presente, y que lo sigue siendo, para cada tiempo de la historia.

Las crisis como las personas pasan, y siempre una crisis se convierte en Dios, en una gran oportunidad, haciendo experiencia de su consuelo. Permanezcamos en la firmeza de la fe, sabiendo que aquí radica la verdadera pobreza, aquella en la que dejas tus falsas seguridades para anclar tu vida en la Vida de Dios.