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La Virgen de Guadalupe me ayudó a afrontar la muerte de mi madre 

"Su mensaje se manifestó de varias formas en los momentos más difíciles".

14 octubre, 2020
La Virgen de Guadalupe me ayudó a afrontar la muerte de mi madre 
Veladoras iluminan una imagen de la Virgen de Guadalupe. Foto: Gustavo Rojas

El mejor regalo que Dios me pudo haber dado, fue un ángel que era mi mamá, y más allá de eso, agradezco el amor que ella me inculcó desde chica hacia la Virgen, enseñándome a venerarla y acudir a Ella como mi madre celestial.

No obstante, no fue hasta que conocí a una maravillosa persona que era parte de una misión mariana que mi relación con la Virgen se fortaleció, ya que me enseñó a rezar el Rosario y a venerarla de distintas maneras.

¡Quién iba a pensar que, justo cuando nuestros lazos se hacen más estrechos, la enfermedad de mi madre comenzaría!

Después de múltiples visitas a los doctores, me enteré que mi mamá tenía un tumor en el pulmón. Cabe destacar que, desde ese día, la intercesión de la Virgen fue muy evidente, encontré su presencia a través de personas y estampas, situaciones que me dotaron de fortaleza y optimismo para afrontar esos momentos.

Leticia González, madre de Karla Doig.

Leticia González, madre de Karla Doig.

Un día caminaba por la calle y le pedía por la salud de mi mamá, de repente se me acercó una señora y me regaló una imagen de la Virgen con Juan Diego; en otra ocasión venía manejando y conversando con mi hermana acerca de la fe y de como la Madre de Dios fue la primera en enseñarnos a confiar, en ese momento un niño me golpeó la ventana en un semáforo y me entregó una estampa de ella detrás de la cruz de Jesús.

Además, otra de las cosas que me sorprendió fue el acompañamiento del padre Héctor Orozco, mejor conocido en Sinaloa como el “Padre Jeringas”, un sacerdote sumamente solicitado por personas desahuciadas que solo llega (según testimonios) en los momentos más críticos de la enfermedad.

A partir de que ella ingresó al hospital, él acudió cada que lo necesitaba.

Cuando mi mamá murió por cáncer de pulmón, de una forma muy repentina,  la tristeza era tal que yo no encontraba refugio, pero al ver su portarretratos durante su funeral y pedirle que me diera fuerza,  me levanté del piso siendo otra persona, no sé si fue gracias a mi mamá, a la Virgen que jamás me dejó de acompañar, o a las dos.

“Es pues la fe, la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve” Hebreos 11:1

La última imagen que recibí fue el Día de las Madres, una fecha sumamente triste para mí ya que su partida estaba muy reciente. En aquella ocasión mi mejor amigo me entregó una imagen de la Virgen de Guadalupe que le dio una señora en la calle; él le dijo que la imagen le recordaba a mí, y la señora contestó: “Dásela, la va a necesitar”.

Su acompañamiento no fue coincidencia para mí

El acompañamiento de la Virgen durante la enfermedad y la muerte de mi mamá no fue coincidencia, ya que su mensaje se manifestó de varias formas en los momentos más difíciles.

Lo que yo pude sentir es la compañía de ese mundo celestial, una fuerza superior llena de optimismo que proviene del gran amor y la fuerza que es Dios.

Los seres humanos cuestionamos y necesitamos pruebas para comprobar la fe, pero a través de mi experiencia les quiero decir que el mundo de Dios es sencillo, sólo hace falta ser humildes de corazón para sentir su grandeza.

La imagen de la Virgen de Guadalupe que le regalaron a Karla en el Día de las Madres.

La imagen de la Virgen de Guadalupe que le regalaron a Karla en el Día de las Madres.

Aquellos que han sufrido de una pérdida o se encuentran en momentos difíciles, les comento que no hay mejor forma de afrontar la adversidad que acompañados de Su presencia.

Gracias mamá, por enseñarme lo que es el verdadero amor, aquel que no se prueba y que no puede ser entendido si no es a través de Dios y de su misma madre. Te agradezco por iniciarme en el camino de la fe, porque gracias a éste he salido adelante y me dio la fuerza necesaria para compartirlo con los demás.

 

“Porque me has visto, Tomás, has creído; bienaventurados los que no vieron y creyeron.” (Juan 20:29).

En memoria de mi mamá, Leticia González de Doig Alvear

 

Nota: Esta nota fue compartida a Desde la fe por la autora del testimonio, asimismo ha sido publicada en debate.com.mx

 

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