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COLUMNA

La voz del Obispo

“Vayan e inviten a todos al banquete” (Mt 22,9)

La falta de nuestro testimonio es retener al Señor que quiere invitar a algo crucial para todo ser humano: el banquete de bodas del Señor

27 septiembre, 2024
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Es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México. 

“Vayan e inviten a todos al banquete” (Mt 22,9)

Estamos por comenzar el mes de octubre que tradicionalmente reconocemos como el mes de la Misión, pues el tercer domingo del mismo (en esta ocasión 20 de octubre), tiene lugar la Jornada Mundial de las misiones.

El Santo Padre nos ha enviado un hermoso mensaje con este motivo, y ha querido basarlo en el Evangelio según san Mateo en la parábola del banquete nupcial:

“Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda. Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se enojo el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda. Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.

Cuando entró el rey a ver a los comensales vio allí uno que no tenía traje de boda; y le dice: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda? Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados, mas pocos escogidos.»” (22, 1-14)

Con este texto de fondo, el Santo Padre nos ayuda a reflexionar sobre la misión, con tres expresiones: “¡Vayan e inviten!”, Al banquete, “Todos los que encontraron”.

  1. “¡Vayan e inviten!”. La misión como un incansable ir e invitar a la fiesta del Señor

La primera expresión que aparece en el texto evangélico nos recuerda que el Señor Jesús ha venido a nuestro encuentro, sus servidores tenemos que ir al encuentro de los demás, salir para poder hacer llegar esta invitación al banquete de bodas. La insistencia del Papa es justamente a ser una Iglesia en salida, al encuentro de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, con la clara consigna de ir para invitar a la fiesta del Señor.

Hoy pasa algo muy curioso dice el Santo Padre, a quien portamos para hacer la invitación es al mismo Cristo, a quien tantas veces queremos retener para nosotros mismos sin dejarle llegar a tantas personas y ambientes que le necesitan; la falta de nuestro testimonio es retener al Señor que quiere invitar a algo crucial para todo ser humano: el banquete de bodas del Señor.

Miremos que bien lo dice el Papa Francisco: “Al proclamar al mundo «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Evangelii gaudium 36), los discípulos-misioneros lo realizan con gozo, magnanimidad y benevolencia, fruto del Espíritu Santo en ellos (cf. Ga 5, 22); sin forzamiento, coacción o proselitismo; siempre con cercanía, compasión y ternura, aspectos que reflejan el modo de ser y de actuar de Dios”.

  • Al banquete. La perspectiva escatológica y eucarística de la misión de Cristo y de la Iglesia

La misión de la Iglesia se desarrolla entre la primera y la segunda venida del Señor, esta es ya una perspectiva escatológica; y como hemos escuchado en la parábola la invitación es al banquete de bodas del hijo del rey que nos refiere claramente a la salvación final, el gozo de plenitud que pregustamos en la Eucaristía.

La conciencia de la cercanía del Señor fue el gran impulso del celo apostólico de los primeros cristianos, esta misma conciencia debería animarnos hoy para vivir con pasión el anuncio del Evangelio.

Ya que la plenitud de vida en Cristo se anticipa ya desde ahora en el banquete Eucarístico, es necesario decía el Papa Benedicto XVI: “todos estamos llamados a vivir más intensamente cada Eucaristía en todas sus dimensiones, particularmente en la escatológica y misionera. A este propósito, reitero que «no podemos acercarnos a la Mesa eucarística sin dejarnos llevar por ese movimiento de la misión que, partiendo del corazón mismo de Dios, tiende a llegar a todos los hombres» (Sacramentum caritatis 84).

  • “Todos”. La misión universal de los discípulos de Cristo y la Iglesia completamente sinodal-misionera

Dice la parábola que los siervos reunieron a todos los que encontraron, basado en ello, el Papa Francisco nos recuerda que la invitación tiene que ser todos, a cada persona sin excepción, de cualquier condición social o incluso moral. Y esto precisamente porque el amor de Dios es grande e ino,codicional.

Es por eso clave tener muy claro lo que dice el Santo Padre: “La misión universal requiere el compromiso de todos. Por eso es necesario continuar el camino hacia una Iglesia al servicio del Evangelio completamente sinodal-misionera. La sinodalidad es de por sí misionera y, viceversa, la misión es siempre sinodal. Por tanto, una estrecha cooperación misionera resulta hoy aún más urgente y necesaria en la Iglesia universal, así como en las Iglesias particulares”.

De esta forma nos alienta el Papa Francisco a continuar la misión, como buenos discípulos misioneros, aprendiendo de Dios la cercanía y el interés por todos, y suplicando a María para poder imitarla en su alegría y solicitud, así como en la fuerza de la ternura y el afecto para ir y llevar a todos la invitación de Nuestro Rey Salvador.


Autor

Es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.