Papa Francisco: “La vida es un camino hacia la eternidad”
El Sumo Pontífice llamó a mantender encendida la lámpara de la fe, pero no sólo para la propia salvación, sino también para la salvación de los demás.
Durante su Ángelus de este 11 de agosto, el Papa Francisco reflexionó sobre el momento en el que Jesús llama a sus discípulos a la continua vigilancia para captar el paso de Dios en su propia vida, indicándoles la forma de hacer bien esta vigila: “Estén preparados, con los vestidos apretados a los costados y las lámparas encendidas”.
En este sentido, el Santo Padre exhortó a toda la comunidad a prepararse para el encuentro final y definitivo con el Señor, recordando que la vida es un camino hacia la eternidad, por ello “hay que vivir y actuar en esta tierra teniendo en el corazón la nostalgia del cielo”.
Explicó que llevar los vestidos apretados a los costados es una imagen que recuerda la actitud del peregrino, quien está listo para emprender el camino; y en lugar de echar raíces en moradas confortables y tranquilizadoras, se abandona con sencillez y confianza a la voluntad de Dios, que nos guía hacia la meta.
En cuanto a la expresión de mantener las “lámparas encendidas”, el Papa refirió que son las lámparas de la fe, con las cuales se puede iluminar la oscuridad de la noche. “… estamos invitados a vivir una fe auténtica y madura, capaz de iluminar las muchas ‘noches’ de la vida: ‘la lámpara de la fe necesita ser alimentada continuamente, con el encuentro de corazón a corazón con Jesús en la oración y en la escucha de su Palabra”.
El Papa subrayó que se nos confía esta lámpara para el bien de todos: por lo tanto, nadie puede retirarse íntimamente en la certeza de su propia salvación, desinteresándose de los demás: “la fe verdadera abre el corazón al prójimo e impulsa hacia la comunión concreta con los hermanos, sobre todo con los más necesitados”.
Asimismo, dijo que a quienes viven en sintonía con el Evangelio y los mandamientos de Dios, Él los hará partícipe de su felicidad eterna en la patria celestial. Externó que el pensamiento del encuentro final con el Padre, “rico en misericordia”, nos llena de esperanza y nos estimula a comprometernos constantemente en nuestra santificación y en la construcción de un mundo más justo y fraterno.
“Que la Virgen María, con su intercesión maternal, sostenga este compromiso nuestro”, finalizó.
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