Hoy celebramos a María
Con toda precaución avanza en este camino de Adviento y cuídate de llegar a la Noche Buena con la superficialidad que nos receta nuestra sociedad de consumo
MUCHAS Y MUY MALAS NOTICIAS siguen corriendo por doquier como si de competencia olímpica se tratara, como si hubiera premio para ver quién genera, quién divulga, quién hace parecer más grande de lo que es, quién espanta con mayor eficacia y con la más desagradable de las noticias malas… HACE VARIAS DÉCADAS leí no sé dónde –ni recuerdo con precisión- lo que ahora plasmo del modo siguiente: De nada te sirve maldecir la más tremenda oscuridad si no eres capaz de encender una pequeña luz; y recordando este mensaje no lo hago presumiendo un optimismo barato que nos evada de lo tremendo de conflictos y amenazas, de injusticias y dictadores, de catástrofes y epidemias biológicas, informáticas, tecnológicas o ideológicas… SI TE ACERCARAS A LA PEQUEÑA luz que brilla en el firmamento nocturno y que se llama UY Scuti (es la estrella más grande hasta ahora localizada), te darías cuenta de su tamaño espectacular; y para hacer comprensible su tamaño, imagina que si nuestro Sol tuviera el tamaño de una cereza, la tal estrellita sería del tamaño de un edificio de 10 pisos, y acaso dos pisos más… QUE SIRVAN ESTAS COMPARACIONES astronómicas para hablar del Evangelio –Buena Noticia- delante de las noticias que por malas son como la oscuridad y aunque parezcan enormes en realidad son vacío y distancia entre la preciosa luminosidad de cualquier astro diminuto como nuestro sencillo Sol… HOY CELEBRAMOS A MARÍA, siempre y toda de Dios, discípula y servidora incomparable del Creador, Virgen y Madre de Jesucristo nuestro Salvador, que por una gracia sin igual, fue preservada de toda mancha de pecado desde el primer instante de su concepción; ante esta verdad inagotable que nos acerca a la salvación (en eso consiste lo que llamamos “misterio”), la estrella UY Scuti se queda chiquitita con sus diez o doce pisos de tamaño en comparación con la cerecita de nuestro Sol… Y SI YA GRANDE ES TAL VERDAD, con mayor tamaño y luminosidad confesamos que el Verbo Eterno de Dios tomó nuestra carne mortal para hacerse como nosotros y llevarnos a su Padre Omnipotente, de ahí que el Adviento es precioso tiempo de preparación para celebrar lo que proclamaron los ángeles en la Noche Dichosa, en Belén de Pastores, que entre pañales sencillos encontrarían a quien brilla más que UY Scuti (¿ya te aprendiste el nombre?)… CON TODA PRECAUCIÓN avanza en este camino de Adviento y cuídate de llegar a la Noche Buena y a la Navidad con la superficialidad que nos receta nuestra sociedad de consumo, pues no son fiestas de mero derroche y adornitos ocasionales, ni de fáciles afectos melosos y felicitaciones acartonadas por docena, sino de volver a constatar lo que nos enseñó el apóstol San Juan en el inicio de su evangelio (1, 5): “Esta Luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no han podido apagarla”… CON TODO CUIDADO escucha las noticias y rápido desecha las malas con eme mayúscula, las que de plano son basura podrida: tal vez tienen algo de verdad pero se difunden con torcida intención, fomentan la desconfianza, agrandan el miedo, resaltan nuestras miserias, pululan como plaga, de nada sirven, pretenden mancharlo todo, se repiten y replican aturdiendo, y –lo peor de todo- se ostentan como la mera neta de todo el planeta… HAY NOTICIAS DOLOROSAS que no son precisamente malas y apestosas, ésas no las deseches ni les pongas cara fea: son las que esperan una solución valiente, un camino sensato, una solidaridad constructiva, son las que deberían haberse evitado pero que surgen por nuestra fragilidad humana, acaso por descuido involuntario, tal vez hasta por negligencia culpable; ante tales noticias debemos ser como Dios: misericordiosos y pacientes… UNA ES LA BUENA Y GRAN NOTICIA: Dios envío a su Hijo para salvarnos del pecado y de la muerte, para mostrarnos su infinito amor, para iluminarnos con la luz de la verdad, para fortalecernos con su gracia, para que colaboremos con Él en la redención humana, para llevarnos a la gloria de su presencia, para llevar a plenitud toda su creación… ASÍ QUE VIVE EL ADVIENTO con la certeza de la alegría sin fin que viene de Dios, con la esperanza que nos da su voluntad salvadora, con la seguridad de que todo llegará a su plenitud en Dios; y deja correr las malas noticias hasta el precipicio de la destrucción, hasta el vacío del sin-sentido, hasta que desaparezcan porque son tiniebla y muerte; y –seguramente servirá bonito- recibe un abrazo de este servidor tuyo en anticipo de una Dichosa Navidad…