Ciencia y fe: ¿son compatibles?
“La ciencia no contradice la fe; más bien la ensancha, la maravilla y la conduce al asombro ante la obra de Dios”, asegura el padre Medel.
En un mundo en el que los avances científicos y tecnológicos parecen no tener freno, muchos creyentes se preguntan si aún tiene sentido hablar de fe o de Dios.
Para el padre Alberto Medel, sacerdote de la Diócesis de Xochimilco, la respuesta no solo es afirmativa, sino esperanzadora: “La ciencia no contradice la fe; más bien la ensancha, la maravilla y la conduce al asombro ante la obra de Dios”.
“En este tiempo que la divina providencia nos ha concedido la gracia de la vida”, explica, “somos testigos de los avances de la ciencia y la técnica, que no solo nos permiten ver la belleza de la vida en la Tierra, sino que nos hacen voltear a un universo material cada vez más vasto y fascinante: galaxias, agujeros negros, partículas subatómicas. Todo esto, lejos de alejarnos de Dios, nos invita a contemplarlo”.
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¿Es verdad que la ciencia contradice a la Biblia?
El sacerdote recuerda que ya en el primer versículo del libro del Génesis se da una afirmación clave para cualquier creyente: todo proviene de Dios. “Nada viene de la nada”, señala. “Todo lo que existe tiene origen en el que es existencia por sí mismo: Dios. Él no solo creó, sino que participó de su ser a toda la creación”.
Por eso, insiste, la ciencia es una herramienta que revela y no niega la acción del Creador. “Todo lo visible —desde lo grandioso hasta lo microscópico— es obra de Dios. Y lo invisible también: el universo espiritual, los ángeles, las almas, las realidades que solo conocemos por revelación”, afirma. “Por tanto, cada descubrimiento científico es también una oportunidad para conocer más profundamente la sabiduría divina”.
Ciencia y fe: caminos que se complementan
Lejos de ver la ciencia como una amenaza, el padre Medel invita a los fieles a abrazar el conocimiento como una vía hacia Dios. “Nos falta mucho por conocer, y la misma ciencia reconoce sus límites. Pero sus avances no deben hacernos dudar de la fe; al contrario, deben abrirnos a la inmensidad del proyecto creador de Dios”, dice.
Citando el Salmo 8, concluye con una exhortación clara: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? ¿Qué es este ser humano para que de él te cuides?” Para el sacerdote, esa pregunta refleja la actitud adecuada: maravillarse ante la grandeza del universo sin perder de vista que, en medio de todo, Dios ha elegido amar profundamente al ser humano.
“Démosle gracias a Dios por todo lo que la ciencia nos permite descubrir. Y que ese conocimiento no nos aleje de Él, sino que nos acerque con más asombro y gratitud”.