¿Estresado? Haz equipo con Dios para manejarlo
Lo que ha hecho al estrés más letal es que hemos aprendido a vivir con él, lo hemos normalizado a tal grado que ya no lo consideramos un riesgo.
Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Valle de México y está certificada como Coach Ontológico por parte del Tecnológico de Monterrey CEM. También tiene una especialidad en Logoterapia por parte del Instituto Mexicano de Tanatología. Instructor y facilitador en temas de desarrollo humano y empresarial, tales como: Sentido de Vida y Trabajo, Inteligencia emocional, Liderazgo, Coaching, Comunicación Asertiva, entre otros. Actualmente es Socia Fundadora de Sensum, empresa especializada en estrategias de sentido para empresas y personas.
Las preocupaciones y el estrés que éstas causan son cada vez más un yugo en nuestra vida. Este mal se ha infiltrado en lo más profundo de la sociedad, familias, trabajos, escuelas, instituciones, pero, sobre todo, subsiste ya como una característica inherente al corazón del hombre.
Desafortunadamente, no se queda simplemente en una enfermedad que vive y muere en la persona, por el contrario, va permeando de manera contundente en todas las esferas y ámbitos de su vida interior y exterior. No sólo enferma al cuerpo, sino que también daña a las personas que están a su alrededor.
Lo que ha hecho al estrés más letal es que hemos aprendido a vivir con él, lo hemos normalizado a tal grado que ya no lo consideramos un riesgo, cuando lo que realmente hace es arrebatarnos la fe y esperanza necesarias para enfrentar las adversidades.
Si bien el estrés es un sistema de alerta bilógico que nos prepara para la acción y puede ser ese impulso necesario en momentos de crisis para salir adelante, es indispensable que sepamos regularlo de manera que se convierta en un aliado temporal y no en un enemigo permanente.
Existen muchas terapias, técnicas, literatura, estudios que pueden ayudarnos a manejar el estrés, pero generalmente están más enfocadas a la parte cognitiva, psicológica e incluso corporal, sin embargo, podemos trabajarlo también desde la espiritualidad a través de las enseñanzas de los santos.
Es por eso que he elegido 3 virtudes que podríamos buscar desarrollar en nosotros mismos para manejar el estrés de forma positiva y combatir las preocupaciones.
- Obediencia
“Cuando te abandones de verdad en el Señor, aprenderás a contentarte con lo que venga, y a no perder la serenidad, si las tareas – a pesar de haber puesto todo tu empeño y los medios oportunos – no salen a tu gusto… Porque habrán “salido” como le conviene a Dios que “salgan”. San Josemaría Escrivá
Hemos de distinguir el conformismo que nace de la mediocridad y el que viene de la humildad de aceptar nuestra pequeñez y falta de capacidad de resolver situaciones por encima de la voluntad de Dios.
Tener la sabiduría para dejar de aferrarnos a nuestros deseos y permitir que sea la mano de Dios la que intervenga cuando lo hemos intentado todo sin ningún éxito, será un factor crítico para regular nuestro estrés durante las adversidades y conflictos.
- Firmeza
“No te preocupes por las cosas que generan preocupación, desorden y ansiedad. Una sola cosa es necesaria: Elevar tu espíritu y amar a Dios”. Padre Pio de Pietrelcina
Elegir centrar nuestra mirada en Dios, lo que pide de nosotros, lo que le agrada, encontrar en cada circunstancia la oportunidad de explotar nuestros dones y talentos para el bien de la humanidad, independientemente de todo lo que puede abrumarnos, mantengámonos enfocados en nuestra misión de vida y evitemos engancharnos y desgastarnos con temores, pensamientos y actitudes que no dan frutos y nos alejan de la salvación.
- Voluntad
“Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo retorno. Todo es Tuyo: dispone de ello según Tu Voluntad. Dame Tu Amor y Gracia, que éstas me bastan”. San Ignacio de Loyola
Dios pone casi todo, nosotros ponemos casi nada; pero Dios no pone su «casi todo» si nosotros no ponemos nuestro «casi nada». Y es verdad que ese casi nada a veces puede parecer un maratón en medio del desierto que requiere de un sobre esfuerzo para llegar a la meta, pero debemos avanzar siempre confiados en que Dios ha sido el proveedor de esa voluntad y de nuestras capacidades para lograr cualquier cosa.
Él nos acompaña en el camino y sea poco o mucho lo que podamos hacer, Él lo recibirá con misericordia y no nos abandonará. Si bien el estrés es una respuesta inevitable ante las adversidades de la vida, podemos hacer equipo con Dios para mantenernos en paz, fortalecer nuestra voluntad en los momentos difíciles y ejercer nuestra libertad en pro de nosotros mismos y de los demás.
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