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Ángelus dominical: La guerra y la violencia nunca son aceptables

6 marzo, 2022
Ángelus dominical: La guerra y la violencia nunca son aceptables
Angelus Dominical.

SIEMPRE ES TERRIBLE la guerra y quiero enfocar un argumento de fondo para sustentar tal afirmación: con la guerra el hombre termina por renunciar a la razón y al corazón, dos elementos que nos distinguen de la bestia y manifiestan la “imagen y semejanza” conque el Creador nos modeló tomando barro de este suelo…

LA INTELIGENCIA SIEMPRE nos moverá a buscar el origen y sentido de las cosas, a darle utilidad a cuanto nos rodea, a aprovechar cuanto hay en todo el universo con sensatez y equilibrio, sin pérdida ni desperdicio, evitando el vicio y la barbarie: ¡nuestra cabeza es como faro, estrella, brújula o -permítanme decirlo- palo de ciego!…

LA VOLUNTAD SIEMPRE se podrá ver enriquecida cuando siga la luz de la razón, el esplendor de la verdad, la ruta que marque la inteligencia recta, pues los afectos y sentimientos que albergamos en lo profundo de nuestra conciencia jamás se llenarán con rencor o violencia, ni con soberbia o egoísmo…

DE AHÍ QUE CUANDO inicia la guerra es porque nos conformamos con sinrazones o damos paso al odio y/o al desprecio de los demás; duele decirlo así, pero con la guerra -cualquiera- nos metemos en un torbellino de deshumanización, renunciando a la razón y al corazón…

LAS IMÁGENES Y NOTICIAS que llegan del otro lado del mundo nos estremecen y desconciertan: son terribles y jamás debieron haber sucedido, ¡no!, y pedimos a Dios que todo eso pase y acabe pronto; mi corazón y mi oración para los que más sufren y para los que están generando todo este drama: que Dios conceda a unos la fortaleza para sobrellevar la aflicción y a otros la valentía para construir la paz auténtica…

PERO MI PENSAMIENTO no va dirigido sólo a la guerra que está a miles de kilómetros, sino a las guerras más cercanas y domésticas, a las que se originan -como toda guerra- cuando alguien renuncia a su inteligencia e ignora su propio corazón, olvidando que pisa el mismo suelo y está bajo el mismo cielo que su prójimo…

Y HAGO TRES PREGUNTAS sin otro afán que seguir alentando la reflexión para que todos nos pongamos en modo “Paz”: ¿qué gana el Presidente de la República enfrascándose en una guerra donde más que tener un contrincante está generando hostilidad irracional e improductiva?, ¿de verdad tendrán ventaja los criminales -los de cuello blanco y los de navaja o cuernos de chivo- cuando asolan poblados, regiones o ambientes hasta sembrar el terror del que también serán víctimas?, ¿cuál es la ganancia real de quien se pone en pleito con su cónyuge, con su vecino o con su propia sombra?…

REITERO QUE CUANDO hacemos guerra es porque ya no ponemos razones en nuestro pensamiento, es porque hemos llenado el corazón de lo que no corresponde a nada humano, es porque renunciamos a todo adelanto civilizador…

PERMITE QUE ME DETENGA en un concepto que puede englobar los tres niveles que toqué con mis tres preguntas anteriores, y que también puede aplicarse a lo que sucede entre Moscú y Kiev: la libertad de expresión; y tal concepto no puede reducirse a lo que se dice o publica en los medios de comunicación, sino a lo que cualquier institución, grupo o individuo puede externar en orden al bien común, en favor de la paz, en provecho de su familia, de su grupo, de su institución o de la misma raza humana…

COMO CUALQUIER OTRO valor, la libertad en general debe estar asociada y enlazada con otros valores -la justicia, el arte, el descanso, la salud-, pues al momento que la afirmamos como la capacidad de hacer lo que a cada quien le venga en gana, la estamos vaciando de todo sentido y la empezaremos a utilizar más como vicio y eso se llama libertinaje…

NO HEMOS LLEGADO a un nivel de madurez adecuado cuando limitamos la libertad de expresión según los caprichos -¡hasta legales!- de cualquier dictador o grupo de poder, o cuando la utilizamos como pretexto para encubrir y “justificar” los atropellos a la integridad, al respeto, a los derechos de los demás: ¡no puede calificarse como libertad de expresión cualquier manifestación violenta o perturbadora del orden público!…



LAS GUERRAS QUE generamos en ambientes familiares tal vez son las que más dolorosamente sufrimos, pues terminan por romper la paz y los vínculos que todos necesitamos y por los que nos decidimos a construir un nuevo hogar: ¡ahí también es urgente la paz!…

ESTÁN APARECIENDO leves señales que pueden conducir a la paz en aquellas regiones, y no por ser leves son menos importantes, y aunque sean pequeñas deben ser cultivadas para que crezcan y den fruto -¡como la semilla del mostaza!-; así que te invito, amable lector, para que no cejes en tu voluntad de ser constructor de paz (en la familia, en tu sociedad, en tu mundo), con tu razón y con tu corazón, con tu inteligencia y tu voluntad, que solo los que construyen la paz podrán ser llamados “hijos de Dios” (Mt 5, 9)…

 

[email protected]

El padre Eduardo Lozano es sacerdote de la Arquidiócesis Primada de México.

 

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