25 de noviembre: Santa Catalina de Alejandría, patrona de estudiantes, filósofos y prisioneros
La historia de Santa Catalina de Alejandría, una de las primeras santas veneradas en el México virreinal, combina hechos y leyenda debido a su gran antigüedad. Su figura marcó la evangelización y sigue despertando interés por su vida, inteligencia y martirio.
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¿Cuál es la historia de Santa Catalina de Alejandría?
Debido a la antigüedad de su vida, su historia se mezcla con elementos legendarios. Se cuenta que Santa Catalina nació hacia el año 290 en el seno de una familia noble de Alejandría, en Egipto. Sobresalió por su belleza e inteligencia, y consagró su vida a Cristo, con quien selló un “matrimonio espiritual”.
En una ocasión, el emperador Majencio visitó Alejandría y ordenó que todos sus súbditos ofrecieran sacrificios a los dioses paganos en el templo. Catalina acudió, pero en lugar de obedecer hizo la señal de la cruz y exhortó al monarca a reconocer al Dios verdadero. Sostuvieron un debate, y los argumentos de la joven fueron tan sólidos que el emperador convocó a filósofos y sabios para refutarla; sin embargo, acabaron convirtiéndose al cristianismo gracias a su testimonio.
Ante esto, el emperador ordenó torturarla y matarla. Tras varios intentos fallidos, finalmente fue decapitada. Muchos años después, en su memoria se levantó el Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, que resguarda una de las bibliotecas coptas más antiguas del mundo.
Su devoción parece remontarse al siglo VIII, pues existe una pintura suya de esa época; durante las Cruzadas del siglo X su culto se difundió ampliamente por Europa.
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¿De qué protege Santa Catalina de Alejandría?
A Santa Catalina se le venera como patrona de los estudiantes, filósofos y prisioneros. Universidades como París, Oviedo y Padua están bajo su patrocinio, así como diversas ciudades.
También es protectora de los teólogos, las mujeres solteras y los oficios relacionados con la rueda o máquinas. Su fiesta litúrgica se celebra el 25 de noviembre, fecha tradicional de su martirio. Se le venera en la Iglesia latina, la ortodoxa, la copta y la Comunión Anglicana.
En el arte sacro se le representa con la palma del martirio, una espada, una rueda de tortura y una corona, símbolos de su sabiduría y fidelidad. Episodios de su vida han sido plasmados por artistas como Caravaggio y Pacheco.

